¿Existe Realmente un Infierno?
Por
Rick Rood
Se cuenta que C. S. Lewis estaba escuchando el sermón
de un joven predicador sobre el tema del juicio de Dios del pecado. Al
finalizar su mensaje, el joven dijo: "¡Si usted no recibe a Cristo como
Salvador, sufrirá graves ramificaciones escatológicas!" Luego de la
reunión, Lewis le preguntó, "¿Usted quiere decir que una persona que no
cree en Cristo se irá al infierno?" "Precisamente," fue la
respuesta. "Entonces, dígalo," contestó Lewis.[1]
Esta historia ilustra algo que la mayoría de los
cristianos saben pero pocos expresan: que de todas las doctrinas de la fe
cristiana, aquella con la que nos sentimos más incómodos para discutir es la
doctrina del castigo eterno o infierno. Y no es difícil entender por qué es
así. La doctrina del infierno es ofensiva para los incrédulos y contradice el
énfasis en la tolerancia y en el potencial humano que domina nuestros tiempos.
¿Quién de nosotros disfruta de alienar a nuestros amigos hablando del juicio
eterno por el pecado? Para muchos de nosotros la doctrina del infierno es
difícil también de reconciliar con el amor y la gracia de Dios. Más aún,
estamos bien conscientes de cristianos que han utilizado mal la doctrina del
infierno, usándola para manipular y controlar a otras personas. Al tratar de
distanciarnos del abuso de esta doctrina y para evitar aparecer como
intolerantes y sin afecto, muchos de nosotros hemos eliminado la palabra
"infierno" por completo de nuestro vocabulario (haciendo que nuestra
creencia sea un asunto completamente personal).
Encuestas recientes han revelado algunos hechos muy
interesantes acerca de las actitudes actuales acerca del infierno. Una encuesta
hecha por George Gallup en 1990 reveló que apenas algo menos que el 60% de los
norteamericanos cree que existe un infierno (un descenso de más de 10% desde
1978), aunque sólo un 4% cree que el infierno es su propio destino personal.
Una encuesta por la mitad de la década del 80 de estudiantes evangélicos
norteamericanos de escuelas secundarias y de seminarios reveló que sólo uno en
diez creía que el primer paso para influenciar a los incrédulos debería ser
advertirlos acerca del infierno. Un 46% de los estudiantes de seminarios creía
que hacer énfasis en los no creyentes que el juicio eterno sería la
consecuencia de rechazar a Cristo era "de mal gusto." Una encuesta
llevada a cabo en 1981 reveló que ¡el 50% de la población de las facultades
teológicas cree en la existencia del infierno (61% de los Católicos Romanos y
34% de los Protestantes)![2]