Jesucristo,
Sacerdote y Ofrenda
(Heb 10:12)
Introducción:
Cuando
Adán y Eva estaban en el huerto del Edén tenían una comunión perfecta con Dios
pues su espíritu era puro y no conocían pecado. Después de la caída, Dios los
vistió con pieles de animales, las cuales entendemos que fueron sacadas de un
sacrificio y esto les enseñó que la única manera de atraer su presencia iba a
ser a través del levantamiento de altares y de sacrificios de animales donde se
derramaría la sangre de un inocente (Gen 3:21), lo cual encajaba perfectamente
con la promesa de redención descrita en Génesis 3:15 donde leemos que de la
simiente de la mujer se levantaría uno que heriría al enemigo de nuestras almas
en la cabeza, pero que éste lo heriría en el calcañar.
Con
esto se dio origen al sacerdocio levítico (que era una figura del sacerdocio
eterno que habría de venir), en el cual solo se cubrían (no se borraban) los
pecados por medio de sacrificios de corderos, tanto para el sumo sacerdote,
como para el pueblo.
Todo
esto apuntalaba al verdadero sacrificio que había a venir para reconciliar no
solo las cosas que están en la tierra sino las que están en los cielos (Col
1:20) y a nuestro Dios le agradó que esa reconciliación se llevara a cabo a
través de Cristo (Jn 3:16), nuestro único y suficiente salvador, el cual había
sido preparado como el Cordero de Dios desde antes de la fundación del mundo (1
P 1:20) y al cual Dios nombraría Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec,
porque en toda la creación no había otro cordero sin mancha, sin pecado y
perfecto capaz de ser El mismo el sacerdote y la ofrenda.
Desarrollo:
Cuando
vino la ley vino también el conocimiento del pecado. El propósito de la ley
entonces no era que el hombre se salvara por medio de ella porque por medio de
la ley nadie ha sido justificado delante de Dios (Rom 3:20, Heb 7:19)). Este
sacerdocio solo duraría hasta el tiempo de reformar todas las cosas (Heb
9:9-10). El sacerdocio levítico era imperfecto puesto que estaba constituido
por hombres débiles, pecadores y mortales y que tampoco podía hacer perfectos a
los santificados, por eso se hacía necesario que viniera un cambio de
sacerdocio y de ley que abrogaran el sacerdocio y la ley antigua.