CONGREGACIÓN Y DISCIPULADO
"Día
tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares,
comían juntos con alegría y sencillez de corazón," (Hch.2:46, LBLA)
INTRODUCCIÓN (Nm.35:9-28,RV95)
En el Antiguo Testamento vemos que
el Señor dejó ciudades de refugio las cuales serían utilizadas por aquellos que
eran homicidas sin intención (v.11), en las que encontraban protección del
vengador de la sangre (v.12; 19) por decisión de la congregación (v.24-25) si
vivían en ellas prácticamente bajo la cobertura del sumo sacerdote que viviera
al momento de buscar la ciudad de refugio. El que buscaba refugio no podía
dejar la ciudad hasta que muriera el sacerdote (v.25b), si lo hacia antes, el
vengador que acechaba, podía matarlo y lo hacía sin que la sangre recayera en
él (v.26-27). Esto es un gran ejemplo para nosotros (1ª.Co.10:11), en el que la
Ciudad de refugio es la Congregación y el vengador de la sangre es el enemigo
de nuestras almas que anda como león rugiente buscando a quién devorar (1ª.Pd.5:8),
el sumo sacerdote es el Ministerio Primario que cubre la Iglesia Local y el
homicida sin culpa somos nosotros que hemos sido justificados por Cristo
(Ro.5:1). Al dejar de congregarnos, el enemigo nos puede matar (Jn.10:10), pero
si permanecemos somos capacitados para desarrollarnos hasta llegar a ser como
el hombre maduro: Jesucristo (Ef.4:13) en el que ya no es necesario el
ministerio primario (la muerte del sacerdote) (1ª.Co.13:10).
Sin embargo, en Hechos 2:46 se
mencionan dos aspectos, que didácticamente, identificaremos como los dos pies
del cristiano, que le serán útiles para que el proceso de crecimiento
espiritual que inició Dios llegue a su perfección (Fil.1:6) que son: La
Congregación y el Discipulado. Así como alguien con un solo pie no camina con
la rapidez deseada, así le sucederá al hermano que no aplica estos dos aspectos
a su vida espiritual.