martes, 12 de julio de 2016

El Ministerio de los Apóstoles y Profetas

El Ministerio de los Apóstoles y Profetas
Por Dr. G. Dennis McGuire

Yo creo que Dios decide por su soberanía qué cristianos deberían estar envueltos en los ministerios particulares de la Iglesia. Uno de los papeles importantes de los líderes de la iglesia es ayudar a los cristianos a identificar sus dones e integrarlos en los ministerios donde desarrollen sus dones. Las implicaciones de esta creencia afectan al ministerio completo de la iglesia local. La realidad del ministerio orientado en los dones reconoce que el ministerio no se hace con la fuerza propia sino a través del poder del Espíritu Santo en el creyente.
Tal vez la causa de la mayoría de estrés en las iglesias locales es el hecho que la gran parte del ministerio lo realizan unas pocas y apasionadas personas. La vasta mayoría de cristianos son los consumidores y beneficiarios del ministerio que se lleva a cabo. La mayoría de estos cristianos no pueden identificar sus dones o su lugar de ministerio en la iglesia local.
Otra dinámica que contribuye a un ministerio de la iglesia disfuncional es que muchas personas que trabajan en un ministerio están funcionando en ministerios que no van con sus dones. Esto crea un ambiente estresante, de insatisfacción y frustración.
Las personas necesitan identificar sus dones, ser equipados, recibir mentoría, y luego ser enviados con sus dones ministeriales. Si esto sucediera, entonces las personas serían más efectivas y satisfechas, y la iglesia sería el ministerio de Cristo al mundo como él lo planeó. Los resultados inmediatos serían aumentar la satisfacción en el ministerio, como también un ministerio más efectivo. Al tener un entendimiento preliminar de los dones del Espíritu nos ayudará a mirar brevemente a los roles bíblicos del apóstol y el profeta.

El rol del Apóstol
Un apóstol es “uno que ha sido escogido y enviado con una comisión especial”. Se les refiere como “constructores maestros sabios” o “arquitectos espirituales” (1 Corintios 3:10). Los doce discípulos escogidos por Jesús fueron testigos de la resurrección (Hechos 1:15; 4:33), pero hubieron muchos otros que se les refirió como apóstoles (Vea Hechos 14:3-4; Romanos 16: 7; 1 Corintios 15: 5-7).
El ministerio de un apóstol incluye lo siguiente:

  1. Pioneros de nuevas iglesias (1 Corintios 9: 2; 1 Corintios 3:6)
  2. Establecen la iglesia en la verdad (Colosenses 1: 25)
  3. Preservan la unidad en el Cuerpo (1 Corintios 3: 3-5)
  4. Ponen las fundaciones en la iglesia (1 Corintios 3:10)
  5. Ponen las cosas en orden (Tito 1:5)
  6. Imparten dones espirituales (Romanos 1:11)
  7. Dan nacimiento a nuevos ministerios (2 Timoteo 1:6; 1 Corintios 4:15)
  8. Un ministerio confirmado por milagros, señales y prodigios (2 Corintios 12:12; Hechos 2:43; Hechos 5:12)
  9. Un ministerio de guerra espiritual (2 Corintios 10:4-5)
  10. Incluye oración y el ministerio de la Palabra (Hechos 6:4)

Una persona no es un apóstol porque se aplique o añada el título de “apóstol” a su nombre. El apóstol es uno que funciona en el rol bíblico de un apóstol descrito anteriormente y es reconocido por una gran mayoría del cuerpo de la iglesia por tener el don de un apóstol.

El Profeta
El ministerio de profeta incluye ser “movido por el Espíritu” (2 Pedro 1 :2 1) en palabra profética, el cual puede ser predecir (Hechos 21:10-1 1; 1 1:27-28), ser directivo (Hechos 13:1-3), o de corrección (Hechos 15:22-23, 27, 32). También se encuentran falsos profetas como están descritos en 1 Juan 4:1:
‘Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”. Por lo tanto, Dios establece instrucciones claras para probar los profetas:
A. Sus profecías deben ser probadas por el tiempo (Hechos 1 1:28).
B. Las palabras de un profeta son juzgadas por el liderazgo de la iglesia (1 Corintios l4:29).
C. Toda profecía debe ser confirmada independientemente (2 Corintios 13:1).
D. Toda profecía debe estar alineada con las Escrituras, “la palabra profética más segura” (2 Pedro 1:19-21).
Un profeta no es solamente alguien con una unción, sino un ministerio reconocido por gran parte del cuerpo de Cristo.

Hay por lo menos cinco dimensiones de lo profético.
1. La posición del profeta descrito en Efesios 4: 11: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” y en 1 Corintios 12:28: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”.
2. El mensaje del profeta está descrito en 1 Pedro 4:11: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la Gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
3. Las funciones de ministerio de un profeta están descritos en 1 Timoteo 4:14: “No descuides el don que está en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio”.
4. La Biblia también describe el espíritu de la profecía en Apocalipsis 19:10: “Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.
5. El don de profecía está incluido en la lista de los dones en 1 Corintios 12:10. Sus funciones específicas están descritas en 1 Corintios
Los dones de los apóstoles y profetas son dos de las funciones del ministerio dados en Efesios 4:11.
Lo más importante que debemos recordar es que las funciones de los apóstoles y profetas son más importantes que los títulos de los apóstoles y profetas. De hecho, solamente cuando todos los ministerios de Efesios 4:1 1 funcionan en la iglesia como Dios los estableció—ambos como ministerios individuales y corporativamente—entonces el propósito de su ministerio en conjunto será cumplido: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).


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