sábado, 22 de julio de 2023

BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA

 

BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE 

Y SED DE JUSTICIA
Mateo 5:6

6 "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos"
Dios es la fuente de toda justicia, y esta justicia es un atributo comunicable al hombre. El Hombre sin Dios no puede tener justicia. La justicia le es ajena a un hombre que no tiene a Dios. Es como querer encontrar agua en el desierto.
Dios le ha dado al hombre una soberanía o voluntad, la cual Dios no puede violar. Puso soberanía en la vida del hombre para respetarla el mismo. Pero hay entidades no corpóreas como las que se mencionan en el libro de Efesios que incursionan en el mundo de los humanos y tienen acceso a poner pensamientos en la mente del hombre.
Cuando esto sucede hay una violación de soberanía y se producen agresiones. La Biblia nos dice que el diablo vino a robar, matar y destruir. Osea que el diablo al actuar sobre el hombre, primero le roba, luego lo mata para destruirlo totalmente. Todo lo contrario a Cristo, que vienen para dar Vida en abundancia.
Dios vino a este mundo a restaurar la justicia que se había perdido. Se inclinó desde el cielo a la tierra a mirar si habría aunque sea uno, que aplicara justicia. La Biblia dice: "No hay quien busque a Dios. Todos se olvidaron de la fuente de agua viva y se cavaron para sí cisternas de aguas rotas"
Cuando el hombre pone su confianza en el hombre, existe un 100% que va al fracaso. Hablamos la otra vez que el Reino de Dios no consiste en comida ni bebida pero en Justicia, Paz y Gozo. La justicia es otorgarle a alguien lo que se merece, en cambio la misericordia es darle a alguien lo que no se merece. Para nosotros no hay justicia porque no merecemos nada. Todos los derechos que teníamos se perdieron cuando Adán pecó.

Hay diferentes clases de justicia:

  • Remunerativa

  • Absoluta: autoprotección

  • Rectora: que establece leyes y juicios.

  • Distributiva: que es la que recompensa y que Dios utiliza para demostrar su amor.

La justicia es diferente a la Misericordia. No vamos a hablar hoy día de la justicia sino de la manera como Dios sacia la sed y el hambre de los que buscan justicia. Ud. sabe que el pueblo de Israel estuvo cautivo en Egipto. Estuvo oprimido, fue esclavo. Pero el pueblo de Israel empezó a clamar a Dios para que se le hiciese justicia. Dios levantó entonces a Moisés para que sacara a su pueblo y le presentara la puerta de la justicia de Dios para que sean saciados.

A Egipto le llegaron 10 plagas y cada plaga iba directamente a una potestad que oprimía al pueblo. Dios les presentó los elementos que los llevarían a la justicia y la unidad: El Cordero y la sangre.

  • La sangre era para ponerlo en los dinteles de la puerta para que el destructor pasara de largo ya que llevaba ordenes de matar a todo primogénito que estuviera en las casas donde no hubiera sangre.

  • Por otro lado la carne era para unificar al pueblo.

  • Las hiervas amargas eran para recordar al pueblo de donde Dios los sacó.

Allí empezó la manifestación de la justicia de Dios. Este paso es fácil.

Pero al llevarlo al desierto le provee el maná para su metabolismo y el agua de la Roca (símbolo del Espíritu Santo) de lo cual se iban a sustentar para pasar el desierto. Les digo esto porque esta bienaventuranza está hablando de hambre y sed. Nosotros estamos hechos de agua y de carne. Nosotros estamos hechos casi de agua. La justicia de Dios viene no solamente para llevarnos al cielo sino para hacernos pasar por el desierto Cristo Jesús es la justicia de Dios; nos va a servir al igual que les sirvió a Israel (La Roca) para pasar esta vida. El pueblo de Israel despreció el maná. "Todo el tiempo o lo mismo" dijeron. Pero este maná se podía hacer de varias formas. Gustaba como hojuelas de maíz, como semilla de cilantro. Se le podía comer como pan cocido, como taquitos o pupuzas. Pero este maná ya no servía para el día para el día siguiente, porque se agusanaba. Dios nos ha dejado su palabra que nos va a ayudar a pasar este siglo. Cristo nos ha dejado su palabra de donde sacamos la justicia de Dios.

En Isaías 55:1 leemos: "A TODOS los sedientos: Venid á las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed. Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche"

"Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida"

Cristo nos dejó la Palabra de Dios de la cual tenemos que comer a diario, en este camino Ud. puede regresarse al mundo si así lo desea, Ud. puede decir: a mí ya no me gusta este maná y regresarse o seguir adelante hasta alcanzar la plenitud de Cristo.
Nosotros ya fuimos justificados; justificados pues en la fe tenemos paz con Dios en Cristo Jesús. Pero podemos regresarnos, Dios le dio al hombre su justicia pero al pecar esta se le agusanó al igual que el maná, y llegó a ser trapo de inmundicia.
El agua de la Roca es El Espíritu Santo. Esto quiere decir que cuando la Palabra y El Espíritu chocan llegan a producir justicia. ¿Pero porqué es que a veces seguimos sedientos de justicia?
Decía el salmista "Mi alma tiene sed de justicia". El salmista pecó y por un tiempo se despegó de Dios y cuando el hombres se separa del Espíritu Santo se vuelve injusto, que es la característica del hombre infiel. El que deja de buscar de Dios y deja la justicia se vuelve peor que antes.
Cuando no hay fluir del Espíritu Santo empieza a criticar, a señalar, a acusar. Nos fijamos en todos los defectos de los hermanos. Y esto también sucede con los ministros que empiezan a golpear e insultar.
Lo opuesto a la justicia es la parcialidad. En cambio el sinónimo es la equidad que es atribuir a cada uno a lo cual tiene derecho
Cuando una persona se vuelve parcial cede los derechos de uno a otro.
Hubo una vez una hermana que mandó una ofrenda para que oraran por la salud de su esposo y estuvo mandando la ofrenda hasta que su esposo se murió. Pero en el lugar donde llegaban las ofrendas, solo abrían el sobre y se agarraban las ofrendas. Un día envió una gran cantidad y se acordaron de ella y decidieron responderle; Gracias hermana por la ofrenda y recuerde que estamos orando por la salud de su esposo, y este hacía ratos que se había muerto. Nunca se dieron cuenta, había injusticia.
Hay gente que le gusta que los insulten. No se les da la atención para lo cual fue puesto el ministro.
Y hay ministros que se vuelven injustos. A este hermano no le digan nada. !Si pero está en fornicación, cállese dice el pastor es el que más ofrenda.
Aquí al que peque se le va a señalar para que el juicio de Dios venga sobre él y no sobre la Iglesia. Si alguien peca automáticamente queda descubierto al menos que venga y confiese su pecado.


Busquemos los elementos de la justicia de Dios. Salmos 23:

Si Jehová a usted lo está pastoreando, haga lo que le haga su jefe; Dios lo ayudará porque no dejará que se haga injusticia sobre su pueblo. "Te guiará por sendas de justicia por amor a su nombre", "Tu vara y tu callado me infundirán aliento"
El que tiene hambre y sed de justicia no se venga por si mismo. Cuando lo insultan no se defiende sino que ora. Por eso Dios se vengará por él.
Deje que la justicia lo haga Dios por Ud. Yo he visto por años actuar a Dios. A veces me hacían algo y a la vuelta de la esquina, Dios se los estaba cobrando.
¿No te han dado lo que te mereces Iglesia? No te preocupes, manténte firme en el Señor y Dios hará justicia.
¿Te han maltratado?,
¿Te han robado?,
¿Te han vituperado?


Una vez me robaron 3500 que había pagado para que me trajeran a mi hija. Y me iba al Salvador con las ganas de desquitarme pero en el avión me acerqué un poco más al Señor, y él ministró en esa área.
A veces uno como que dice: ¡Sólo porque soy cristiano!. Hermano cuando le hagan una cosa a usted es porque el diablo lo está toreando. No se ponga a pelear con el diablo. Que Dios pelee por usted.
Dichoso aquel que no hace su propia justicia sino que deja que Dios se la provea. Ya cuando seamos justificados. Dios nos va ir llenando. Vamos a ir practicando la justicia. El fruto de la justicia se siembra en paz.
¿Ud. quiere ponerse el termómetro espiritual?
¿Quiere saber cuan espiritual es Ud.?
¿Qué tanto abre la boca para defenderse?. Si abre la boca para defenderse todavía le falta.
La justicia de Dios, Él mismo la proveyó. El velará por Ud. siempre que Ud. le esté buscando y anhele tener la justicia de Dios.


Dionisio Castillo
Pastor Iglesia de Cristo
Elim Sacramento
-Miel-


viernes, 21 de julio de 2023

OCULTISMO

 

Biblia Vivida

OCULTISMO

Adivinación - Astrología - Brujería - Hechicería - Espiritismo

- Espiritualismo - Santería - Macumba - Candomblé - Umbanda

- Voodoo - Hoodoo

Hay tres formas de "Ocultismo":

1- "Adivinación" o "mancia": Trata de adivinar el futuro. Así, la Astrología, con el Horóscopo y el Zodíaco, Cartas (Tarot), Bolas de Cristal, Palma de la Mano,, Varas, Péndulos, Sueños, caracoles, cocos...

2- "Magia" o "Hechicería": Trata de cambiar los acontecimientos del futuro: Así, la Brujería blanca y negra, Satanismo, Misas negras, Wicca, hechizos, amuletos, talismanes, fetiches, pociones, oraciones mágicas, supersticiones, collares de santería, despojos, riegos...

3- "Espiritismo": Trata de ponerse en contacto con los muertos. "Espiritualismo" es lo mismo, pero añadiéndole el sacrilegio de usar oraciones y ritos cristianos para engañar, para hacer creer que se trata de algo cristiano. La Ouija, el Vidrio Parlante y el I Ching son formas de espiritismo, con los que el demonio se mete en su corazón.

Las tres formas están totalmente condenadas y prohibidas por la Biblia y por la Iglesia, con las palabras más fuertes:

La Biblia los llama... "prostitución contra Dios"... en Levítico 20:6, porque es poner la confianza en el demonio en vez de en Dios, es entregarse al diablo en vez de a Dios; y por eso añade el tremendo castigo de que "sean matados a pedradas; caiga sobre ellos su sangre", a los que se dediquen a esto, en Lev.20:27.
... En Deuteronomio 18:10--14, dice que todo esto es "abominación", Dios aborrece a los que se envuelven en todo esto. En Isaías 47:14 dice específicamente de los que se dedican a la Astrología que son "como briznas de paja que ha consumido el fuego; no podrán salvar sus vidas del poder de las llamas".

Santería
Macumba, Voodoo, Candomblé... Estas son religiones falsas fundadas en Africa, en la cultura yoruba de Nigeria y las tribus Banti del Congo, y vinieron a América con el marcado de esclavos. Las más conocidas son:

En Cuba:
1- La Santería, de Nigeria, con 600 dioses (lucumis yoruba y ñañigos efik).
2- Abacua: La Santería mala de Nigeria, que le dio el nombre a la provincia de Matanzas, por sus "matanzas".
3- El Palo Mayombé, del Congo. Magia negra, trabaja con fuerzas malignas, venganzas, crímenes, nicriomancia...
En los Estados Unidos hay 20.000 sacerdotes santeros, sobre todo en Miami New York y New Jersey.

En Brasil:
1- Macumba o Santuario, de Nigeria, como la Santería Cubana. En Río de Janeiro hay 62.500 templos de Macumba.
2- Candomblé, de Nigeria, en Bahía y Recife, con "despachos" para hacer daño.
3- Umbanda, del Congo, como el Palo Mayombé, el más difundido en Brasil.
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En Haití:
1- Voodoo, de Nigeria, es la religión de la "serpiente", en la que la sacerdotisa es la "reina" o "mambo". Se pronuncia "vudú", y se practica en Haití, de donde vino a Luisiana con el nombre de "hoodoo" (judú).
2- Zombies: Muertos vivos...

Todas estas religiones y prácticas están severamente condenadas por la Biblia

  1. Porque practican las 3 formas de "ocultismo": Adivinación, Magia y Espiritismo. Por lo tanto Dios los "abomina", porque se "prostituyen" ante Dios, y ordena en la Biblia que sean "matados a pedradas" (Deut.18:9-13, Lev.20:6,27).

  2. Porque son religiones politeístas, con muchos dioses, ¡y solo hay un Dios!, todos esos 600 dioses son falsos dioses, y todos los falsos dioses la Biblia los llama demonios.

  3. La Santería y la Macumba le añaden el "sacrilegio" de dar nombres cristianos a dioses falsos...... Estos falsos dioses, con nombres cristianos, practican adulterio, poligamia, incesto, homosexualidad, injusticias... son una de las razones porqué en Nigeria y el Congo hay tanta pobreza y miseria, tantas aberraciones sexuales y humanas, y tanta injusticia social y despotismo... y es una de las razones por las que en los países y hogares donde se practican estas abominaciones contra Dios, hay tanta perversidad sexual y social.


Dr. Dominguez


Bendición versus Maldición

 


Bendición versus Maldición


TEXTO: Génesis 12:3, Deuteronomio 28:1-2, 15, 1 Pedro 3:8-9

INTRODUCCIÓN:

Las bendiciones y las maldiciones pueden venir de Dios, bendición cuando oímos la voz de Dios y maldición cuando no oímos la voz de Dios; pero también hay otros factores por lo cual yo me puedo maldecir a mi mismo y a otros.

I. BENDICIONES DE PARTE DE DIOS.
1. Dios promete bendecirnos, si cumplimos sus mandamientos. Deuteronomio 28:1-2
2. Dios promete bendecirnos, si nosotros bendecimos a los demás. Génesis 12:3
3. Dios promete bendiciones a los limpios de manos, puros de corazón. Salmos 24:4-5

II. MALDICIONES DE PARTE DE DIOS.
1. Dios promete maldecirnos, si nosotros no cumplimos sus mandamientos. Deuteronomio 28:15
2. Dios promete maldecirnos, si nosotros maldecimos a los demás. Génesis 12:3

III. MALDICIONES QUE TRAEMOS SOBRE OTROS.
1. No debemos maldecir a nuestras autoridades, terrenales.
2. No debemos maldecir a nuestras autoridades, espirituales.
3. No debemos maldecir a nuestros hijos.
a) Nuestros hijos son una bendición y no maldición.

b) Debemos controlar nuestros temperamento en momentos de enojo e ira, porque es ahí donde podemos maldecir e infelizmente muchas maldiciones se cumplen.

c) Algunos ejemplos mas comunes de maldiciones son:
• Vos vas a pagarla caro.
• Cuando te cases, vas a ver lo que es bueno.
• Cuando necesites algo, nadie te va ayudar.
• Tus hijos te van hacer lo que me estas haciendo a mi.
• Ojala llegue el día, cuando no tengas que vestirte.

d) Jamás los padres deben decir a los hijos:
• Anda al infierno.
• Que el diablo te lleve.
• No vales ni lo que comes.
• Eres una plaga, un imbécil, un burro, un vago, eres desgraciado, etc.

4. Debemos volver al antiguo hábito de bendecir a nuestros hijos, como lo hicieron los patriarcas.
a) Isaac a Jacob. Génesis 28:1.
b) Jacob a todos sus hijos. Génesis 49:28
c) Como padres tenemos la gran responsabilidad de ser SACERDOTES y PROFETAS.
• El sacerdote de escuchar a la familia y hablarle a Dios.
• El profeta escucha a Dios y trasmite a su familia.

IV. MALDICIONES QUE VIENEN POR NOSOTROS MISMOS. Salmos 109:17

A. NUESTRA LENGUA EN UNA FUENTE DE MALDICIÓN.
1. La ciencia nos dice que “el centro del habla en el cerebro tiene dominio sobre todos los demás nervios.”
2. La Biblia ya lo menciona muchos años atrás. Santiago 3:2,6, “la lengua puede dominar todo el cuerpo.”
3. Como ya hemos dicho, podemos maldecirnos con nuestras palabras. Proverbios 18:21
a) Yo soy un idiota.
b) Yo no sirvo para nada.
c) Mi destino es sufrir.
d) Nací para ser un fracasado.
e) Yo nunca voy a vencer en la vida.
f) Nací para ser pobre.
g) Soy feo o fea, nunca me voy a casar.
h) El pueblo de Israel se maldijo a si mismo y esto se cumplió en el año 70 d.c. Mateo 27:24-25.

B. MALDICIONES QUE VIENEN POR NUESTROS ACTOS.

1.Por no dar a Dios lo que es de el. Malaquías 3:9
2. Por haber practicado o consultado a hechiceros, brujos, curanderos, parasicólogos, etc.
3. Por haber practicado relaciones sexuales extramatrimoniales.
a) El sexo en uno de los instintos más poderosos en la vida.
b) Hombres y mujeres tienen en este punto sus luchas más feroces.
c) ¿Es malo el sexo? No, pero cuando es usado fuera de lo que Dios estableció, nos trae maldición.
d) Las relaciones sexuales fuera del matrimonio siempre han traído problemas. Ejemplos:
• Abraham con Agar, donde nace Ismael. Génesis 16:15, 21:9-11
• Judá con su nuera. Génesis 38:12-30
• Los hombres del pueblo de Israel con las hijas de Moab. Números 256:1-9. (25 mil muertos)
• David, con Betsabe la esposa de Urías. 2 Samuel 11:1-5.
• Amnon, con su media hermana. 2 Samuel 13:
e) A través de la relación sexual extramatrimonial hay transferencia de Espíritus.
• La Biblia dice que los dos son una carne.
• Pablo hace mención en 1 Corintios 6:16, que el que se une a una ramera, una carne es con ella.

4 Existen muchas personas que no pueden disfrutar de su matrimonio y de la vida cristiana, por haber tenido una experiencia sexual fuera del matrimonio.
5. Y ni que hablar de los que fueron abusados sexualmente sea mujer u hombre.
6. Todos necesitan liberación, y para experimentar la liberación, contamos con el poder de Dios, pero:
a) Usted debe estar dispuesto a ser liberado
b) Usted debe arrepentirse de sus pecados.
c) Usted debe confesar sus pecados.
d) Usted debe estar dispuesto a apartarse del pecado.

CONCLUSIÓN:
La Biblia nos enseña que: Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. ¿Estas dispuesto a hacerlo ahora?


jueves, 20 de julio de 2023

El Bautismo Cristiano

 

El Bautismo Cristiano

Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo." (Mateo 28:19).


El bautismo cristiano es una ordenanza establecida por el Señor Jesucristo para todos los creyentes. Por lo tanto, siendo un mandato divino, no es una "opción" personal.

EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA "BAUTISMO":

En el original griego significa: sumergir o hundir. Un estudio del uso de esta palabra en la literatura griega a lo largo de un período de 2000 años permite comprobar que siempre conservó su significado básico sin cambios. Es decir que cada vez que se usa la palabra bautismo invariablemente tiene relación con una acción de inmersión (colocar algo dentro del agua, sumergiéndolo completamente).

EL MODO DEL BAUTISMO:

Considerando el concepto anterior, el bautismo debe ser efectuado por inmersión. Sólo de ese modo se ajusta al modelo bíblico establecido desde la iglesia primitiva.

En cuanto a la práctica de ciertas iglesias de bautizar por aspersión, es preciso advertir que no tiene ninguna base escritural, y que se originó en la creencia errónea de algunos grupos religiosos que le asignaron al bautismo un carácter imprescindible para alcanzar la salvación. De acuerdo con esa falsa interpretación, (que la salvación depende del bautismo) si una persona muriera sin ser bautizada estaría perdida. Por ello, cuando alguien tenía un impedimento (enfermedad, etc.) que le dificultaba bautizarse por inmersión, se lo bautizaba por aspersión a fin de "asegurar" su salvación.


El primer registro del uso de la aspersión fue alrededor del año 250 d.C, cuando Novaciano (disidente del papado romano) yacía enfermo y pensó que iba a morir. Se hizo verter agua encima de la cama como un acto de bautismo.
En 1311 d.C la iglesia Católica, por el Concilio de Ravena, resolvió permitir la aspersión como modo aceptable de bautismo. Asimismo la iglesia Anglicana implantó el bautismo por aspersión en el año 1644, por voto del Parlamento.
Observamos así que la práctica de aspersión fue adoptada por esas iglesias y por otras muchas, sin ningún sustento bíblico, y por admitir doctrinas erróneas.

LAS INTERPRETACIONES FALSAS DEL BAUTISMO:
1) Que es necesario para la Salvación: Como vimos anteriormente, se trata de un serio error doctrinal, porque únicamente obtenemos salvación por la fe en Cristo como Salvador personal, sin que el bautismo sea un requisito para ser salvos.

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8/9)

"Así que arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio" (Hechos 3:19)

No encontramos en las Escrituras ninguna prueba que permita afirmar que el bautismo es ineludible para ser salvo. El ladrón arrepentido crucificado junto al Señor Jesucristo no tuvo oportunidad de ser bautizado pero fue salvo porque creyó en el Señor ( Lc. 23:40-43).

2) Que es necesario bautizar a los infantes: Los grupos religiosos que admiten la práctica errónea de bautizar a los niños pequeños, justifican ese proceder con alguno de los siguientes argumentos:

  1. Que el bautismo es imprescindible para la salvación, y que al bautizarse cualquier persona es introducida en la grey cristiana. Entre ellos los bebés.
    Ello carece de fundamento bíblico. Lo imprescindible para la salvación es la fe personal en Cristo. La fe siempre debe preceder al bautismo.
    Un bebé no es responsable de pecado ni de sus propios actos. Aún no tiene la comprensión necesaria para tomar decisiones cabales. Por lo tanto, el bautismo no tiene valor ni significado cuando se lo administra a un bebé.
    El bautismo no produce regeneración, ni introduce a nadie en la Iglesia de Cristo, ni lo coloca en la esfera cristiana. Es el Señor el que añade a la Iglesia a los que son salvos por la fe en Él. (Hch. 2:47) Lo que sí debe hacerse es instruir a los niños en la Palabra de Dios. "Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús." (2ª Tim. 3:15)

  2. Que el bautismo reemplaza a la circuncisión. Esto no es verdad por los siguientes motivos:

    1. La circuncisión se les practicaba a los bebés varones judíos, pero el Nuevo Testamento registra el bautismo de mujeres. "Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el Nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres"(Hechos 8:12) (Ver también el relato del bautismo de Lidia en Hechos 16:14/15). (Si el bautismo reemplazara a la circuncisión, sólo podrían bautizarse los varones).

    2. La circuncisión era obligatoria para los judíos y no tenía relación con la fe del bebé. Se le practicaba para vincularlo con el pacto de la circuncisión. (Hechos 7:8)

    3. El bautismo no vincula al creyente con ningún pacto, ni guarda relación con su nacionalidad. Un creyente se bautiza porque ya fue salvo por fe.

Por consiguiente, y a la luz de las Sagradas Escrituras, no puede justificarse el bautismo de bebés.

3) El bautismo es por aspersión porque representa la venida del Espíritu Santo sobre el creyente: Quienes afirman esto, razonan que si la Cena del Señor es figura de los acontecimientos del Calvario, no hace falta otra ordenanza como el bautismo para simbolizar el mismo evento. Por lo tanto cambian su significado, y como resultado se confunden en ambas cosas.
Ningún argumento es válido si se apoya en las deducciones humanas, sin el debido fundamento escritural.

¿QUIÉNES DEBEN SER BAUTIZADOS?:
Todos los creyentes, y sólo los creyentes.
"Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados" (Hechos 2:41)
"Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua: ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó" (Hechos 8:36-38)
"Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos." (Hechos 16:14-15)
"Y Crispo, principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados" (Hechos 18:8)

EL SIMBOLISMO DEL BAUTISMO:

Como vimos antes, el bautismo requiere la inmersión completa del creyente en el agua. Esto es así porque el bautismo es una figura simbólica de la identificación espiritual del creyente con la muerte, sepultura y resurrección del Señor Jesucristo. El bautismo en agua es una demostración visual del bautismo en Cristo (ya efectuado en el momento de la conversión). Exhibe al creyente siendo sumergido en las aguas de la muerte (en la persona del Señor Jesús), y presenta al nuevo hombre en Cristo, levantándose para andar en novedad de vida. Al ser sumergido bajo el agua el creyente da testimonio de que todo lo que era como pecaminoso hijo de Adán fue llevado a la muerte en la cruz. Al salir del agua está manifestando que "ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20).

EL PROPÓSITO DEL BAUTISMO:

  1. Obedecer el mandato del Señor: El bautismo no otorga la salvación, pero cada creyente recibe la aprobación del Señor cuando le obedece en su mandato, con el gozo resultante.

  2. Dar testimonio de la identificación del creyente con Cristo, según lo examinado anteriormente.

  3. Dar testimonio de la identificación del creyente con la Iglesia. La identificación con Cristo es al mismo tiempo la identificación con su cuerpo, la Iglesia.
    La muerte y resurrección con Cristo no sólo se refieren a la unión personal con Cristo, sino también a la unidad con su cuerpo, compuesto por muchos miembros. "Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo..." (1ª Cor. 12:12/13)

  4. Ser reconocido como miembro de una iglesia local, en función de lo anterior.
    En Hechos 2:41-42 leemos textualmente: "Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones."
    Luego de convertirse a Cristo, los creyentes fueron bautizados y se añadieron a la iglesia local para "perseverar" en todas las actividades de la misma, incluyendo la participación en la Cena del Señor.




OTRAS OBSERVACIONES:
Referente al agua:

El bautismo se realiza en cualquier lugar donde pueda disponerse de suficiente agua, ya sea un río, el mar o una pileta. El agua, aparte de su composición natural, no posee virtud alguna. No adquiere para el bautismo propiedades espirituales ni milagrosas. Por lo tanto, es y seguirá siendo simplemente agua, y no se la debe considerar como "agua bendita" en el sentido que le otorgan algunas religiones.

Referente a los que intervienen:

El bautismo es un acto público, y se realiza por la previa confesión de fe del hermano bautizado y bajo su responsabilidad.
El bautismo puede ser administrado por cualquier creyente en comunión caracterizado para tal fin.
Ni a través del bautismo, ni por ningún otro medio, los hombres pueden comunicar energía espiritual o facultades extraordinarias. De manera que el valor del bautismo no está dado por los dones o el renombre del que bautiza.
"¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? (1ª Cor. 1:13).


LA PARTICIPACIÓN EN LA CENA DEL SEÑOR:

En Hechos 2 encontramos que los que fueron bautizados "perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones."
Las ordenanzas para la iglesia son dos:


  1. El Bautismo y

  2. La Cena del Señor.


Ambas fueron ordenadas por el Señor y se refieren a prácticas de significado simbólico en conmemoración o recuerdo de acontecimientos históricos de gran importancia.



BAUTISMO EN AGUA

 

BAUTISMO EN AGUA

Rom 6:3


INTRODUCCIÓN:

El Señor Jesucristo como ejemplo para sus hijos y como preeminente de todas y en todas las cosas (Col. 1:15-20) señala el camino de la purificación y la exaltación en diversos bautismos, ahora se examina el bautismo en agua en sus características y beneficios.


DESARROLLO:

La palabra Bautismo viene del griego BAPTIZO que significa "sumergirse", "tomar el color o teñirse de" así en Gal. 3:27 y Rom 6:3 nos hace referencia a estar bautizados en Cristo, para empezar a tener de su propia naturaleza.


En el antiguo testamento para poder ser participante del pueblo de Dios los gentiles debían hacerse "Prosélitos" por medio de la circuncisión, pero ahora la marca o señal de pertenecer al Israel de Dios es el bautismo. (Gal 6:11-16 Rom 6:6)


Esta primera marca en nuestro cuerpo y en nuestra conciencia es la primera ministración al alma ya que deja legalmente abolido el cuerpo de pecado que habita en nosotros, por lo tanto es imprescindible que el cristiano que se someta a ministración sea bautizado previamente para que ésta sea efectiva.


¿PARA QUIÉNES ES EL BAUTIZO?

Es para todo aquel que por medio de la fe cree en el sacrificio redentor de Jesucristo, arrepintiéndose y confesando sus pecados.(Mar 16:15-16)


¿CUÁNDO SE DEBE SER BAUTIZADO?

Hec 2:41, 8:35,16:32 indica que se debe hacer inmediatamente, esto para beneficiar al nuevo creyente para que su camino a la santificación sea más rápido anulándole su cuerpo del pecado y pueda andar en novedad de vida.


¿QUIÉNES BAUTIZAN?

A los que se les ha delegado tal función, habiendo sido discípulos primeramente Mat 28:19 Mar 16:15.


¿EN QUÉ NOMBRE SE BAUTIZA?

Se bautiza en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, o bien en el nombre de Jesús Mat 28:19; Hch. 10:48).


LOS BENEFICIOS DEL BAUTISMO

a. Para abolir legalmente el cuerpo del pecado Rom 6:6:

En el original no se habla de la destrucción de este cuerpo si no sólo dejarlo inhabilitado; como figura vemos a David y Goliat (1 Sam 17) Goliat como figura del cuerpo de pecado fue muerto por las piedras sacadas del río, v.40 v.49, pero lo acabó de matar con la espada ,esto da a entender que no estaba completamente muerto. (El golpe con la piedra simboliza el bautismo).


b. Para vivir por gracia y ya no por la ley Rom. 6:14. 4:13-16:

Pues este símbolo, el bautismo, nos hace libres de la ley somos crucificados juntamente con Cristo, crucificando así el pecado no teniendo potestad de condenarnos puesto que estamos justificados (Rom 3:24), (Rom 6:6,7).


c. Para aspirar a una limpia conciencia 1P. 3:21:

Existe un tipo de personas que no pueden ser limpiados en sus conciencias puesto que la tienen cauterizada o sea marcada con fuego por su padre (Satanás) que les impide el arrepentimiento y con ello el bautismo y por consiguiente la salvación (1Tim 4:2; Tit 1:15) (Ver. Int.)


En el antiguo testamento vemos la figura de aquellas personas que ya vienen con este tipo de conciencia, Gén 30:35, Labán tipo del diablo dueño de las ovejas negras y Jacob con ovejas de colores (la unión de todos los colores produce la luz, pero el negro es la ausencia de ésta); Estas ovejas fueron engendradas por la acción de Jacob de levantar su vara (autoridad) eso nos muestra que reconocían autoridad y no eran rebeldes (Hec 26:19, Sal 23:6 Jua 10:14). Jacob, figura de Cristo =Buen Pastor, Labán, figura del ladrón y salteador =Pastor malo Sal 49:14)


d. Para pertenecer a su cuerpo:

El que nos bauticemos en Cristo nos hace pertenecer a su cuerpo, sumergiéndonos en Él y así ser participantes de su naturaleza.

Existen dos ordenanzas en la Biblia, una de ellas es el bautismo en agua y la otra es la santa cena, las cuales están íntimamente ligadas. 1Cor. 10:1 nos relata la figura de Israel al ser liberados de Egipto y bautizados en Moisés (fig. de Cristo) los Israelitas participaron del mismo alimento que era Cristo, lo que nos enseña que la disposición de Dios para hacernos participantes de sí mismo no ha cambiado.

Según el Tabernáculo de Moisés (nuestro cuerpo) El sacerdote (nuestro propio espíritu) ministraba conforme a su vestidura en un determinado lugar del tabernáculo: el bautismo simboliza la vestidura blanca con la cual se ministraba en el atrio (revestidos de Cristo) para poder así tener acceso al Lugar Santísimo y por consiguiente a las otras vestiduras para ver a Dios cara a cara (Mat 5:8, Heb.12:14).


¿QUÉ SUCEDE SI ALGUIEN NO SE BAUTIZA?

No pierde su salvación, (Rom. 10:9) pero tampoco resucitará puesto que no fue sepultado juntamente con Cristo Rom.6:5, además será bautizado en ruego como lo fue Cristo por nosotros, este es un juicio que describió Juan El Bautista para los que no se bautizaran en arrepentimiento (en su tiempo) (Mat 3:7) (Luc. 12:50) mas el bautismo en El Espíritu Santo para los que creyeron y fueron bautizados en agua (Mat.20:23) hace referencia desde otro punto de vista concordado con Col 1:24 en el fuego de la Gran Tribulación.


Otro beneficio que se pierde es el de entrar en el Reino de Dios (Juan 3:3) solo lo podrá ver.

Con relación a los niños solo se pueden bautizar cuando tengan señales, frutos o la conciencia del bien y el mal y además de la salvación .


CONCLUSION: Col 3:1 Buscad las cosas de arriba si habéis resucitado con Cristo.



miércoles, 19 de julio de 2023

EL BAUTISMO CON EL ESPÍRITU SANTO

 

EL BAUTISMO
CON EL ESPÍRITU SANTO
(Hch. 1:5)
Guatemala, 28 de Julio de 1996

INTRODUCCIÓN: 

Dios se manifestado a través de los tiempos como un Dios trino.  Cada persona de la Tri-Unidad ha desarrollado una tarea especifica en cada una de las diferentes eras que ha habido.  Actualmente estamos viviendo en la era del Espíritu Santo, y por ellos después de arrepentirnos y reconocer al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, después de identificarnos con su muerte y resurrección por medio del bautismo en agua, es necesario que seamos bautizados en el Espíritu Santo.  De esta manera podemos tener la manifestación plena del Espíritu Santo en nuestra vida; éste nos es dado por medio del Señor Jesucristo conforme a la promesa del Padre (Jl. 2:28-29; Mt. 3:11; Lc. 24:29; Hch. 2:20).

  DESARROLLO: 

Bautizar (Gr. Baptizo) significa “sumergir, introducir, lavar o teñir algo”, de tal manera que el bautismo en el Espíritu Santo significa ser sumergidos, lavado o teñidos en el Espíritu Santo.  Cuando el Señor Jesucristo dijo que el Padre enviaría otro Consolador (Jn. 14:16), dando a entender que El era un Consolador y el Espíritu Santo era otro, y que ambos habrían de realizar una obra conjunta en nuestra vida.  Ambos habitan en nosotros a la manera de una concepción de gemelos que deben ser dados a luz (Ro. 8:9).  El primer turno del parto gemelar le corresponde al Señor Jesucristo, quien realiza la obra redentora en nuestra vida; el segundo turno le corresponde al Espíritu Santo, quien aplica internamente esta obra salvadora y tiene la tarea de desarrollar la vida de Cristo en nosotros.  Hay alguno aspectos a considerar:

LA COMUNIÓN CON EL ESPÍRITU SANTO, 2 Co. 13:14: 

En términos generales, necesitamos ser bautizado en el Espíritu Santo para poder tener comunión con El, lo cual a su vez es lo único que nos puede llevar a tener intimidad con nuestro Señor.  La comunión del Espíritu Santo se manifiesta en tres diferentes facetas:

a.       El Espíritu Santo con nosotros, Jn. 14:17:  Estar con nosotros significa estar a la par, o en compañía de nosotros.  Antes de venir a los pues de Cristo, el Espíritu Santo estaba con nosotros para redargüirnos de pecado y conducirnos a Cristo (Jn. 16:8).

b.       El Espíritu Santo en nosotros, Jn. 20:22:  Al reconocer al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, se da el parto gemelar; el primer Consolador (Gr. Parakletos) viene a morar en nosotros.  Hace de nosotros un odre nuevo (Mt. 9:17), en el cual se ha de echar el vino nuevo, o sea el Espíritu Santo, el otro Consolador, en una operación casi inmediata.  Es importante resaltar que ésta es la única forma en la que el Espíritu Santo mora dentro de los hombres; no puede llegar el segundo sí antes no llegó el primero.

c.       El Espíritu Santo sobre nosotros, Hch. 1:8:  El Espíritu Santo viene sobre nosotros como una investidura de poder para ser testigos (Gr. martys o martyros) de Cristo.  Es por medio de esta vestidura de poder que podremos realizar la obra que nos ha sido encomendada, a través de experiencias extraordinarias y sobrenaturales.

BENEFICIOS DEL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO: 

De la misma manera que el Hijo Prodigo (Lc. 15:11-32), al volver nosotros a la casa del Padre (salvado por el Hijo), necesitamos ser limpiados, vestido, adornados, etc., para poder disfrutar de la fiesta preparada para nosotros.  El bautismo en el Espíritu Santo nos va a permitir disfrutar de las bendiciones de nuestro Padre, y traerá los siguientes beneficios:

a.       Nos santifica (1 P. 1:2)

b.       Nos guía a toda la verdad (Jn. 14:26)

c.       Nos muestra a Jesús como Señor (1 Co. 12:3)

d.       Intercede por nosotros conforme a la voluntad del Padre (Ro. 8:26)

e.       Nos recuerda lo que dijo nuestro Señor Jesucristo (Jn. 14:26)

f.         Reparte dones (1 Co. 12:4)

 

Además de estos, hay otros muchos beneficios que recibimos a través del Bautismo en el Espíritu Santo, los cuales nos ayudan en nuestro caminar en la obra del ministerio, y aun en nuestra comunión con Dios, a fin de ser agradables a El por medio de Cristo.

  COMO SE RECIBE EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO: 

No se puede definir una única forma o patrón establecido para recibir la manifestación del Espíritu Santo en nuestra vida.  En algunos casos, algunos discípulos lo recibieron por medio de la imposición de manos (Hch. 8:17), y en otros casos, en medio de la predicación de la Palabra (Hch. 10:44-46).  Se puede establecer que el bautismo en el Espíritu Santo se recibe por la fe y no por obras (Gá. 3:2; 14), y que Dios se lo da a todo aquel que se lo pida (Lc. 11:13).

CONCLUSIONES: 

Estamos viviendo la era mas maravillosa de todos los tiempos, en la cual Dios quiere darnos bendiciones indescriptibles, las cuales aún los ángeles anhelan mirar (1 P. 1:12), y que están preparadas para nosotros desde tiempos antiguos, para ser manifestados ahora, por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado.  Anhelemos fervientemente la comunión con el Espíritu Santo de Dios!!!


lunes, 17 de julio de 2023

ATAR Y DESATAR, CONVERSION, REDENCION, SALVACION

 

Atar y Desatar

(arm. <‡s\ar y sûƒraµ; gr. deoµ, lyoµ). Términos rabínicos usados en Mt. 16.19 acerca de la autoridad doctrinal de Pedro para declarar lo que está prohibido o permitido; y en Mt. 18.18 en cuanto a la autoridad disciplinaria de los discípulos para condenar o absolver. La autoridad disciplinaria difiere del poder rabínico personal en que es inseparable del evangelio que se proclama; así en Mt. 10.12–15 los discípulos al predicar no pronuncian juicios humanos; y en Mt. 13.30; 22.13, el simbolismo de “atar” significa juicio divino. La autoridad doctrinal es ejercida a través de la enseñanza apostólica (Hch. 2.42) y el ministerio docente (2 Ti. 2.24–26), no indiscriminadamente.

deoµ (solo) se usa simbólicamente en relación al matrimonio (1 Co. 7.29), a los lazos legales (Ro. 7.2), y al servicio de Pablo (Hch. 20.22). lyoµ (solo) se usa con respecto al quebrantamiento de leyes (Mt. 5.19), a los pecados perdonados (Ap. 1.5), y (cf. deoµ) a la liberación (Lc. 13.16).

Bibliografía. °O. Cullmann, Pedro, discípulo, apóstolo, mártir (en portugués), 1964; °DTNT, t(t). I.

IDB, 1, pp. 438; R. Bultmann, The History of the Synoptic Tradition², 1968; JewE, 3, pp. 215; O. Cullmann, Peter: Disciple-Apostle-Martyr, 1953, pp. 204–206.1


Conversión

I. Significado de la palabra

Un volverse, o regresar, a Dios. Las principales palabras para expresar esta idea son, en el AT, sûuÆb_ (trad. “volverse”), y en el NT, strefomai (Mt. 18.3; Jn. 12.40: la voz media expresa la cualidad refleja de la acción, cf. el francés “se convertir”); epistrefoµ (usado invariablemente en la LXX para traducir sûuÆb_) y (solamente en Hch. 15.3) el sustantivo relacionado epistrofeµ. epistrefo no se usa en voz pasiva en el NT. sûuÆb_ y epistrefo pueden usarse en forma transitiva e intransitiva: en el AT se dice que Dios vuelve los hombres hacia sí mismo (15 veces); en el NT se dice que los predicadores hacen volver los hombres a Dios (Lc. 1.16s, que se hace eco de Mal. 4.5–6; Stg. 5.19s; prob. Hch. 26.18). El significado básico que expresa el grupo de palabras vinculadas a strefoµ, igual que sûuÆb_, es volver hacia atrás (retornar: así Lc. 2.39; Hch. 7.39) o darse vuelta (media vuelta: así Ap. 1.12). El significado teológico de estos términos representa una transferencia de esta idea al reino de las relaciones del hombre con Dios.

II. El uso en el Antiguo Testamento

El AT habla mayormente de conversiones nacionales, una vez de una comunidad pagana (Nínive; Jon. 3.7–10), en las restantes oportunidades de Israel; aunque también hay algunas referencias a conversiones individuales, además de ejemplos (cf. Sal. 51–13, y los relatos de Naamán, 2 R. 5; Josías, 2 R. 23.25; Manasés, 2 Cr. 33.12s), juntamente con profecías de conversiones mundiales (cf. Sal. 22.27). La conversión en el AT significa, simplemente, volverse a Yahvéh, el Dios del pacto con Israel. Para los israelitas, miembros de la comunidad del pacto por derecho de nacimiento, la conversión significaba volver a “Jehová tu Dios” (Dt. 4.30; 30.2, 10) en plena sinceridad de corazón después de un período de deslealtad a las condiciones establecidas en el pacto. Por lo tanto, en Israel la conversión constituía, esencialmente, la vuelta de los apóstatas a Dios. La razón por la cual los individuos, o la comunidad, tenían que “volver al Señor” era que le habían dado las espaldas y se habían descarriado del camino. Por esta razón los movimientos nacionales de regreso al Señor se caracterizaban frecuentemente por la celebración por parte del gobernante y del pueblo de “un *pacto” que consistía en hacer juntos una nueva y solemne profesión de que en adelante serían enteramente leales al pacto divino que habían guardado muy ligeramente en el pasado (como sucedió bajo Josué, Jos. 24.25; Joiada, 2 R. 11.17; Asa, 2 Cr. 15.12; Ezequías, 2 Cr. 29.10; Josías, 2 Cr. 34.31). La base teológica de estas profesiones públicas de conversión estaba en la doctrina del pacto. El pacto que Dios había hecho con Israel entrañaba una relación permanente; el entregarse a la idolatría y al pecado exponía a Israel al castigo señalado en el pacto (cf. Am. 3.2), pero no podía provocar la anulación del pacto; y si Israel volvía de nuevo a Yahvéh, él se volvía a ellos con bendiciones (cf. Zac. 1.3) y la nación era restaurada y sanada (Dt. 4.23–31; 29.1–30.10; Is. 6.10).

Sin embargo, el AT destaca el hecho de que la conversión comprende más que meras señales exteriores de pesar y de reforma de costumbres. Una verdadera vuelta a Dios bajo cualesquiera circunstancias ha de incluir la humillación personal interior, un verdadero cambio de corazón, y una sincera búsqueda de Dios (Dt. 4.29s; 30.2, 10; Is. 6.9s; Jer. 24.7), y será acompañada por una nueva claridad en el conocimiento de su ser y de sus caminos (Jer. 24.7; cf. 2 R. 5.15; 2 Cr. 33.13).

III. El uso en el Nuevo Testamento

En el NT el vocablo epistrefoµ se utiliza una sola vez de la vuelta a Cristo de un cristiano que ha caído en pecado (Pedro: Lucas 22.32). En otras partes, los que han caído en pecado son exhortados, no a la conversión, sino al arrepentimiento (Ap. 2.5, 16, 21s; 3.3, 19), y las palabras tocantes a la conversión se refieren únicamente a aquella decisiva vuelta a Dios mediante la cual, por la fe en Cristo, el pecador, sea judío o gentil, se asegura la entrada presente en el reino escatológico de Dios, y recibe la bendición escatológica del perdón de los pecados (Mt. 18.3; Hch. 3.19; 26.18). Esta conversión asegura la salvación que Cristo ha traído. Se trata de un acontecimiento que ocurre una sola vez y para siempre, y es irrepetible, como lo indica el uso habitual del aoristo en los modos oblicuos de los verbos indicados. Se describe como un volverse de la obscuridad de la idolatría, el pecado, y el dominio de Satanás, para adorar y servir al Dios verdadero (Hch. 14.15; 26.18; 1 Ts. 1.9) y a su Hijo Jesucristo (1 P. 2.25). Consiste en el ejercicio del *arrepentimiento y la *fe, que tanto Cristo como Pablo vinculan entre sí para resumir entre ambos la demanda moral del evangelio (Mr. 1.15; Hch. 20.21). El arrepentimiento significa un cambio de mente y corazón hacia Dios; la fe significa creer en su palabra y confiar en su Cristo; la conversión abarca ambas cosas. Por lo tanto encontramos el arrepentimiento y la fe ligados a la conversión, el concepto más estrecho con el más amplio (arrepentimiento y conversión, Hch. 3.19; 26.20; fe y conversión, Hch. 11.21).

Aunque el NT registra una serie de experiencias de conversión, algunas más violentas y dramáticas (p. ej. la de Pablo Hch. 9.5ss; la de Cornelio, Hch. 10.44ss; cf. Hch. 15.7ss; la del carcelero de Filipos, Hch. 16.29ss), otras más tranquilas y carentes de espectacularidad (p. ej. la del eunuco, Hch. 8.30ss; la de Lidia, Hch. 16.14), los escritores no muestran mayor interés en la psicología de la conversión como tal. Lucas dedica espacio a consignar tres relatos de las conversiones de Pablo y de Cornelio (Hch. 10.5ss; 22.6ss; 26.12ss; y 10.44ss; 11.15ss; 15.7ss) debido a la gran significación de estos acontecimientos en la historia de la iglesia primitiva, no por algún interés particular en las manifestaciones que las acompañaron. Los escritores conciben la conversión como algo dinámico – no como una experiencia, algo que se siente, sino como una acción, algo que se hace – y la interpretan teológicamente, en función del evangelio al cual el convertido asiente y responde. Teológicamente la conversión significa entregarse a esa unión con Cristo que se simboliza con el bautismo: unión con él en su muerte, lo que trae consigo liberación de la pena y del dommio del pecado, y unión con él en su resurrección de la muerte, para vivir para Dios por intermedio de él y caminar con él en novedad de vida por el poder del Espíritu Santo que mora en el convertido. La conversión cristiana es la entrega incondicional a Jesucristo como divino Señor y Salvador, y esta entrega significa que se reconoce que la unión con Cristo es un hecho real y que la vida debe vivirse en consonancia con esta creencia. (Véase Ro. 6.1–14; Col. 2.10–12, 20ss; 3.1ss.)

IV. Conclusión general

El volver a Dios en cualquier circunstancia, considerado psicológicamente, es un acto del hombre mismo, que elige libremente y que se lleva a cabo en forma espontánea. No obstante, la Biblia deja sentado que es también, en un sentido más fundamental, obra de Dios en él. El AT dice que los pecadores se vuelven a Dios únicamente cuando él los vuelve a sí mismo (Jer. 31.18s; Lm. 5.21). El NT enseña que cuando los hombres lo desean y ponen de su parte para que se cumpla la voluntad de Dios respecto a su salvación, es la obra de Dios en ellos lo que los impulsa a obrar de esa manera (Fil. 2.12s). También, describe la conversión inicial de los incrédulos como resultado de una obra divina en ellos en la cual, por su misma naturaleza, ellos mismos no podrían tener parte, ya que se trata esencialmente de la eliminación de la impotencia espiritual que hasta ese momento les ha impedido volver a Dios: un levantamiento de la muerte (Ef. 2.1ss), un nuevo nacimiento (Jn. 3.1ss), un abrir del corazón (Hch. 16.14), un abrir y darle vista a ojos enceguecidos (2 Co. 4.4–6), y el otorgamiento de entendimiento (1 Jn. 5.20). El hombre responde al evangelio sólo porque Dios primeramente ha obrado en él de esta manera. Además, los relatos de la conversión de Pablo, y diversas referencias al poder de convencimiento que el Espíritu imparte a la palabra que convierte (cf. Jn. 16.8; 1 Co. 2.4s; 1 Ts. 1.5) demuestran que Dios atrae a sí mismo los hombres al influjo de un fuerte, más todavía, un irresistible sentido de compulsión divina. Por ello la costumbre de algunas versiones (av, p. ej.) de expresar el verbo activo “volverse” en forma pasiva, “ser convertido”, aunque sea una traducción mala, representa, sin embargo, buena teología bíblica. (* Regeneración )

Bibliografía. G. Bertram, TDNT 7, pp. 722–729; F. Laubach, J. Goetzmann, U. Becker, NIDNTT 1, pp. 354–362.


Redención, Redentor J.I.P.

Redención significa liberación de algún mal mediante el pago de un precio. Es algo más que simple liberación. Los prisioneros de guerra pueden ser liberados mediante el pago de un precio que se llama “rescate” (gr. lytron). El grupo de palabras basado en lytron se formó específicamente para trasmitir esta idea de liberación mediante el pago de rescate. En este círculo de ideas, podemos considerar que la muerte de Cristo fue “un rescate por muchos” (Mr. 10.45).

También podían ser liberados los esclavos mediante un mecanismo de rescate. En la compra ficticia por un dios, el esclavo podía pagar el precio de su libertad al tesoro del templo, y entonces debía pasar por la solemne formalidad de ser vendido al dios “para libertad”. Técnicamente, seguía siendo esclavo del dios, y en consecuencia podía asignársele alguna obligación piadosa. Pero en lo que se refería a los hombres, quedaba libre a partir de ese momento. Alternativamente, el esclavo podía simplemente pagar el precio a su amo. Lo característico de ambas formas de liberación es el pago del precio del rescate (lytron). “Redención” es el nombre que se da a este procedimiento.

Entre los hebreos podemos ver una situación diferente, bien ilustrada en Ex. 21.28–30. Si un hombre poseía un buey peligroso, debía tenerlo guardado. Si se escapaba y corneaba a alguien, de modo que le producía la muerte, la ley era clara: “el buey será apedreado, y también morirá su dueño”. Pero aquí no se trata de un homicidio voluntario o alevosamente premeditado. Por ello está estipulado que puede pagarse un rescate (heb. koµfer). Podía pagar una suma de dinero, y de ese modo redimir su vida prendada.

Otros usos del rescate en la antigüedad se refieren a la redención de la propiedad, etc., pero los tres que hemos detallado son los más importantes. Los tres tienen en común la idea de una libertad asegurada mediante el pago de un precio. Fuera de la Biblia no varía prácticamente el uso. Vemos unos pocos pasajes metafóricos, pero estos sirven para aclarar el significado básico del término. El pago de un precio para obtener la libertad es lo fundamental y característico.

Esto es lo que hace tan útil el concepto para los cristianos primitivos. Jesús les había dicho que “todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Jn. 8.34). Consecuentemente, Pablo se considera “carnal, vendida al pecado” (Ro. 7.14), vendido como bajo un cruel amo de esclavos. A los romanos les recuerda que en épocas pasadas ellos también habían sido “esclavos del pecado” (Ro. 6.17). Desde un punto de vista diferente, los hombres fueron condenados a muerte por su pecado, “porque la paga del pecado es la muerte” (Ro. 6.23). Los pecadores son esclavos. Están condenados a morir. Cualquiera sea el concepto que adoptemos, el mundo antiguo habría considerado que la situación era tal que se hacía necesaria la redención. De no ser así, la esclavitud continuaría y tendría que llevarse a cabo la sentencia de muerte. Contra Pelag ese trasfondo aparece la cruz de Cristo. La cruz es el precio pagado para liberar a los esclavos y poner en libertad al condenado.

Lo que da fuerza a la metáfora es la constante presencia de la idea del pago de un precio. Pero es precisamente esto lo que disputan algunos, que consideran que redención es simplemente otra manera de decir “liberación”. La razón principal por la que así piensan es la existencia de algunos pasajes veterotestamentarios en los que se dice que Yahvéh ha redimido a su pueblo (Ex. 6.6; Sal. 77.14s, etc.), y que sería ridículo pensar que él tenga que pagarle algo a alguien. Pero deducen demasiado. La metáfora no ha perdido su significado (cf. el dicho “vendió cara su vida”). A veces el AT muestra a Yahvéh con tanto poder que toda la potencia de las naciones resulta insignificante en comparación. Pero en esos pasajes no entra el concepto de la redención. Cuando aparece la redención gira en torno a la idea de esfuerzo. Yahvéh redime “con brazo extendido”, hace conocer su fuerza. Dado que ama a su pueblo o redime, pagando él mismo el precio correspondiente. Su esfuerzo se entiende como el “precio” que se paga. Esta es la razón por la cual se emplea terminología redentora.

La voz característica neotestamentaria referida a la redención es apolytroµsis, palabra poco usada en otras partes, comparativamente. La encontramos diez veces en el NT, pero aparentemente sólo ocho veces aparece en el resto de la literatura griega. Es posible que esto indique la convicción de los cristianos primitivos de que la redención lograda por Cristo fue única. No significa, como algunos han querido verlo, que entendían que la redención no era más que “liberación”. Para esto último empleaban términos como rhyomai, ‘rescate’. apolytroµsis significa liberación mediante el pago de un precio, que en este caso fue la muerte expiatoria del Salvador. Cuando leemos acerca de “redención por su sangre” (Ef. 1.7), evidentemente se entiende que la sangre de Cristo es el precio de la redención. Lo mismo ocurre con Ro. 3.24s, “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre”. Aquí Pablo se vale de tres metáforas, la del tribunal de justicia, la de los sacrificios, y la de la manumisión. A nosotros nos interesa la última. Pablo ve un mecanismo de liberación, pero mediante el pago de un precio, la sangre de Cristo. También en He. 9.15 la redención está relacionada con la muerte de Cristo. Además, a veces aparece la mención de precio, pero no de redención, como en las referencias al haber sido “comprados por precio” (1 Co. 6.19s; 7.22s). La idea básica es la misma. Cristo compró a los hombres mediante el precio de su sangre. En Gá. 3.13 el precio de la redención se expresa con las palabras “hecho por nosotros maldición”. Cristo nos redimió al tomar nuestro lugar, al cargar con nuestra maldición. Esto nos hace ver claramente la idea de la sustitución en la redención, idea que a veces se destaca, como ocurre en Mr. 10.45 (“en rescate por muchos”).

La redención no sólo vuelve la mirada al Calvario, sino también hacia la libertad de que gozan los redimidos. “Habéis sido comprados por precio”, dice Pablo, “glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu” (1 Co. 6.20). Precisamente, porque han sido redimidos a ese costo los creyentes deben ser hombres de Dios. Deben mostrar en su manera de vivir que ya no están sujetos al cautiverio del que han sido liberados, y se los exhorta a mantenerse, por lo tanto, “firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres” (Gá. 5.1).

Bibliografía. L. Richard, El misterio de la redención, 1966; W. T. Conner, El evangelio de la redención, s/f; H. Ringgren, “Redimir”, °DTAT, 1973, t(t). I, cols. 901–907; J. J. Stamrn, “Kedimir”, °DTMAT, t(t). I, cols. 549–564; W. Mundle, J. Schneider, “Redención”, °DTNT, t(t). IV, pp. 54–69; G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento, 1978, t(t). I, pp. 230–234; K. Rahner, “Redención”, Sacramentum mundi, 1974, t(t). IV, cols. 758–776; K. H. Schelkle, Teología del Nuevo Testamento, 1977, t(t). II, pp. 164–181.

LAE, pp. 318ss; L. Morris, The Apostolic Preaching of the Cross³, 1965, cap(s). 1; B. B. Warfield, The Person and Work of Christ, eds. S. G. Craig, 1950, cap(s). 9; O. Procksch, F. Büchsel, en TDNT 4, pp. 328–356; C. Brown et al., en NIDNTT 3, pp. 177–223.

L.M.

Salvación (heb. yeµsûa>, gr. soµteµria)

I. En el Antiguo Testamento

El principal término heb. traducido “salvación” es yeµsûa> y los derivados correspondientes. Su significado básico es “introducir en un ambiente espacioso” (cf. Sal. 18.36; 66.12), pero tiene desde el comienzo el sentido metafórico de “liberación de toda limitación” y los medios para llegar a ella; e. d. liberación de los factores que constriñen y limitan. Puede referirse a liberación de una enfermedad (Is. 38.20; cf. vv. 9), de los problemas (Jer. 30.7), o de los enemigos (2 S. 3.18; Sal. 44.7). En la gran mayoría de las referencias Dios es el autor de la salvación. Así, Dios salva a su rebaño (Ez. 34.22); rescata a su pueblo (Os. 1.7) y sólo el puede salvarlos (Os. 13.10–14); no hay otro salvador aparte de él (Is. 43.11). Salvó a los padres de Egipto (Sal. 106.7–10), y a sus hijos de Babilonia (Jer. 30.10). Él es el refugio y el salvador de su pueblo (2 S. 22.3). Salva al pobre y al necesitado cuando no tienen otro que los ayude (Sal. 34.6; Job 5.15). En las palabras de Moisés, “estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy” (Ex. 14.13), tenemos la esencia misma del concepto veterotestamentario de la salvación. Así, conocer a Dios en alguna medida es conocerlo como Dios salvador (Os. 13.4), de modo que las palabras “Dios” y “Salvador” son virtualmente idénticas en el AT. El gran ejemplo normativo de la liberación salvífica divina es el éxodo (Ex. 12.40–14.31). La redención de la esclavitud egp. mediante la intervención de Dios en el mar Rojo fue determinante de toda la subsiguiente reflexión de Israel acerca de la naturaleza y la actividad de Dios. El éxodo fue el molde al cual se incorporó toda la subsiguiente interpretación del drama de la historia de Israel. Se lo expresaba con el canto en el culto (Sal. 66.1–7), se lo relataba (Dt. 6.20–24), se lo representaba en el ritual (Ex. 13.3–16). De manera que la noción de la salvación surgió del éxodo, estampada ideleblemente con la dimensión de los poderosos actos de liberación divina en la historia.

Este elemento profundamente significativo sirvió de base, a su vez, para una contribución veterotestamentaria aun mayor a la idea de la salvación cual es la escatología. La experiencia que tuvo Israel en cuanto a Dios como salvador en el pasado le permitió proyectar su fe hacia adelante, hacia la expectativa de su salvación plena y definitiva en el futuro. Precisamente porque Yahvéh se ha hecho conocer como Señor de todos, creador y sustentador de toda la tierra, y porque es un Dios justo y fiel, un día hará efectiva su total victoria sobre sus enemigos y salvará a su pueblo de todos sus males (Is. 43.11–21; Dt. 9.4–6; Ez. 36.22–23). En el período primitivo esta esperanza de salvación se centra más en la intervención histórica inmediata para la reivindicación de Israel (cf. Gn. 49; Dt. 33; Nm. 23s). En el período profético encuentra expresión en función de un “día de Yahvéh” en el cual el juicio habrá de combinarse con la liberación (Is. 24.19s; 25.6–8; Jl. 2.1s, 28–32; Am. 5.18s; 9.11s). La experiencia del exilio proporcionó tanto una imagen concreta como un marco concreto para la expresión de esta esperanza como un nuevo éxodo (Is. 43.14–16; 48.20s; 51.9s; cf. Jer. 31.31–34; Ez. 37.21–28; Zac. 8.7–13); pero los desalentadores y limitados resultados de la restauración proyectaron la esperanza hacia adelante nuevamente, y la transmutaron en lo que se ha denominado la escatológica-trascendental (Is. 64.1s; 65.17s; 66.22), la esperanza del >olaµm habba<, el nuevo mundo al final de la era presente, en el que el gobierno soberano y el carácter justo de Dios se manifestarán en todas las naciones.

Correspondería hacer referencia también a otros términos relacionados que la LXX vierte como soµteµria; en particular la raíz g<l, ‘redimir’, recuperar propiedad que ha ido a parar a manos ajenas, “volver a adquirir”, a menudo mediante compra. La persona que efectuaba dicha redención, o salvación, es el goµ<eµl, el ‘pariente-redentor’ (cf. Lv. 25.26, 32; Rt. 4.4, 6). Dios es el gran goµ<eµl de Israel (Ex. 6.6; Sal. 77.14s). Este uso es sinónimo de yeµsûa> en la última parte de Isaías (Is. 41.14; 44.6; 47.4). Aparecen como términos paralelos en Is. 43.1–2; 60.16; 63.9 (cf. TDNT 7, pp. 977–978).

Finalmente notamos que la actividad salvífica de Dios en el AT se amplía y se profundiza en función de un instrumento particular de esa salvación, el Mesías-Siervo. La salvación envuelve un agente, o salvador, aunque no necesariamente distinto de Yahvéh mismo. En general aunque Yahvéh puede emplear agentes humanos particulares, o salvadores, en momentos históricos determinados (Gn. 45.7; Jue. 3.9, 15; 2 R. 13.5; Neh. 9.27), sólo él es el salvador de su pueblo (Is. 43.11; 45.21; Os. 13.4). Esta afirmación general, empero, requiere aclaración en el contexto del desarrollo de la esperanza de la salvación en el AT, donde en los cánticos del Siervo encontramos una encarnación personal de la salvación moral de Yahvéh, aun cuando nunca se hace referencia al Siervo como salvador en forma directa. La configuración corporativa está claramente presente aquí, pero la personificación del ministerio del Siervo está clara en el texto, y a la luz del cumplimiento neotestamentario no requiere defensas adicionales. En el cántico, Is. 49.1–6, aparece como instrumento de la salvación universal preparada por Dios (v. 6; cf. tamb. vv. 8). El cántico final, 52.13–53.12, no contiene el término, pero el concepto de la salvación está presente en todas partes en función de una liberación del pecado y sus consecuencias. Así, el AT nos ayuda a comprender, finalmente, que Dios salva a su pueblo mediante su Mesías-Salvador.

II. En el Nuevo Testamento

En el NT comenzamos con la observación general de que, en buena medida, el uso “religioso” de una liberación moral/espiritual se vuelve totalmente dominante en lo que respecta al concepto de la salvación. En el uso no religioso se limita virtualmente a salvar ante graves peligros de muerte (Hch. 27.20, 31; Mr. 15.30; He. 5.7).

a. Los evangelios sinópticos

Jesús menciona la palabra salvación una sola vez (Lc. 19.9), donde puede referirse ya sea a sí mismo como personificación de la salvación, impartiendo perdón a Zaqueo, o a aquello que se evidencia por la conducta transformada del publicano. Nuestro Señor, empero, usó la palabra “salvar” y otras afines para indicar primero lo que vino a hacer (por inferencia, Mr. 3.4; y por afirmación directa, Lc. 4.18; Mt. 18.11; Lc. 9.56; Mt. 20.28), y segundo, lo que se le exige al hombre (Mr. 8.35; Lc. 7.50; 8.12; 13.24; Mt. 10.22). Lc. 18.26, y el contexto, muestra que la salvación exige un corazón contrito, impotencia como del niño, dispuesta a recibir, y la renuncia a todas las cosas por amor a Cristo, condiciones todas que el hombre no puede cumplir por sí solo.

El testimonio de otros acerca de la actividad salvífica de nuestro Señor es tanto indirecta (Mr. 15.31) como directa (Mt. 8.17). Está también el testimonio de su propio nombre (Mt. 1.21, 23). Estos variados usos sugieren en conjunto que la salvación estaba presente en la persona y el ministerio de Cristo, y especialmente en su muerte.

b. El cuarto evangelio

Esta doble verdad la subraya el cuarto evangelio, en el que cada capítulo sugiere diferentes aspectos de la salvación. Así, en 1.12s los hombres se convierten en hijos de Dios al confiar en Cristo; en 2.5 la situación se soluciona al hacer “todo lo que os dijere”; en 3.5 el nuevo nacimiento por el Espíritu es esencial para entrar en el reino, pero 3.14, 17 deja en claro que esa nueva vida no es posible aparte de la fe en la muerte de Cristo, sin la cual los hombres ya están sujetos a condenación (3.17); en 4.22 la salvación es de los judíos—por revelación históricamente canalizada por medio del pueblo de Dios—y es un regalo que interiormente transforma y capacita a los hombres para la adoración.

En 5.14 el que ha sido sanado no debe volver a pecar, no sea que le ocurra algo peor; en 5.39 las Escrituras dan testimonio de que hay vida (= salvación) en el Hijo, a quien le han sido encomendados la vida y el juicio; en 5.24 los creyentes ya han pasado de muerte a vida; en 6.35 Jesús declara que él es el pan de vida, a quien únicamente deben acudir los hombres (6.68) en busca de las vivificantes palabras de vida eterna; en 7.39 el agua es símbolo de la vida salvífica del Espíritu que había de venir después que Jesús fuese glorificado.

En 8.12 el evangelista indica la seguridad que ofrece la guía de la luz y en los vv. 32, 36 la libertad que se adquiere por medio de la verdad que reside en el Hijo; en 9.25, 37, 39 la salvación es visión espiritual; en 10.10 el ingreso en el disfrute de la seguridad y la vida abundante del redil y del Padre es por medio de Cristo; en 11.25s la vida de resurrección pertenece al creyente; en 11.50 (cf. 18.14) el propósito salvador de su muerte se describe inconscientemente; en 12.32 Cristo, levantado en su muerte, atrae a los hombres hacia sí; en 13.10 el lavado inicial del Señor significa salvación (“está todo limpio”); en 14.6 Cristo es el camino vivo y verdadero a las moradas del Padre; en 15.5 el permanecer en él, la Vid, es el secreto de los recursos vitales; en 16.7–15 por amor a Cristo el Espíritu se hará cargo de los obstáculos a la salvación y hará los preparativos para su realización; en 17.2–3, 12 el Señor guarda y cuida a los que tienen conocimiento del Dios verdadero y de su Hijo; en 19.30 se lleva a cabo la salvación; en 20.21–23 las palabras de paz y perdón acompañan la entrega del don del Espíritu; en 21.15–18 su amor reconciliador vuelve a inyectar amor en su seguidor y lo rehabilita para el servicio.

c. Los Hechos

Hechos traza la proclamación (cf. 16.17) de la salvación en el impacto que produce, primero en las multitudes que escuchan la exhortación a que sean “salvos de esta perversa generación” (2.40) mediante el arrepentimiento (que es también don de Dios y parte constitutiva de la salvación, 11.18), la remisión de pecados, y la recepción del Espíritu Santo; luego en un individuo enfermo, ignorante de su verdadera necesidad, que es sanado por el nombre de Jesús, el único nombre en el que podemos ser salvos; y tercero, en la familia de aquel que preguntó “¿qué debo hacer para ser salvo?” (16.30ss).

d. Las epístolas paulinas

Pablo sostiene que las Escrituras “pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Ti. 3.15ss) y que proporcionan los ingredientes esenciales para el disfrute de una salvación plena. Ampliando y aplicando el concepto veterotestamentario de la justicia divina, que ya anticipaba la justicia salvífica del NT, Pablo demuestra que no hay salvación alguna por medio de la ley, ya que ella sólo podía indicar la presencia, y suscitar la actividad reaccionaria, del pecado y cerrarle la boca a los hombres dada su culpabilidad ante Dios (Ro. 3.19; Gá. 2.16). La salvación se proporciona como libre don del justo Dios obrando en gracia para con el indigno pecador que, por el don de la fe, confía en la justicia de Cristo, que lo ha redimido por medio de su muerte y lo ha justificado con su resurrección. Dios, por amor a Cristo, justifica al pecador (e. d. le acredita la perfecta justicia de Cristo y lo acepta como si no hubiese pecado), perdona su pecado, lo reconcilia consigo mismo en y mediante Cristo, “haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (2 Co. 5.18; Ro. 5.11; Col. 1.20), lo adopta como miembro de su familia (Gá. 4.5s; Ef. 1.13; 2 Co. 1.22), poniendo el sello, las arras, las primicias de su Espíritu en su corazón, y de este modo haciendo de él una nueva creación. Por el mismo Espíritu los subsiguientes recursos de la salvación lo capacitan para andar en novedad de vida, mortificando crecientemente los hechos de la carne (Ro. 8.13), hasta que en última instancia es conformado a Cristo (Ro. 8.29) y su salvación es consumada en la gloria (Fil. 3.21).

e. La Epístola a los Hebreos

La “gran” salvación de la Epístola a los Hebreos trasciende los anuncios veterotestamentarios sobre la salvación. En el NT la salvación se describe con el lenguaje de los sacrificios; las tantas veces repetidas ofrendas del ritual veterotestamentario que se ocupaban principalmente de los pecados no premeditados y sólo proporcionaban una salvación superficial son remplazadas por el sacrificio único de Cristo, siendo él mismo tanto el Sacerdote de nuestra salvación como la ofrenda salvífica (He. 9.26; 10.12). El derramamiento de su sangre vital en la muerte efectúa la expiación, de modo que en lo sucesivo el hombre, con la conciencia purificada, puede entrar en la presencia de Dios en las condiciones del nuevo pacto, ratificado por Dios mediante su Mediador (He. 9.15; 12.24). Hebreos, que tanto recalca la forma en que Cristo encara la cuestión del pecado mediante su sufrimiento y su muerte a fin de proporcionar la salvación eterna, anticipa su segunda venida, no ya para ocuparse del pecado, sino para consumar la salvación de su pueblo y, presumiblemente, la gloria consiguiente que les corresponde (9.28).

f. La Epístola de Santiago

Santiago enseña que la salvación no es por “fe” solamente sino también por “obras” (2.24). Su intención es desilusionar a todo el que se apoya para su salvación en el mero reconocimiento intelectual de la existencia de Dios, sin un cambio de corazón que de por resultado obras de justicia. No descuenta la verdadera fe, sino que pide que su presencia la evidencie una conducta que a su vez ponga de manifiesto las energías salvíficas de la verdadera religión obrando por medio de la Palabra de Dios implantada en la persona. Le preocupa tanto como el que más el hacer volver al pecador del error de su camino y salvar su alma de la muerte (5.20).

g. 1 y 2 Pedro

1 Pedro destaca, en forma semejante a Hebreos, lo costoso de la salvación (1.19), que fue buscada y predicha por los profetas pero es ahora realidad presente para los que, como ovejas extraviadas, han vuelto al Pastor de sus almas (2.24s). Su aspecto futuro es conocido por los que “sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada” (1 P. 1.5).

En 2 Pedro la salvación comprende el escapar de la corrupción que existe en el mundo por la lascivia haciéndonos partícipes de la naturaleza divina (1.4). En el contexto del pecado el creyente ansía los nuevos cielos y la nueva tierra en los que mora la justicia, pero reconoce que la postergación de la parusía se debe a la paciencia de su Señor, paciencia que forma parte, ella misma, de la salvación (3.13, 15).

h. 1, 2 y 3 Juan

Para 1 Juan el lenguaje de los sacrificios en Hebreos es adecuado. Cristo es nuestra salvación al ser él la propiciación por nuestros pecados, como exteriorización del amor de Dios. Es Dios en su amor, manifestado en la sangre derramada de Cristo, el que cubre nuestros pecados y nos purifica. Como en el cuarto evangelio, la salvación se concibe en función del hecho de nacer de Dios, de conocer a Dios, de poseer vida eterna en Cristo, de vivir en la luz y la verdad de Dios, de morar en Dios y saber que él mora en nosotros mediante el amor por su Espíritu (3.9; 4.6, 13; 5.11). 3 Juan tiene una significativa oración en la que pide prosperidad y salud corporal (bienestar natural) generales para acompañar la prosperidad del alma (v. 2).

i. La Epístola de Judas

Judas 3, al referirse a la “común salvación”, está pensando en algo semejante a la “común fe” de Tit. 1.4, y la vincula con la “fe” (cf. Ef. 4.5) por la que tienen que contender los creyentes. Esta salvación comprende los privilegios, verdades, demandas y experiencias salvíficos comunes a sus muy diversos lectores. En los vv. 22s insta a hacer conocer urgentemente esta salvación a diversos grupos de personas que tienen dudas, que se encuentran en grave peligro, y que están sumergidas en la degradación.

j. El Apocalipsis

Apocalipsis reitera el tema (de 1 Jn.) de la salvación como liberación o limpieza del pecado en virtud de la sangre de Cristo, y la constitución de los creyentes en sacerdoctes reales (1.5s). De un modo que recuerda al Salmista, el vidente, en actitud de adoración, atribuye la salvación en toda su amplitud a Dios (7.10). Los últimos capítulos del libro pintan la salvación en función de las hojas del árbol de la vida que son para la sanidad de las naciones, árbol al cual, como en el caso de la ciudad de la salvación, se concede admisión únicamente a aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.


III. Relación con otras perspectivas de la salvación

a. Los esenios

Considerable atención se le ha prestado a partir del descubrimiento de los rollos del mar Muerto (1947 en adelante) a este movimiento monástico dentro del judaísmo (* Mar Muerto, Rollos del), y se han hecho diversos intentos de evaluar su contribución a los orígenes neotestamentarios. Por lo que hace a la doctrina de la salvación los esenios de Qumrán compartían el sentido bíblico de la pecaminosidad intrínseca del hombre aparte de Dios, y un notable pasaje (1QS 11.9s; cf. tamb. el Himno de acción de gracias) se aproxima mucho a la doctrina neotestamentaria de la salvación en el sentido de absolución por la acción de la justicia de Dios, de la salvación mediante la confianza total en la gracia y misericordia de Dios. Sin embargo, esto no debe resultar enteramente sorprendente, teniendo en cuenta la deuda de los integrantes de Qumrán para con el salterio y los grandes profetas veterotestamentarios. Sería un error destacar excesivamente los puntos de correspondencia; en otros puntos el paralelo con la enseñanza neotestamentaria es mucho más tenue. El universalismo del evangelio cristiano falta totalmente; la salvación no es por cierto para la masa común de los pecadores. Lo que entendía Qumrán en cuanto al Siervo sufriente de Is. 53 es tema de discusión, pero parecería que la profecía se consideraba cumplida en el consejo interno (soÆd_) de la comunidad. Tampoco se puede eludir enteramente el simple hecho de que no hay una sola referencia clara a los esenios en todo el NT.

b. El gnosticismo

No hay acuerdo sobre la fecha precisa de la enseñanza gnóstica, y el intento de demostrar la dependencia cristiana con respecto a las ideas gnósticas constituye hoy una empresa claramente dudosa. No obstante, hay indicaciones en el NT (cf. 1 y 2 Co.; Col.; 1 y 2 Ti.; Tit.; 1 Jn.; Ap.) de que la iglesia primitiva tuvo que distinguir su doctrina de la salvación de las nociones que aparecían incorporadas en doctrinas gnósticas posteriores. En esencia el gnóstico proclamaba la salvación por un conocimiento inmediato de Dios. Este conocimiento era intelectual, por oposición al conocimiento moral, y esotérico en cuanto estaba limitado al círculo elitista de los iniciados. El gnosticismo también enseñaba un dualismo de alma y cuerpo, en el que sólo lo primero resultaba significativo para la salvación; y una jerarquía de intermediarios espirituales y angélicos entre Dios y el hombre. La salvación era la vía de escape del predominio de fuerzas astrológicas y pasiones humanas extrañas mediante el “conocimiento”, en respuesta a un “llamado” del mundo divino expresado en el titulado “mito gnóstico-redentor”, la leyenda del hombre de los cielos que bajó del mundo de la luz celestial para “salvar” a los hombres “caídos” impartiéndoles este conocimiento secreto.

Como ya se ha sugerido, el intento de ubicar una perspectiva de esta naturaleza en el período precristiano y en consecuencia considerar que ella subyace a las nociones salvíficas del NT está lejos de poder demostrarse. Las evidencias son mucho más compatibles con el punto de vista de que, en la atmósfera religiosa sincretista de la época, ciertas tendencias gnósticas latentes fueron unidas en los ss. II y III a los motivos salvíficos cristianos para producir las doctrinas de las sectas gnósticas que hemos bosquejado arriba, y acerca de las cuales nos enteramos por escritores tales como Ireneo en el período posterior al neotestamentario. Por oposición a formas incipientes de tales nociones sobre la salvación los escritores bíblicos recalcan el alcance universal de la oferta de salvación que hace Dios, su carácter esencialmente moral, la verdadera humanidad y deidad del Mediador, y la centralización de la salvación en los actos históricos de Dios en torno al nacimiento, la vida, la muerte, y la resurrección de Jesucristo (cf. las secciones del NT citadas arriba).

c. Las religiones de misterio

Otro punto en el que los escritores neotestamentarios tuvieron que distinguir su doctrina de la salvación de las ideas corrientes es en relación con los cultos de misterio. Este fenómeno del ss. I era una combinación de elementos helenísticos y orientales que tuvieron su origen en antiguos ritos de fertilidad. Pretendían ofrecer “salvación” del destino o la suerte, y una vida más allá de la tumba libre de las condiciones insatisfactorias y opresivas del presente. La salvación se lograba mediante la meticulosa realización de ciertos rituales cúlticos. En algunos puntos aparece un lenguaje similar al del NT. A los iniciados se les podía llamar “nacidos de nuevo para la vida eterna”. Algunas deidades cúlticas tales como Dionisos adquirieron el título de “Señor y Salvador”. Se han alegado vínculos con la teología cristiana, particularmente en el nivel sacramental, por cuanto se conocían las ilustraciones sagradas, o ceremonias de purificación, y la idea de la unión con los dioses en una comida solemne. No obstante, incluso con un examen superficial las diferencias con el mensaje cristiano y la vida de las comunidades cristianas primitivas son claras y obvias. En las religiones de misterio la salvación era esencialmente no moral. Del fiel “salvo” no se esperaba que fuese mejor que su vecino pagano, y tampoco lo era en la mayoría de los casos. El elemento racional ocupaba un lugar mínimo; no había grandes actos salvíficos, y por consiguiente tampoco grandes afirmaciones teológicas sostenidas en común.

Los pretendidos paralelos con la enseñanza bautismal y eucarística cristianas (paulinas) tampoco tienen fundamento, como se ha demostrado con bastante claridad; las evidencias indican más bien la deuda del apóstol para con la historia bíblica de la salvación centrada en el portentoso acto redentor de Dios en Jesucristo.

d. El culto imperial

El antiquísimo espejismo de la salvación por medio del poder y la organización políticos se reflejaba en el ss. I en el culto imperial. El mito de un Rey-Dios que fuera salvador y benefactor de su pueblo aparece muy difundido en diversas formas en el mundo antiguo, particularmente en Oriente. En Roma el ímpetu dado a los cultos oficiales surgió de la carrera de Augusto, quien después de Accio en el 31 a.C. estableció la Pax Romana, una edad de oro de paz tras décadas de matanzas sangrientas. Comúnmente se lo nombraba como soµteµr, ‘Salvador del mundo’, y por su vínculo con Julio César, “Hijo de Dios”. Aun en el caso de Augusto, sin embargo, se impone cierto grado de precaución, por cuanto está demostrado que el título soµteµr de ningún modo estaba limitado al emperador, y tampoco estuvo siempre investido de plenas inferencias orientales. Los sucesivos emperadores del ss. I evidenciaron variados grados de entusiasmo por lo que se afirmaba con respecto a ellos en el culto oficial. Calígula, Nerón, y Domiciano por cierto que tomaban en serio su statu divino, y este hecho puede hasta cierto punto explicar algunas instancias en que se usa el título en relación con Jesucristo y el Padre en el NT (cf. 1 Ti. 1.1; 4.10; Tit. 1.3; 3.4; 1 Jn. 4.14; Jud. 25; Ap. 7.10; 12.10; 19.1).

e. Síntesis

En general, aun cuando hay paralelos claros en lo que hace a lenguaje, la dependencia de la doctrina de la salvación cristiana con respecto a estos movimientos contemporáneos no ha sido demostrada de ninguna manera. Por cierto que al intentar comunicar el evangelio a sus contemporáneos los predicadores y escritores neotestamentarios no tenían reparos en traducir el mensaje, incluido el lenguaje de la salvación, a los patrones conceptuales del ss. I, pero el verdadero origen y justificativo de su lenguaje salvífico se encuentra fuera de dicho mundo, en la tradición de la historia salvífica del AT, centrada y cumplida en la persona y la misión de Jesucristo.

IV. La salvación bíblica: síntesis

1. La salvación es un hecho histórico. La perspectiva veterotestamentaria de la salvación como producto de la intervención divina en la historia recibe pleno apoyo en el NT. A diferencia del gnosticismo, el hombre no se salva mediante la sabiduría; a diferencia del judaísmo, el hombre no se salva haciendo mérito en lo moral y lo religioso; a diferencia de los cultos helenísticos de misterio, el hombre no se salva mediante la adquisición de técnicas para la realización de prácticas religiosas; a diferencia de Roma, la salvación no ha de ser equiparada con el orden político o la libertad política. El hombre se salva mediante la acción de Dios en la historia en la persona de Jesucristo (Ro. 4.25; 5.10; 2 Co. 4.10s; Fil. 2.6s; 1 Ti. 1.15; 1 Jn. 4.9–10, 14). Si bien el nacimiento, la vida, y el ministerio de Jesús no dejan de tener su importancia, lo que se destaca es su muerte y resurrección (1 Co. 15.5s); somos salvos por la sangre de su cruz (Hch. 20.28; Ro. 3.25; 5.9; Ef. 1.7; Col. 1.20; He. 9.12; 12.24; 13.12; 1 Jn. 1.7; Ap. 1.5; 5.9). En la medida en que se proclama dicho mensaje y los hombres lo oyen y responden con fe, la salvación de Dios les es anunciada (Ro. 10.8, 14s; 1 Co. 1.18–25; 15.11; 1 Ts. 1.4s).

2. La salvación tiene carácter moral y espiritual. La salvación tiene relación con la liberación del pecado y sus consecuencias y, por consiguiente, de la conciencia de culpa (Ro. 5.1; He. 10.22), de la ley y su maldición (Gá. 3.13; Col. 2.14), de la muerte (1 P. 1.3–5; 1 Co. 15.51–56), del juicio (Ro. 5.9; He. 9.28); también del temor (He. 2.15; 2 Ti. 1.7, 9s), y la esclavitud (Tit. 2.11–3.6; Gá. 5.1s). Es importante indicar las consecuencias negativas de esto, e. d. lo que la salvación cristiana no incluye. La salvación no incluye necesariamente la prosperidad material ni el éxito mundano (Hch. 3.6; 2 Co. 6.10), como tampoco promete salud física ni bienestar. Es preciso tener cuidado de no exagerar justamente este aspecto negativo, ya que ha habido y hay actualmente curaciones realmente notables, y la capacidad para realizar curaciones es un don que el Espíritu ha dado a la Iglesia (Hch. 3.9; 9.34; 20.9s; 1 Co. 12.28). Pero no en todos los casos se producen las curaciones, y por lo tanto no constituye en ningún sentido un “derecho” de la persona que es salva (1 Ti. 5.23; 2 Ti. 4.20; Fil. 2.25s; 2 Co. 12.7–9). Más aun, la salvación no inmuniza contra penurias y peligros físicos (1 Co. 4.9–13; 2 Co. 11.23–28), ni tampoco, quizá, contra hechos aparentemente trágicos (Mt. 5.45 [?]). No significa que el creyente se verá libre de injusticias sociales y malos tratos (1 Co. 7.20–24; 1 P. 2.18–25).

3. La salvación es escatológica. Existe el peligro de definir el sentido de la salvación en forma demasiado negativa. Aquí recordamos la admisión hecha más arriba en cuanto a la escasez de referencias a la salvación en labios de Jesús. La categoría central de Jesús era el reino de Dios, la manifestación del gobierno soberano de Dios. En Ap. 12.10, sin embargo, la salvación y el reino virtualmente se equiparan. Para el autor de Apocalipsis, como también para Jesús, la salvación es equivalente a la vida sujeta al reinado de Dios, o, como aparece en el testimonio del cuarto evangelio, la vida eterna. Por lo tanto, la salvación reúne en sí todo el contenido del evangelio. Ella incluye la liberación del pecado y todas sus consecuencias y, en lo positivo, el otorgamiento de toda bendición espiritual en Cristo (Ef. 1.3), el don del Espíritu Santo, y la vida de bendición en la era futura. Esta perspectiva futura es crucial (Ro. 8.24; 13.11; 1 Co. 3.5; Fil. 3.20; He. 1.14; 9.28; 1 P. 1.5, 9). Todo lo que se sabe acerca de la salvación ahora no es más que preliminar, anticipo de la plenitud de la salvación que está a la espera de la plenitud del reino en el momento de la parusía del Señor.

(* Expiación; * Eleccíon; * Perdón; * Justificacíon; * Santificación; * Pecado; * Gracia; * Reconciliación.)

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1Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.

2Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.


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