EL CULTO
CELESTIAL
Pastor Leonel A. Soto
Apocalípsis 4:1-2
Abril 30, 1999
Apocalípsis
NO es un libro que describe
acontecimientos de juicio para la
iglesia. Apocalípsis describe como el
Señor quiere llevar al cristiano en el
último tiempo y toda la bendición que Él
quiere darnos. Oímos un mensaje de Apocalípsis y recibimos
bendición, pero somos más bienaventurados si leemos y guardamos la palabra que
está escrita en este libro. Este libro es una invitación individual y no una
invitación colectiva, para que así anhelemos la consagración personal en la búsqueda de la santidad.
Dice
el Señor a Israel: “Oye, un solo Señor es y a él solo servirás, a él solo adorarás, porque tu Dios es
Uno.” Juan está viendo a uno solo sentado en el trono y no hay otro Dios
que merezca toda la honra y todo el honor.
Aunque se hayan presentado otros dioses en nuestra vida, o que vengan a
nosotros queriendo apartarnos del verdadero Dios, no lo van a conseguir, porque
nuestro Dios uno solo es! Y está sentado en el trono del cielo, donde controla
todo el universo. El que está sentado
en ese trono es semejante a una piedra de Jaspe. Al rededor del trono había un
arco iris semejante a la esmeralda.
Hechos
dice que a éste trono nos hemos acercado confiadamente, porque éste trono es el
trono de la gracia y la misericordia. El
arco iris nos habla de la promesa de Dios y el pacto. Nosotros
estamos bajo el pacto, estamos cobijados por Jesucristo quien es el
hacedor de un nuevo pacto. Por so,
podemos ahora acercarnos confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar el
oportuno socorro. El tiempo llegará en
que veremos ese trono y al que está sentado en el y le adoraremos. Ahora podemos acercarnos por la Fé, para
presentar adoración y alabanza al Dios único y verdadero. A Juan lo llevaron en una dimensión espiritual,
pero para contemplar la belleza del Rey de Gloria debemos de tener el anhelo de
verlo y no solamente oir y leer, sino lo más importante de guardar esas
palabras escritas en éste libro.
Del
trono salían relámpagos y truenos.
Entonces, también es un trono de juicio.
Para nosotros es un trono de gracia, pero para otros es un trono de juicio. También habían 7 lámparas de fuego, que son los 7 Espíritus de Dios, sus ojos que
ven toda la tierra, es el Espíritu Santo de Dios que al hablar son esas voces
que suben hasta Dios; por eso dice la biblia que toda palabra que digamos vamos
a dar cuenta en aquel día. El Espíritu Santo habla HOY, y sigue hablando. Habla a tu vida y a mi vida. Nos está encausando a la consagración; a la
constante renovación de nuestra mente y
a lo que desagrada al Señor, porque hay bienaventuranzas para aquel que
entiende y guarda en su corazón las palabras de esta profecía. Es una bendición estar en el trono de la
gracia, allí se están moviendo los 7
Espíritus de Dios. Según Isaías 11,
estos son:
1.) Espíritu de Sabiduría
2.) Espíritu de Inteligencia
3.) Espíritu de Consejo
4.) Espíritu de Poder
5.) Espíritu de Conocimiento
6.) Espíritu del Temor a Jehová
7.) Espíritu de Jehová
Es
el Espíritu Santo de Dios que te aconseja, te hace ser entendido, sabio,
inteligente, poderoso en Dios, que te hace sujetar al pecado, y también tener
reverente temor al Señor. Al rededor del trono habían 24 tronos y ahí sentados
24 ancianos con ropas blancas y coronas en sus cabezas. Juan estaba viendo ropas blancas y coronas,
estaba viendo a gente ya coronada y vencedores. También vio que las puertas de
la ciudad tenían los nombres de las 12 tribus de Israel y los cimientos tenían
los nombres de los Apóstoles. Nos está
hablando del gobierno de Dios unificado.
Nosotros tenemos que ser edificados en el fundamento de los Apóstoles y profetas;
los varones de Dios que dieron la talla, que fueron vencedores y están siendo
puestos en el trono de Dios, pero
reconocemos que el único que es merecedor de toda gloria es el que está
sentado en el trono. Nosotros vamos a
esa dimensión a adorar y a alabar a Dios, lo que no debemos hacer es consentir
el pecado. Cuando veamos cosas en
nuestra vida o en nuestra familia que no son
agradables a Dios, ministrémonos para arreglar la cobertura. Por eso la invitación es personal. El que está sentado en el trono, es el único
que hizo la obra en ti y no hay otro después de Él. El que ha hecho la obra en tí y continua haciéndola,
ésta no es obra de nadie más, sino del que te
salvo; el que tiene agua eterna y sacia tu sed. Ya llegará el momento
que te diga: “Sube acá, al trono donde hay alianza y misericordia para ti.”
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