jueves, 27 de septiembre de 2018

Las 5 Ofrendas


Las 5 Ofrendas
Levítico 1:1-7, 38

Heb.10:1-14 aclara que en Cristo tenemos el cumplimiento completo de cada uno de los sacrificios del AT. Estos cinco sacrificios especiales nos ilustran los diversos aspectos de la persona y obra de nuestro Salvador.

I. El holocausto: La completa dedicación de Cristo (Lev.1:1-17)
Este sacrificio debía ser un macho perfecto de un año, lo mejor del hato. El sacrificio se debía traer a la puerta del tabernáculo, porque sólo había un lugar de sacrificio aceptable a Dios (véase Lev_17:1-16). El ofrendante entonces colocaba sus manos sobre la cabeza del sacrificio, identificándose así con la bestia y como si transfiriera su pecado y culpa al animal inocente. La bestia se mataba y el sacerdote recogía la sangre y la rociaba alrededor del altar de bronce a la puerta del tabernáculo. Luego se desollaba al animal (y la piel se daba al sacerdote), se cortaba en pedazos y se quemaba por completo sobre el altar. «Todo sobre el altar» (v. Lev_1:9) es la frase clave: el animal entero se daba al Señor al consumirse en el fuego. Esto es un cuadro de la completa dedicación a Dios de nuestro Señor. «He venido para hacer tu voluntad, oh Dios» (Heb_10:9). Véanse también Jua_10:17 y Rom_5:19. En Lev_6:8-13 se recalca que lo primero que ofrecía el sacerdote cada mañana era un holocausto, de modo que cualquier otro sacrificio durante el día se ofrecía sobre el fundamento del holocausto. Rom_12:1-2 instruye a los cristianos a presentarse como sacrificios vivos, como holocaustos vivientes, dedicados por completo a Dios. Así como los sacerdotes debían mantener un «holocausto continuo» (Lev_6:12-13), nosotros debemos dedicarnos constantemente al Señor para su gloria.

II. La ofrenda vegetal: Las perfecciones de Cristo (Lev_2:1-16)
La «oblación» es una ofrenda vegetal; no hay sangre involucrada en esta ofrenda. Podía ser de harina fina, harina horneada en tortas o inclusive espigas secas de trigo. La harina fina nos habla del perfecto carácter y vida de Cristo: no había nada áspero o rugoso en Él. El aceite simboliza el Espíritu de Dios. Y nótese el doble uso del aceite:
(1) mezclado (v. Lev.2:4), lo cual nos recuerda que Cristo nació del Espíritu; y
(2) derramado (v. Lev.2:6), lo cual habla del ungimiento de Cristo por el Espíritu para su ministerio. El incienso añadía una maravillosa fragancia a la ofrenda, ilustrando la belleza y fragancia de la vida perfecta de Cristo aquí en la tierra. La ofrenda tenía que pasar por el fuego, como Cristo tuvo que soportar el fuego del Calvario. Debía haber sal con la ofrenda (v. Lev_2:13), simbolizando la pureza y la ausencia de descomposición, porque no hubo corrupción de ninguna clase en Cristo. Sin embargo, la ofrenda nunca debía tener levadura, que simboliza el pecado (1Co_5:6-8; Mat_16:6; Mar_8:15), porque no había pecado en Cristo. Tampoco debía tener miel, que es lo más dulce que la naturaleza tiene para ofrecer. No había nada de «dulzura humana natural» en Cristo; era el amor divino en carne.

¡Qué maravillosas son las perfecciones de Cristo! Que el Espíritu de Dios obre en nosotros de tal modo que podamos ser más semejantes a Él: equilibrados, estables, fragantes, puros.

III. La ofrenda de paz: Cristo nuestra paz (Lev_3:1-17)
Este procedimiento era más o menos el mismo que para el holocausto, excepto que el ofrendante recibía una parte del animal para festejar con él. Lo mejor se le daba primero a Dios (Lev.3:3-5), pero el resto debía comerlo el ofrendante de acuerdo a las reglas indicadas en Lev.7:11-21. Esta debía ser una fiesta gozosa, ilustrando que había paz entre el ofrendante y el Señor, que la barrera del pecado se había quitado. Para la verdad del NT véanse Ef.2:14; Ef.2:17 y Col.1:20. Nótese también en Lev.7:28-34 que los sacerdotes recibían el pecho y la espaldilla como suyas, recordándonos que el pueblo de Dios debe alimentarse en Cristo si ha de ser fuerte. Lev.17:1-9 destaca que cada vez que un israelita mataba un animal, debía hacerse como una ofrenda de paz. ¿No sería maravilloso si nosotros consideráramos cada una de nuestras comidas como una ofrenda de paz a Dios y pasáramos nuestro tiempo a la mesa en comunión con Él y los unos con los otros?

Sin Cristo no puede haber paz. Requirió la sangre de la cruz para que el problema del pecado quedara resuelto de una vez por todas.

IV. La ofrenda por el pecado: Cristo hecho pecado por nosotros (Lev_4:1-35)
No había ofrenda por el pecado «abiertamente» deliberado (Núm_15:30-31), pero había provisión para los pecados de ignorancia. Nótese que la sangre tenía que rociarse delante del velo (v. Lev_4:6) y aplicarse a los cuernos del altar (v. Lev_4:7), lo cual muestra la seriedad del pecado. En los versículos Lev_4:3-12 tenemos las instrucciones en cuanto a los pecados del sacerdote; en los versículos Lev_4:13-21 aparecen las instrucciones por los pecados de toda la congregación; ¡nótese que se exigía por ambos el mismo sacrificio! ¡Los pecados de un sacerdote (siendo el ungido de Dios) eran iguales a los de la nación entera! En los versículos Lev_4:22-26 tenemos las regulaciones para los gobernantes y en los versículos Lev_4:27-35 las regulaciones por el pueblo común. La ofrenda, entonces, dependía del status y responsabilidad de quien quebrantaba la ley de Dios.

Nótese que el sacrificio no se quemaba en el altar de bronce; se llevaba fuera del campamento y quemaba en un lugar limpio. Esto nos recuerda Heb_13:11-13 y del hecho de que Cristo fue crucificado «fuera del campamento», rechazado por la nación que vino a salvar. El paralelo del NT con la ofrenda por el pecado está en 2Co_5:21, donde se nos dice que Cristo fue hecho pecado por nosotros; véase también 1Pe_2:24.
Es maravilloso ver que incluso el ofrendante más pobre podía ofrendar por el pecado, porque en Lev_5:7 se nos dice que Dios aceptaba tórtolas o palominos. Este fue el humilde sacrificio que trajeron José y María (Luc_2:24) mostrando la pobreza de la familia de nuestro Señor.

V. La ofrenda por transgresión: Cristo paga la deuda del pecado (Lev_5:1 - Lev_6:7)
La ofrenda por el pecado y la ofrenda por transgresión están muy relacionadas. Es más, son cuadros de dos aspectos de la muerte de Cristo por los pecadores perdidos. La ofrenda por el pecado se refiere al pecado como parte de la naturaleza humana, el hecho de que todos son pecadores, mientras que la ofrenda por transgresión enfatiza los actos individuales de pecado. Usted notará en las ofrendas por transgresión que los ofensores tenían que hacer restitución por lo cometido (Lev.5:16; Lev.6:4-5). Esta ofrenda, entonces, nos recuerda que el pecado es costoso y que donde hay verdadero arrepentimiento habrá restitución y pago. En Lev_5:14-19 tenemos el énfasis en las transgresiones contra Dios, mientras que en Lev_6:1-7 es a las transgresiones contra otros. En ambos casos se miraba el pecado como una deuda que pagar; y, por supuesto, al final Cristo consumó y pagó la deuda.
Es interesante notar el orden de estos sacrificios según aparecen en la Biblia. Dios empieza con el holocausto, la completa consagración de su Hijo a la obra de la redención, porque es aquí donde empieza el plan de la salvación en la eternidad del pasado. Pero desde el punto de vista humano, el orden es inverso. Primero nos vemos como habiendo cometido pecados de varias clases y nos damos cuenta de que estamos en deuda con Dios y con el hombre. Esta es la ofrenda por las transgresiones. Pero conforme continúa la obra de convicción, nos damos cuenta de que somos pecadores: ¡nuestra misma naturaleza es pecadora! Esta es la ofrenda por el pecado. Entonces el Espíritu nos revela a Cristo, el único que hizo la paz mediante la sangre en la cruz y descubrimos la ofrenda de paz. Al crecer en la gracia, llegamos a comprender las perfecciones de nuestro Señor y que somos «aceptos en el Amado»; esta es la ofrenda vegetal. El resultado de todo esto debe ser nuestra completa consagración al Señor: el holocausto.
Hoy no necesitamos sacrificios. «Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados» (Heb_10:14). ¡Aleluya, qué Salvador!

OFRENDA:
1.      Don que se ofrece a Dios o a los santos.
2.      Lo que ofrecen los fieles a la Iglesia por sufragio a los difuntos.
3.      Lo que se ofrece para una obra de caridad.
4.      Dádiva o servicio en muestra de gratitud o amor.

LA MEJOR OFRENDA 
Un judío pobre una vez fue al templo sin cordero, ni palomas, ni harina para sacrificar.  Se quedó afuera avergonzado, y oyó cantar esta parte del Salmo 51: “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios…” Esto es lo que tenía ese judío, y entró.  “Bendito seas”, dijo el venerable rabí,” son pocos los que vienen con tal ofrenda”.

Mar 7:11 pero vosotros decís: “Si un hombre dice al padre o a la madre: ‘Cualquier cosa mía con que pudieras beneficiarte es corbán (es decir, ofrenda1 a Dios)’ ”;





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