El Trono de Satanás (Apocalipsis 2:
2-16)
Posted by Dr. Eli
Lizorkin-Eyzenberg
12. “Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo:
El que tiene la espada de dos filos dice esto: 13. Yo conozco tus obras y
donde moras, donde está el trono de Satanás”.
Pérgamo
era una ciudad que se enorgullecía de tener varios templos dedicados al culto
Imperial Romano. En el periodo romano, la ciudad de Pérgamo, una antigua
capital administrativa del Asia menor que más tarde se trasladó a Éfeso, llegó
a ser el emblema del patriotismo romano expresado en devoción religiosa. Como
en la mayoría de las ciudades griegas, Pérgamo presumía de tener un teatro,
estadio, biblioteca y un centro de salud dedicado a Esculapio entre otros
edificios que eran parte de la vida cotidiana en el mundo greco-romano.
El centro
de salud (Esclepión) de Pérgamo, considerado como sede (cuartel general) de una
gran red de centros de salud a través del Imperio Romano. Durante muchos años,
Galeno, el más renombrado médico del Imperio Romano y médico personal del
emperador Marco Aurelio, trabajó en este “esclepión”. La biblioteca de Pérgamo
estaba considerada como la segunda después de la mundialmente famosa
Biblioteca de Alejandría. La biblioteca de Pérgamo presumía, según Plutarco,
de tener más de 200 mil volúmenes. Otro relato dice que Marco
Antonio, el comandante militar romano, legó la colección a Cleopatra como
compensación por la destrucción total de la Biblioteca de Alejandría por Julio
César.
Más que
templos al Emperador e incluso a los dioses de Roma, la ciudad tenía el honor
de albergar y mantener el templo de Zeus – Padre de todos los dioses y de la
humanidad y gobernador del Olimpo en el Monte Olimpo según las antiguas
creencias griegas. Zeus estaba cercanamente asociado con Júpiter, la deidad
romana cuyo nombre significa el cielo, o literalmente “padre celestial” dios.
El altar a Zeus era una de las estructuras más impresionantes de Pérgamo. La
escalinata del altar, las columnas y las esculturas adyacentes tenían como 40
pies (12 metros) de altura. Hoy, solo los escalones alrededor de la base
del altar se pueden ver en el Museo de Pérgamo en Berlín. Los laterales del
altar estaban ornamentados con paneles de mármol que describían la batalla
mítica entre los dioses griegos y los gigantes rebeldes hijos de la Madre
Tierra.
Muchos
han sugerido que este altar a Zeus es lo que está mencionado como el trono de
Satán en el vs. 13. Pero existe otro número de posibilidades – tales como la
sede del culto de Asclepio o una concentración del culto imperial y romano en
esa ciudad. Como mencionamos anteriormente, en la antigua Roma, la imagen de una espada
y especialmente la espada de doble filo era altamente simbólico. Por eso, en
esa ciudad, se podía decir con certeza que estaba emplazado el trono de
Satanás, el símbolo de la ley y la autoridad del Imperio Romano. Cristo se
presenta a sí mismo a la asamblea de seguidores del Dios de Israel en Cristo
como “el que tiene la espada de doble filo”. Si la identificación anterior del
trono de Satanás como el culto al Imperio Romano es correcta, entonces tendría
un perfecto sentido para que Cristo fuese presentado como alguien con la
autoridad de la espada de doble filo.
“Pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni
aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde
ahora mora Satanás”.
No se
sabe mucho acerca de la persona Antipas en este pasaje. Las tradiciones
cristianas de tiempo después mantienen que fue ordenado obispo de Pérgamo por
el apóstol Juan, tal como fue Policarpo en la ciudad de Esmirna. La tradición
mantiene que fue hervido vivo en un caldero de bronce con apariencia de toro.
Esta descripción del siglo I, viene de los comentarios más tardíos sobre
martiriología cristiana y por lo tanto su veracidad es cuestionable. Lo que sí
puede ser asumible realmente es que para finales del primer siglo, cuando fue
escrito el Apocalipsis, el martirio de Antipas ya había sucedido. Todavía
estaba fresco en la memoria de los seguidores cristianos de Pérgamo. Sin duda,
Antipas encontró su destino, abrazando la muerte porque no quería venerar ni
sacrificar a los dioses paganos. Solo un Dios puede ser venerado y adorado.
14. Pero tengo unas cuantas cosas contra ti: que
tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba Balak a poner
piedra de tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a
los ídolos, y a cometer fornicación. 15. Y también tienes a los que retienen la
doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. 16. Por tanto, arrepiéntete;
pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi
boca”.
En la
sección sobre la congregación de Éfeso, ya comentamos sobre las malas obras y
enseñanzas de los Nicolaítas. La explicación más probable es que los nicolaítas
fueran seguidores del movimiento, relacionado a Nokhal, entre los primeros
cristianos.
“Nokhal” en Hebreo quiere decir: “queremos comer” en este caso se refiere a la
carne sacrificada a los dioses greco-romanos.
Los
Nicolaítas del vs.15 están conectados con los malvados Balaam y Balak. Su
estrategia para minar a Israel es la misma. Ellos querían que los israelitas
adorasen a Baal Peor. La mayor atracción eran las orgías sexuales que estaban
relacionadas a tal veneración. Leemos en Num.25:1-5:
1. Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas
de Moab. 2. las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y
el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. 3. Así acudió el pueblo a
Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel. 4. 4. Y el SEÑOR
dijo a Moisés: Toma a todos los jefes del pueblo y ejecútalos delante del SEÑOR
a plena luz del día, para que se aparte de Israel la ardiente ira del SEÑOR. 5.
Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: matad cada uno a aquellos de los
vuestros que se ha juntado con Baal-peor”.
Cristo
reprende a la asamblea de Pérgamo que toleraba entre ellos la mezcla de los que
profesaban a Cristo y que comían carne sacrificada a los ídolos romanos, y que
se arrepintiesen. Cristo el Rey, les amenaza con su pronto juicio, les exhorta
a que finalmente hagan su elección entre el Dios de Israel y los dioses del
Imperio Romano.