CRISTIANISMO PAGANO
Diluyendo las aguas del
bautismo
La mayoría de los cristianos evangélicos
creen y practican el “bautismo del creyente”, en contraposición con el
“bautismo de bebés”.1 Asimismo, la mayoría de los protestantes creen y
practican el bautismo por “inmersión” en vez del bautismo por “aspersión”. El Nuevo
Testamento, así como la historia de la iglesia primitiva, apoya estas dos
posiciones.2
1
El bautismo de bebés tiene su raíz en las creencias supersticiosas que se
extendieron por la cultura grecorromana. Según un erudito, “Primeramente está
la superstición, que en el transcurso del segundo siglo se asoció con los
Misterios, las presentaciones místicas paganas y sagradas (de los paganos), y
después el establecimiento de la iglesia estatal. Las ideas supersticiosas que
llegaron a asociarse con el bautismo no podían menos que producir el bautismo
de bebés” (J. Warns, Baptism: Its History and Significance, Exeter:
Paternoster, 1958, pp. 73-75, 93-95). Cipriano, un fuerte defensor del bautismo
de bebés, le atribuía poderes mágicos en su capacidad de lavar el pecado (M. A.
Smith, From Christ to Constantine, Downer’s Grove: InterVarsity Press, 1973, p.
139). Haciéndose eco del mismo sentimiento, Graydon F. Snyder escribió que “el
bautismo de bebés fue practicado cuando la matriz social y la comunidad
religiosa se habían vuelto la misma cosa” (Graydon F. Snyder, Ante Pacem:
Church Life Before Constantine, Mercer University Press, 1985, p.
125).
La primera referencia verosímil al bautismo de bebés se encuentra en Ireneo
(130–200). Tertuliano (160–225) fue también uno de los primeros en hablar sobre
el tema, pero se oponía a él. El bautismo de bebés parece haber comenzado a
principios del segundo siglo y estaba acompañado por una teología elaborada.
Para el quinto siglo, el bautismo de bebés se convirtió en una práctica general
que reemplazó el bautismo de adultos (Everett Ferguson, Early Christians Speak:
Faith and Life in the First Three Centuries, Abilene: A.C.U. Press, Third
Edition, 1999, pp. 57-61; Marjorie Warkentin, Ordination: A Biblical–Historical
View, Grand Rapids: Eerdmans, 1982, pp. 31-32). El anabautista Menno Simons
fechó “la caída de la iglesia” cuando el papa Inocencio I firmó el edicto que
hizo obligatorio el bautismo de bebés, en 416 (Ordination, p. 63). Desde un
punto de vista teológico, el bautismo de bebés divorcia dos cosas que la Biblia
une consistentemente: 1) la fe y el arrepentimiento, y 2) el bautismo en agua.
En 197 d.C., Tertuliano condenó el bautismo de bebés junto con el bautismo de
los muertos. Pero Agustín proveyó una justificación bíblica plena de la
práctica (Kim Tan, Lost Heritage: The Heroic Story of Radical Christianity,
Godalming: Highland Books, 1996, pp. 82, 209).
2
La palabra “bautismo” en griego (baptizo)
significa literalmente ‘inmersión’.
Juan 3:23 no tiene mucho sentido si se practicaba la aspersión. La inmersión
fue la práctica habitual de la iglesia cristiana hasta fines de la Edad Media
en Occidente (Early Christians Speak, pp. 43–51).
En nuestros días, la “oración del pecador”
ha reemplazado el papel del agua del bautismo como la confesión de fe inicial.
Se les dice a los incrédulos: “Repita esta oración conmigo, acepte a Jesús como
su ‘Salvador personal’ y será salvo”. Pero en ninguna parte del Nuevo
Testamento encontramos que alguna persona sea llevada a Jesús por una “oración
del pecador”. Y no hay el menor indicio en la Biblia acerca de un “Salvador personal”.
En cambio, los incrédulos del primer siglo
eran llevados a Jesucristo pasando por las aguas del bautismo. Si me permite
decirlo de esta manera, ¡el bautismo en agua era la “oración de pecador” en el
primer siglo! El bautismo acompañaba la aceptación del evangelio. Indicaba un
corte completo con el pasado y una entrada plena a Cristo y su iglesia. El
bautismo era simultáneamente un acto de fe y una expresión de fe.8
Entonces, ¿cuándo se separó el bautismo de
recibir a Cristo? Empezó a principios del segundo siglo. Ciertos cristianos
influyentes enseñaban que el bautismo necesita ser precedido por un período de
instrucción, oración y ayuno.9 ¡Esta tendencia se agravó en el tercer siglo,
cuando los jóvenes conversos debían esperar tres años para bautizarse!
7
Marcos 16:16; Hechos 2:38; 22:16 y 1 Pedro 3:21 son algunos ejemplos.
8
La importancia del bautismo en agua en la fe cristiana se describe en el
primitivo arte cristiano (Andre Grabar, Christian Iconography, Princeton:
Princeton University Press, 1968).
9 Early Christians Speak, p. 33.
10 David F. Wright, The Lion Handbook of
the History of Christianity, capítulo “Beginnings,” sección “Instruction for
Baptism.” Wright
señala que, para el cuarto siglo, el clero se hizo cargo de las instrucciones
para los conversos y el obispo se hizo personalmente responsable de la
enseñanza y la disciplina que precedía al bautismo. Este es el precursor de la
clase prebautismal supervisada por el pastor en muchas iglesias protestantes
modernas. Desde el segundo siglo en adelante, los bautismos tuvieron lugar
normalmente en Pascua. De aquí el origen de la Cuaresma (From Christ to
Constantine, p. 151).
El legalismo que rodeaba el bautismo dio
origen a un concepto aún más sorprendente: sólo el bautismo perdona los pecados.
Si una persona comete un pecado después del bautismo, no puede ser perdonada.
Por esta razón, demorar el bautismo se volvió bastante habitual para el cuarto
siglo. Como se creía que el bautismo producía el perdón de pecados, muchos
pensaban que lo mejor era demorar el bautismo hasta que se pudieran obtener los
máximos beneficios.13 Por lo tanto, algunas personas, como Constantino,
¡esperaron hasta su lecho de muerte para bautizarse!14
12 Ibid., pp. 35-36; W. R. Haliday, The
Pagan Background of Early Christianity (New York: Cooper Square Publishers,
1970), p. 313. La
costumbre de dar leche y miel fue adoptada del paganismo. El nuevo converso
(“catecúmeno”, como llegó a llamarse y de donde se deriva la palabra
“catecismo”) solía bautizarse un domingo de Pascua o en Pentecostés. El jueves
anterior el candidato debía bañarse. Pasaba el viernes y sábado ayunando, y
luego era exorcizado por el obispo para echar fuera cualquier demonio que
tuviera. Para fines del segundo siglo, esta era una ceremonia bautismal
bastante uniforme en Occidente. Gregory Dix señala que la introducción del
credo en el cristianismo comienza en la primera mitad del segundo siglo, con el
credo bautismal. El credo bautismal estaba formado por una serie de tres
preguntas que trataban respectivamente con las tres Personas de la Trinidad. El
Concilio de Nicea, en 325 d.C., llevó el credo un paso más lejos. Éste
evolucionó para convertirse en una prueba de comunión para quienes estaban
dentro de la iglesia antes que una prueba de fe para quienes estaban fuera de
ella (The Shape of the Liturgy, New York: The Seabury Press, 1982, p. 485;
David C. Norrington, To Preach or Not to Preach? The Church’s Urgent Question,
Carlisle: Paternoster Press, 1996, p. 59)
La frase “Salvador personal” es otra innovación moderna producto
del espíritu del avivamentismo
norteamericano del siglo XIX.17 Surgió a mediados del siglo XIX, para ser exacto.18
Pero se convirtió en una expresión popular gracias a Charles Fuller
(1887-1968).
Fuller usó la frase literalmente miles de
veces en su programa de radio increíblemente popular, “Old–Fashioned Revival
Hour” (La hora del avivamiento a la antigua) que se transmitió en las décadas
de 1940, 1950 y 1960. Su programa alcanzaba, desde Estados Unidos, cada rincón
del mundo. Cuando murió, el programa era escuchado por más de 500 emisoras de
todo el mundo.19
Hoy, el uso de la frase “Salvador personal”
está tan generalizado que parece ser bíblica.
Pero considere lo absurdo de usarla. ¿Ha
presentado alguna vez uno de sus amigos usando esta designación: “Este es mi
‘amigo personal’, Juan Pérez”? Aparte
del hecho de que esta frase tiene pocos puntos de contacto con la vida real,
hay un problema mayor. La frase “Salvador personal” limita a Jesús a lo que
nosotros consideramos como nuestra vida personal. El hecho es que Jesucristo
nos salva de cada dimensión de la vida, sea personal, impersonal,
interpersonal, corporativo, etc. Él es el Salvador de cada rincón, recoveco y
sala del edificio.
Además, la frase “Salvador personal” refuerza
el concepto de un cristianismo altamente individualista. Pero el Nuevo
Testamento es completamente ajeno a una fe cristiana de “sólo Jesús y yo”. Más
bien, es intensamente corporativo. El cristianismo es una vida vivida entre un
Cuerpo de creyentes que conocen a Jesús en conjunto como Señor y Salvador.
17
Ver el capítulo 1 para una lista de aportes de Finney, Moody, Graham, etc.
18
La frase no se encuentra en la base de datos “Making of America” de 1800–1857.
Comienza a aparecer en 1858, en el periódico “Ladies Repository”, publicado por
la Iglesia Episcopal Metodista a mediados del siglo XIX. Es interesante que
1858 fue el año en que Charles Finney finalizó sus avivamientos de oración que
son tan famosos ahora.
19
http://www.cantonbaptist.org/halloffame/fuller.htm
20
En palabras de H. Ellerbe, “Fui criado creyendo que la historia del
cristianismo fue de una espiritualidad similar a la de Cristo que brilló a
través de los siglos como una luz en la oscuridad. Pero he llegado a darme cuenta
de que el cristianismo mismo tiene un lado oscuro, y que su historia tiene
tanto de letanía de crueldad como de legado de caridad”
Hoy, la tradición nos ha obligado a tomar
la Cena en forma de un dedal de jugo de uva que apenas moja la lengua y una pequeña
galleta desabrida, en una atmósfera triste y lúgubre. Se nos dice que
recordemos los horrores de la muerte de nuestro Señor, y somos llamados a
reflexionar sobre nuestros pecados.
Además, la tradición nos ha enseñado que
tomar la Cena del Señor puede ser algo peligroso. Así que la mayoría de los
cristianos contemporáneos no la tomarían ni muertos sin un clérigo ordenado
presente. Todos estos elementos eran desconocidos para los primeros cristianos.
Para ellos, era una comida comunitaria.22 El espíritu era de celebración y
gozo. Y no había ningún clérigo para oficiarla.23 La Cena del Señor era,
esencialmente, un banquete cristiano.
La comida truncada
Entonces, ¿cuándo cesó la comida completa,
dejando sólo el pan y la copa? He aquí la historia. Durante el primer siglo y
principios del segundo, los primeros cristianos llamaban a la Cena del Señor la
“fiesta de amor”.24 En ese tiempo, tomaban el pan y la copa en el contexto de
una comida festiva. Pero, alrededor del tiempo de Tertuliano (160-225), se empezó
a separar el pan y la copa de la comida. Para fines del segundo siglo, la
separación era completa.25
Algunos eruditos han sostenido que los
cristianos eliminaron la parte de la comida porque no querían que el Eucaristía
se profanara por la participación de incrédulos.26 Esto podría ser parcialmente
cierto. Pero es más probable que la influencia creciente del ritual religioso
pagano sacara a la Cena del ambiente gozoso, terrenal y no religioso de una comida
en la sala de estar de una persona.27 Para el cuarto siglo, ¡la fiesta de amor
fue “prohibida” entre los cristianos!28
22
“A lo largo del período del Nuevo Testamento, la Cena del Señor era una comida
real compartida en los hogares de cristianos” (John Drane); “En los primeros
tiempos, la Cena del Señor se realizaba durante el transcurso de una comida
comunitaria. Todos traían la comida que podían, y era compartida en conjunto”
(Donald Guthrie); “En Corinto, la santa comunión no era simplemente una comida
simbólica como ocurre entre nosotros, sino una comida real. Por otra parte,
parece claro que era una comida a la cual cada uno de los participantes traía
comida” (León Morris).
23
The Lord’s Supper, pp. 102–103. La Cena del Señor fue una vez una función
“laica”, pero terminó por convertirse en la tarea especial de una clase
sacerdotal.
24
Era llamado el agape, Judas 1:12.
25 The Shape of the Liturgy, p. 23;
Early Christians Speak, pp. 82–84, 96–97, 127–130. En el primer y segundo siglo,
la Cena del Señor parece haber sido tomada a la noche, como una comida. Hay
fuentes del segundo siglo que demuestran que fue tomada sólo en domingos. En la
Didaché, la Eucaristía sigue apareciendo como algo que se tomaba con la comida
del agape (fiesta de amor). Ver también J. G. Davies, The Secular
Use of Church Buildings (New York: The Seabury Press, 1968), p. 22.
26 The Table of the Lord, pp. 57–63.
27 Para la influencias paganas sobre la
misa cristiana en evolución, ver el escrito de Edmon Bishop, The Genius of the
Roman Rite; Mgr. L. Duchesne, Christian Worship: Its Origin and Evolution (New
York: Society for Promoting Christian Knowledge, 1912), pp. 86–227; Josef A.
Jungmann, S. J., The Early Liturgy: To the Time of Gregory the Great (Notre
Dame: Notre Dame Press, 1959), p. 123, 130–144, 291–292; M. A. Smith, From
Christ to Constantine (Downer’s Grove: InterVarsity Press, 1973), p. 173; Will
Durant, Caesar to Christ (New York: Simon & Schuster, 1950), pp. 599–600,
618–619, 671–672.
28 Fue prohibida por el Concilio de
Cartago, en 397 d.C. The Lord’ Supper, p. 60; Charles Hodge, 1Corinthians, p.
219; R. C. H. Lenski, The Interpretation of 1 & 2 Corinthians, p. 488.
Con el abandono de la comida, las
expresiones “partir el pan” y “Cena del Señor”
desaparecieron.29 La expresión común para
el ritual ahora truncado (sólo el pan y la copa)
fue “la Eucaristía”.30 Ireneo (130-200) fue
uno de los primeros en llamar al pan y la copa
una “ofrenda”.31 Después de él, comenzó a
llamarse la “ofrenda” o “sacrificio”.
La mesa de altar donde se colocaba el pan y
la copa pasó a verse como un altar donde se
ofrecía la víctima.32 La Cena ya no era un
evento comunitario. Era, más bien, un ritual
sacerdotal para ser presenciado a la
distancia. A lo largo del siglo cuarto y quinto, hubo un
sentido creciente de sobrecogimiento y
temor asociado con la mesa donde se celebraba la
sagrada Eucaristía.33 Se convirtió en un
ritual sombrío. El gozo que alguna vez había
formado parte de él había desaparecido.34
La mística asociada con la Eucaristía se
debía a la influencia de las religiones de
misterio paganas.35 Estas religiones
estaban rodeadas de misterio y superstición. Con esta
influencia, los cristianos empezaron a
atribuir al pan y a la copa connotaciones sagradas.
Eran considerados como objetos sagrados por
virtud propia.36
Como la Cena del Señor se convirtió en un
ritual sagrado, requería de una persona
sagrada para administrarla.37 Aquí hace su
ingreso el sacerdote para ofrecer el sacrificio de
la misa.38 Se creía que él tenía el poder
para hacer descender a Dios del cielo para
confinarlo en un trozo de pan.39
Alrededor del siglo X, el significado de la
palabra “cuerpo” cambió en la literatura
cristiana. Previamente, los escritores
cristianos la usaban para referirse a una de tres cosas:
1) El cuerpo físico de Jesús, 2) la
iglesia, o 3) el pan de la Eucaristía.
33
Escritores tan atrás como Clemente de Alejandría, Tertuliano e Hipólito
(principios del tercer siglo)
comenzaron
a usar una terminología que hablaba de una presencia de Cristo en forma general
en el pan y el
vino.
Pero no se hizo ningún intento, en esta etapa temprana, por sostener un
realismo físico que “cambiara”
al
pan y el vino en carne y sangre. Más tarde, algunos escritores orientales
(Cirilo, Serapio, Atanasio)
introdujeron
una oración al Espíritu Santo para que transforme el pan y el vino en el cuerpo
y la sangre. Pero
fue
Ambrosio de Milán (fines del cuarto siglo) que comenzó a localizar el poder
consagrador en la recitación
de
las palabras de institución. Se creía que las palabras “Esto es mi cuerpo” (en
latín, hoc est corpus meum)
contenían
el poder de transformar el pan y el vino (Josef Jungman, The Mass in the Roman
Rite, New York:
Benziger, 1951, pp. 52, 203–204; Gregory
Dix, The Shape of the Liturgy, London: Dacre Press, pp. 239, 240–
245).
Dicho sea de paso, el latín comenzó en el norte de África a fines del segundo
siglo y se difundió
lentamente
hacia Roma hasta que pasó a ser común para fines del cuarto siglo (Bard
Thomson, Liturgies of
the Western Church, Cleveland: Meridian
Books, 1961, p. 27).
34
Este cambio se refleja también en el arte cristiano. No hay imágenes lúgubres
de Jesús antes del cuarto
siglo
(correo electrónico privado de Graydon Snyder, 10/12/2001; Ver también su
libro, Ante Pacem).
35 Jesus and the Eucharist, p. 121.
36
Esto ocurrió en el siglo noveno. Antes de esto, era al acto de tomar la
Eucaristía lo que se consideraba
sagrado.
Pero en 830 d.C. un hombre llamado Radberto escribió el primer tratado que
encaraba la Eucaristía
centrándose
directamente en el pan y el vino. Todos los escritores cristianos antes de
Radberto describieron lo
que
los cristianos estaban haciendo cuando tomaban el pan y el vino. Describían la
acción de tomar los
elementos.
Radberto fue el primero en centrarse exclusivamente en los elementos mismos, el
pan y el vino
que
estaban sobre la mesa de altar (Jesus and the Eucharist, pp. 60–61, 121–123).
37 James D. G. Dunn, New Testament
Theology in Dialogue (Westminster Press, 1987), pp. 125–135.
Si bien los modernos cristianos
protestantes han descartado el concepto católico de que
la Cena del Señor es un sacrificio,
siguieron adoptando la práctica católica de la Cena.
Observe cualquier servicio de la Cena del
Señor (a menudo llamada “Santa Comunión”) en
cualquier iglesia protestante y verá lo
siguiente:
• La Cena del Señor es un
bocado de galleta (o de pan) y una copita de jugo de uva (o
vino). Dista de ser una comida, igual que
en la iglesia católica.
• La atmósfera es sombría y
lúgubre, igual que en la iglesia católica.
• El pastor les dice a los
asistentes que deben examinarse con relación al pecado antes de participar de
los elementos, una práctica originada en Juan Calvino.45
41 Para muchos esclavos y personas pobres,
la Cena del Señor era su única comida verdadera. Es interesante
que recién en el Sínodo de Hipona, en 393
d.C., surgió el concepto de ayunar para la Cena del Señor (The
Lord’s
Supper, p. 100).
42
The Early Christians, pp. 111-112. La doctrina
completa de la transubstanciación es atribuida a Santo
Tomás de Aquino. Con relación a esto,
Martín Lutero creía que la “opinión de Tomás” debía haber
permanecido como una opinión, y no
convertirse en un dogma de la iglesia (Christian Liturgy, p. 307).
43
Edwin Hatch, The Growth of Church Institutions (Hodder and Stoughton, 1895), p.
216. La
transubstanciación fue definida como una
doctrina en el Concilio Laterano, en 1215, como resultado de 350
años
de polémica sobre la doctrina en Occidente (Gregory Dix, The Shape of the
Liturgy, New York: The
Seabury
Press, 1982, p. 630; Christian Priesthood Examined, p. 79; Philip Schaff,
History of the Christian
Church:
Volume 7, Michigan Eerdmans, 1910, p. 614).
44
Ilion T. Jones, A Historical Approach to Evangelical Worship (New York:
Abingdon Press, 1954), p. 143.
45
Protestant Worship: Traditions in Transition (Louisville: Westminster/John Knox
Press, 1989), p. 66. 1
Corintios 11:27-33 no es una exhortación
para que uno se examine con relación al pecado personal. Más bien es una
exhortación a examinarse en cuanto a tomar la Cena dignamente. Los corintios la
estaban deshonrando
porque no esperaban a sus hermanos pobres
para comer juntos y se emborrachaban con el vino.
46 Mateo 26:25–27; Marcos 14:21–23; Lucas
22:18–20.
47 Hechos 2:38-40; 1 Corintios 10:1, 2.
48 Romanos 6:3-5; Colosenses 2:11, 12.
49 1 Pedro 3:20, 21.
50 Hechos 22:16; Efesios 5:26.