BODAS
En un banquete de
bodas existen variedad de personajes que participan en la boda, por supuesto
que la novia y el novio son imprescindibles. Trataré de ir desenvolviendo esta
situación de quienes son los participantes a una boda o a las bodas en la Biblia.
Matrimonio Relación humana, instituida por Dios y
aprobada por la sociedad, en la que el Hombre
y la Mujer cohabitan en amor y
ayuda mutua. Cada sociedad define las normas del matrimonio.
Costumbres de Los Tiempos
Bíblicos
Como
otros aspectos esenciales de la vida de Israel, el matrimonio estaba
reglamentado por leyes, y los conceptos involucrados en él aparecen con
frecuencia en el lenguaje figurado de la Biblia.
Según
la voluntad expresa del Creador (Gn 1.28; 2.18, 22), el matrimonio había de ser
en Israel una práctica general., el verdadero amor era imposible (Est 2.12–17).
Sin embargo, también existía en los días del Antiguo Testamento el afecto
exclusivo (Gn 25.19–28; 41.50; Pr 5.15–20; Cantares passim; Ez 24.15–18)
que prevalecía ya en el judaísmo del siglo apostólico. La frase «marido de una
sola mujer» (1 Ti 3.2) parece referirse a los cristianos. El Nuevo Testamento
redefine el principio en términos de casarse únicamente con otro cristiano (1
Co 7.39).
La
institución del desposorio fue común entre los judíos y muchas veces duraba
hasta un año. Puesto que los judíos solían casarse muy jóvenes, el compromiso
matrimonial lo arreglaban a menudo los padres, y este contrato tenía igual
valor jurídico que el matrimonio mismo (Dt 22.23s). El novio pagaba a los
padres de la novia una compensación (Gn 29.15s; 34.12), y llegaba a ser «señor»
de ella, pero nunca la consideraba como simple mercancía.
La
boda, ceremonia civil que carecía de carácter cúltico, comprendía varios
elementos:
§
las vestimentas especiales (Is 61.10),
§
las compañeras de la novia llamadas «vírgenes» (Sal 45.14),
§
los amigos del novio (Jn 3.29; cf. 1 Mac 9.39),
§
la procesión a la casa de la novia y luego a la del esposo, la
costumbre de extender la capa del esposo sobre la novia (Rt 3.9), y
§
finalmente la fiesta de bodas (Gn 29.22; Jue 14.10; Mt 22.1–10) que
por lo general duraba siete días.
Principios éticos
El matrimonio en
el plan de Dios
La
sexualidad es parte de la excelencia que Dios vio en toda la creación (Gn
1.27s, 31; 2.18–25; Adán; Eva). Antes de la caída en pecado, la
misma naturaleza del hombre demandaba el compañerismo de la mujer, deseo que el
Creador vio y satisfizo (1 Co 6.16 confirma que la frase «serán una sola carne»
se refiere al acto sexual).
La esencia del
matrimonio
El
aspecto personal está en la raíz misma del matrimonio. Cuando un hombre y una
mujer resuelven unirse en todo sentido para su satisfacción mutua, establecer
un hogar, criar una familia y respetar sus votos hasta la muerte (Ro 7.2), han
contraído matrimonio. Su amor se expresa en el sentimiento mutuo (Ef 5.21–33),
el marido es la Cabeza de su cónyuge y ella es la gloria del marido. Pero
existe también un aspecto sociolegal imprescindible. Desde que el matrimonio se
formalizó mediante un contrato escrito (berit, Pacto) se ha reconocido el derecho de la sociedad de regir
el matrimonio. Por otra parte, a pesar de todo lo secular que es el matrimonio
en el Antiguo Testamento, el creyente reconoce que Dios le guía en la elección
de esposa (Gn 24.42–52) y que Él sanciona en nombre de la alianza los preceptos
que regulan el matrimonio (por ejemplo, Éx 20.14; Lv 18.1–30). El contraer
nupcias «en el Señor» (1 Co 7.39) entraña el regocijo y apoyo de la comunidad
cristiana, de manera que goza de cierto carácter eclesiástico que, sin merecer
el nombre de sacramento, glorifica al que nos creó y nos redimió en un solo
cuerpo (Mt 26.28).
El
aspecto sexual desempeña un papel fundamental en el matrimonio, puesto que este
transfigura la sexualidad humana, y le da realidad concreta, pero no constituye
la esencia del matrimonio.
Luego
Pablo da un nuevo matiz a la metáfora del Antiguo Testamento: Cristo es el
esposo de la Iglesia, de modo que el matrimonio es «un Misterio» (Ef 5.32). La sumisión de la Iglesia a Cristo y el
amor de Cristo a la Iglesia, a la que salvó entregándose por ella, son así la
regla viva que deben imitar los esposos, por la gracia (vv. 21–33).
Bibliografía:
VTB, pp. 450–453. DTB, cols.
616–623. DBH, cols. 1198–1203. IB II, pp. 305–316. P. van Imschoot, Teología del
Antiguo Testamento, Fax, Madrid, 1969, pp. 641–660. J.J. von Allmen, El
matrimonio según San Pablo, Junta de Publicaciones de las Iglesias
Reformadas, Buenos Aires, 1970.
(Mat 9:15 LBLA) Y Jesús les
dijo: ¿Acaso los acompañantes del
novio pueden estar de luto mientras el novio está con ellos? Pero vendrán días
cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán.
(Mar 2:19 LBLA) Y Jesús les
dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes
del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos,
no pueden ayunar.
(Luk 5:34 LBLA) Entonces Jesús
les dijo: ¿Acaso podéis hacer que los acompañantes
del novio ayunen mientras el novio está con ellos?
(Mat 9:15 RV1865) Y les dijo
Jesús: ¿Pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está
con ellos? Mas vendrán días, cuando el esposo será quitado de ellos, y entonces
ayunarán.
(Mat 22:2 RV1865) El reino de los cielos es semejante a
un hombre rey, que hizo bodas a su hijo.
(Mat 22:3 RV1865) Y envió sus
siervos para que llamasen a los
convidados a las bodas; mas no quisieron venir.
(Mat 22:4 RV1865) Volvió a
enviar otros siervos, diciendo: Decid a los
convidados: He aquí, mi comida he aparejado, mis toros y animales
engordados son muertos, y todo está aparejado: veníd a las bodas.
(Mat 22:8 RV1865) Entonces dice
a sus siervos: Las bodas a la verdad están aparejadas; mas los que eran llamados, no eran dignos.
(Mat 22:9 RV1865) Id pues a las
salidas de los caminos, y llamád a las bodas a cuantos hallareis.
(Mat 22:10 RV1865) Y saliendo
los siervos por los caminos, juntaron todos los que hallaron, juntamente malos
y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.
(Mat 25:10 RV1865) E idas ellas
a comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas, entraron con él a las
bodas; y se cerró la puerta.
(Mar 2:19 RV1865) Y Jesús les
dice: No pueden ayunar los que son de
bodas, cuando el esposo está con ellos: entre tanto que tienen consigo al
esposo no pueden ayunar.
(Luk 5:34 RV1865) Y él les dijo: ¿Podéis hacer que los que están de bodas ayunen, entre
tanto que el esposo está con ellos?
(Luk 12:36 RV1865) Y vosotros,
semejantes a hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere y tocare, luego le
abran.
(Luk 14:8 RV1865) Cuando fueres convidado de alguno a bodas, no te
asientes en el primer lugar; porque podrá ser que otro mas honrado que tú sea
convidado de él;
(Joh 2:1 RV1865) Y AL tercero
día hiciéronse unas bodas en Cana de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
(Joh 2:2 RV1865) Y fue también
llamado Jesús, y sus discípulos a las bodas.
(Rev 19:7 RV1865) Gocémonos, y
alegrémonos, y démosle gloria; porque son venidas las bodas del Cordero, y su mujer se ha preparado;
(Rev 19:9 RV1865) Y él me dice:
Escribe: Bienaventurados los que son
llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y díceme: Estas palabras de
Dios son verdaderas.
Ap.19.7-8 El AT considera a Israel como la
esposa del Señor (Is 54.5-6; 62.5; Jer 2.2; Ez 16; Os 2.19-20). En el NT, esta
idea generalmente se aplica a la relación entre Cristo y la iglesia (cf. 2 Co
11.2; Ef 5.23-32); en Ap 21.9-10, la esposa del Cordero es la nueva Jerusalén.
Costumbres matrimoniales
Las costumbres matrimoniales de la Biblia giran alrededor de los
acontecimientos del compromiso y la boda.
El compromiso
En el Cercano Oriente el compromiso (el talmúdico) crea casi tanta
obligación como el casamiento mismo. En la Biblia se llama a veces “esposa” a
la mujer comprometida, y se encontraba bajo la misma obligación de ser fiel
(Gn. 29.21; Dt. 22.23–24; Mt. 1.18, 20), y al hombre comprometido se le llamaba
“esposo (Jl. 1.8; Mt. 1.19). La Biblia no legisla acerca de la ruptura del
compromiso. Así que José quiso romper su compromiso con María lo más discretamente
posible (Mt. 1.19).
El amor y la fidelidad de Dios hacia su pueblo quedan reflejados en los
términos de un compromiso en Os. 2.19–20.
El compromiso incluía los siguientes pasos:
(i) Elección de cónyuge.
Habitualmente los padres del joven elegían su esposa y preparaban el
casamiento, como hizo Agar con Ismael (Gn. 21.21), y Judá con Er (Gn. 38.6). A
veces el joven mismo elegía, y sus padres se encargaban de las negociaciones,
como es el caso de Siquem (Gn. 34.4, 8) y Sansón (Jue. 14.2). Raramente se casaba
un hombre contrariando la voluntad de sus padres, como hizo Esaú (Gn.
26.34–35). A veces se preguntaba a la joven si consentía, como en el caso de
Rebeca (Gn. 24.58). Ocasionalmente los padres de la doncella elegían a un joven
que pudiera ser su esposo, como hicieron Noemí (Rt. 3.1–2) y Saúl (1 S. 18.21).
(ii) Intercambio de regalos.
Tres tipos de obsequios se relacionan con el compromiso en la Biblia:
- El moµhar
traducido “dote” (°vp “compensación”) (Gn. 34.12, para Dina; Ex. 22.17,
para una joven seducida; 1 S. 18.25, para Mical). El moµhar está
implícito, pero no se lo nombra, en pasajes tales como Gn. 24.53, para
Rebeca; 29.18, los siete años de trabajo realizados por Jacob para Raquel.
El trabajo de Moisés como pastor de las ovejas de su suegro podría
interpretarse de la misma manera (Ex. 3.1). Se trataba de un regalo
compensatorio del novio a la familia de la novia, además de que sellaba el
pacto y unía a ambas familias. Algunos eruditos han considerado que el
moµhar era el precio de la novia, pero no se compraba a la esposa como se
compraba una esclava.
- La dote. Era
el presente que daba el padre de la novia a su hija o futuro yerno, y que
a veces consistía en siervos (Gn. 24.59, 61, a Rebeca; 29.24, a Lea) o
tierras (Jue. 1.15, a Acsa; 1 R. 9.16, a la hija de Faraón, esposa de
Salomón) u otra clase de valores (Tobías 8.21, a Tobías).
- El regalo
del novio a la novia consistía a veces en alhajas y vestiduras, como las
que recibió Rebeca (Gn. 24.53). Ejemplos bíblicos de contratos orales son
la oferta de Jacob de trabajar siete años al servicio de Labán (Gn. 29.18)
y la promesa de Siquem de entregar presentes a la familia de Dina (Gn.
34.12). En TB se llama sûƒt\ar qidduÆsûéÆn (Moed Katan 18b) o sûƒt\ar
<eµruÆséÆn (Kiddushin 9a) al contrato de compromiso. Actualmente, en el
Cercano Oriente se fijan las contribuciones de cada familia en un contrato
escrito de compromiso.
Ceremonias nupciales
Un rasgo importante de muchas de estas ceremonias era el reconocimiento
público de la relación matrimonial. Debemos entender que no en todos los
casamientos se cumplían todos los pasos siguientes.
(i) Vestiduras del novio y de la
novia. La novia llevaba a veces vestiduras bordadas (Sal. 45.13–14), joyas
(Is. 61.10), una faja especial o “galas” (Jer. 2.32), y velo (Gn. 24.65). Entre
los adornos que llevaba el novio podía figurar una guirnalda (Is. 61.10). Ef.
5.27; Ap. 19.8; 21.2 se refieren figuradamente a las blancas vestiduras de la
iglesia como la esposa de Cristo.
(ii) Damas de honor y amigos.
El Sal. 45.14 habla de las damas de honor para una novia real, y podemos
suponer que también las novias de menor categoría tenían sus damas de honor.
Por cierto que el novio iba acompañado por un grupo de amigos (Jue. 14.11). Uno
de ellos correspondía al padrino en nuestras bodas, y en Jue. 14.20; 15.2, se
le llama “compañero”, y en Jn. 3.29
“amigo del esposo”. Puede tratarse
de una misma persona que el “maestresala” de la fiesta en Jn. 2.8–9.
(iii) La procesión. Al
atardecer del día fijado para la boda, el novio y sus amigos se dirigían en
procesión a la casa de la novia. Allí podía tener lugar la cena nupcial; a
veces las circunstancias obligaban a que así fuera (Gn. 29.22; Jue. 14), pero
puede haber sido bastante común, desde el momento que la parábola de las diez
vírgenes en Mt. 25.1–13 se interpreta más fácilmente como que el novio fue a la
casa de la novia para el banquete. Se podría pensar, sin embargo, que con mayor
frecuencia el novio acompañara a la novia a su propia casa, o a la de sus
padres, para el banquete, aunque las únicas referencias al respecto en las
Escrituras se encuentran en Sal. 45.14s; Mt. 22.1–14 (bodas reales), y
probablemente en Jn. 2.9s.
La procesión podía realizarse con cánticos, música y danzas (Jer. 7.34;
1 Mac. 9.39), y con lámparas si se hacía de noche (Mt. 25.7).
(iv) La fiesta de bodas.
Generalmente tenía lugar en la casa del novio (Mt. 22.1–10; Jn. 2.9), y a
menudo de noche (Mt. 22.13; 25.6). Muchos parientes y amigos asistían, de modo
que era fácil que se acabara el vino (Jn. 2.3). Un maestresala o amigo
supervisaba la fiesta (Jn. 2.9–10). Rechazar una invitación a la fiesta era un
insulto (Mt. 22.7). Se esperaba que los invitados fueran vestidos de fiesta
(Mt. 22.11–12). En circunstancias especiales podía realizarse la fiesta en la
casa de la novia (Gn. 29.22; Tobías 8.19). La gloriosa reunión de Cristo y sus
santos en el cielo se conoce figuradamente como “la cena de las bodas del
Cordero” (Ap. 19.9).
(v) Cubrimiento de la novia.
En dos casos en el AT (Rt. 3.9; Ez. 16.8) el hombre cubre a la mujer con su
manto o capa, quizás como señal de que la toma bajo su protección. D. R. Mace
sigue lo expresado por J. L. Burckhardt (Notes on the Bedouin, 1830, pp. 264)
cuando dice que en los casamientos árabes esto lo hace uno de los parientes del
novio. J. Eisler, en Weltenmantel und Himmelszelt, 1910, dice que entre los
beduinos el novio cubre a la novia con una capa especial y pronuncia las
siguientes palabras: “De ahora en adelante nadie sino yo te cubrirá.” Las
referencias bíblicas sugieren que se seguía la segunda costumbre.
(vi) La bendición. Los
parientes y amigos bendecían a la pareja y les expresaban sus buenos deseos
(Gn. 24.60; Rt. 4.11; Tobías 7.13).
(vii) La promesa. Otro
elemento religioso era el pacto de fidelidad que se desprende de Pr. 2.17; Ez.
16.8; Mal. 2.14. Según Tobías 7.14, el padre de la novia redactaba un contrato
matrimonial que la Misná llama kƒt_uÆb_aÆ.
(viii) La cámara nupcial. Se
preparaba especialmente una cámara nupcial (Tobías 7.16). El nombre heb. de
esta habitación es h\uppaÆ (Sal. 19.5; Jl. 2.16), que originalmente era un
pabellón o tienda, y la voz gr. es nymfoµn (Mr. 2.19). La palabra h\uppaÆ se
usa todavía entre los judíos para describir el pabellón bajo el cual se sientan
o están en pie los novios durante la ceremonia nupcial.
(ix) La consumación. El
novio y la novia eran escoltados hasta la cámara nupcial, a menudo por los
padres (Gn. 29.23; Tobías 7.16–17; 8.1). Marido y mujer ofrecían una plegaria
(Tobías 8.4) antes de unirse, acto para el que el heb. emplea el término
“conocer”.
(x) La prueba de la virginidad.
Se exhibía un paño de tela o una camisa femenina manchado con sangre como
prueba de la virginidad de la novia (Dt. 22.13–21). Esta costumbre continúa en
algunos lugares del Cercano Oriente.
(xi) Las festividades. Los
festejos de la boda continuaban durante una semana (Gn. 29.27, Jacob y Lea), o
a veces dos (Tobías 8.20, Tobías y Sara). Estas celebraciones contaban con
música (Sal. 45; 78.63) y chistes, como los acertijos de Sansón (Jue.
14.12–18). Algunos interpretan el Cantar de los cantares a la luz de una
costumbre de los campesinos sirios de llamar al novio y a la novia “rey” y
“reina” durante las festividades que siguen a la boda, y de cantarles loas.
Grados prohibidos de
matrimonio
Los encontramos en detalle en la lista de Lv. 18, y en menor grado en
Lv. 20.17–21; Dt. 27.20–23. David Mace, Hebrew Marriage, pp. 152s, los analiza
detalladamente. Presumimos que la prohibición regía tanto para una segunda
esposa durante la vida de la primera, como para cualquier casamiento
subsiguiente después de la muerte de la esposa, excepto para el casamiento con
la hermana de la esposa, porque Lv. 18.18, al decir que no se debe tomar en
casamiento a la hermana de la esposa durante la vida de esta última, da a entender
que puede hacerlo después de su muerte.
Abraham (Gn. 20.12) y Jacob (Gn. 29.21–30) se casaron con grados de
parentesco que posteriormente fueron prohibidos. El escándalo en la iglesia de
Corinto (1 Co. 5.1) puede haber sido causado por el casamiento de una madrastra
después de la muerte del padre; pero como se describe a la mujer como “mujer de
su padre” (y no viuda) y al acto se le llama fornicación, es más probable que
se trate de un caso de relación inmoral con una segunda esposa joven de su padre.
Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico
Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000,
c1982.
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