Las 5 Ofrendas
Levítico
1:1-7, 38
Heb.10:1-14 aclara que en Cristo
tenemos el cumplimiento completo de cada uno de los sacrificios del AT. Estos
cinco sacrificios especiales nos ilustran los diversos aspectos de la persona y
obra de nuestro Salvador.
I. El
holocausto: La completa dedicación de Cristo (Lev.1:1-17)
Este sacrificio debía ser un
macho perfecto de un año, lo mejor del hato. El sacrificio se debía traer a la
puerta del tabernáculo, porque sólo había un lugar de sacrificio aceptable a
Dios (véase Lev_17:1-16). El ofrendante entonces colocaba sus manos sobre la
cabeza del sacrificio, identificándose así con la bestia y como si transfiriera
su pecado y culpa al animal inocente. La bestia se mataba y el sacerdote
recogía la sangre y la rociaba alrededor del altar de bronce a la puerta del
tabernáculo. Luego se desollaba al animal (y la piel se daba al sacerdote), se
cortaba en pedazos y se quemaba por completo sobre el altar. «Todo sobre el
altar» (v. Lev_1:9) es la frase clave: el animal entero se daba al Señor al
consumirse en el fuego. Esto es un cuadro de la completa dedicación a Dios de
nuestro Señor. «He venido para hacer tu voluntad, oh Dios» (Heb_10:9). Véanse
también Jua_10:17 y Rom_5:19. En Lev_6:8-13 se recalca que lo primero que
ofrecía el sacerdote cada mañana era un holocausto, de modo que cualquier otro
sacrificio durante el día se ofrecía sobre el fundamento del holocausto.
Rom_12:1-2 instruye a los cristianos a presentarse como sacrificios vivos, como
holocaustos vivientes, dedicados por completo a Dios. Así como los sacerdotes
debían mantener un «holocausto continuo» (Lev_6:12-13), nosotros debemos
dedicarnos constantemente al Señor para su gloria.
II. La ofrenda
vegetal: Las perfecciones de Cristo (Lev_2:1-16)
La «oblación» es una ofrenda
vegetal; no hay sangre involucrada en esta ofrenda. Podía ser de harina fina,
harina horneada en tortas o inclusive espigas secas de trigo. La harina fina
nos habla del perfecto carácter y vida de Cristo: no había nada áspero o rugoso
en Él. El aceite simboliza el Espíritu de Dios. Y nótese el doble uso del
aceite:
(1) mezclado (v. Lev.2:4), lo
cual nos recuerda que Cristo nació del Espíritu; y
(2) derramado (v. Lev.2:6), lo
cual habla del ungimiento de Cristo por el Espíritu para su ministerio. El
incienso añadía una maravillosa fragancia a la ofrenda, ilustrando la belleza y
fragancia de la vida perfecta de Cristo aquí en la tierra. La ofrenda tenía que
pasar por el fuego, como Cristo tuvo que soportar el fuego del Calvario. Debía
haber sal con la ofrenda (v. Lev_2:13), simbolizando la pureza y la ausencia de
descomposición, porque no hubo corrupción de ninguna clase en Cristo. Sin
embargo, la ofrenda nunca debía tener levadura, que simboliza el pecado
(1Co_5:6-8; Mat_16:6; Mar_8:15), porque no había pecado en Cristo. Tampoco
debía tener miel, que es lo más dulce que la naturaleza tiene para ofrecer. No
había nada de «dulzura humana natural» en Cristo; era el amor divino en carne.
¡Qué maravillosas son las
perfecciones de Cristo! Que el Espíritu de Dios obre en nosotros de tal modo
que podamos ser más semejantes a Él: equilibrados, estables, fragantes, puros.
III. La ofrenda
de paz: Cristo nuestra paz (Lev_3:1-17)
Este procedimiento era más o
menos el mismo que para el holocausto, excepto que el ofrendante recibía una
parte del animal para festejar con él. Lo mejor se le daba primero a Dios (Lev.3:3-5),
pero el resto debía comerlo el ofrendante de acuerdo a las reglas indicadas en
Lev.7:11-21. Esta debía ser una fiesta gozosa, ilustrando que había paz entre
el ofrendante y el Señor, que la barrera del pecado se había quitado. Para la
verdad del NT véanse Ef.2:14; Ef.2:17 y Col.1:20. Nótese también en Lev.7:28-34
que los sacerdotes recibían el pecho y la espaldilla como suyas, recordándonos
que el pueblo de Dios debe alimentarse en Cristo si ha de ser fuerte. Lev.17:1-9
destaca que cada vez que un israelita mataba un animal, debía hacerse como una
ofrenda de paz. ¿No sería maravilloso si nosotros consideráramos cada una de
nuestras comidas como una ofrenda de paz a Dios y pasáramos nuestro tiempo a la
mesa en comunión con Él y los unos con los otros?
Sin Cristo no puede haber paz.
Requirió la sangre de la cruz para que el problema del pecado quedara resuelto
de una vez por todas.
IV. La ofrenda
por el pecado: Cristo hecho pecado por nosotros (Lev_4:1-35)
No había ofrenda por el pecado
«abiertamente» deliberado (Núm_15:30-31), pero había provisión para los pecados
de ignorancia. Nótese que la sangre tenía que rociarse delante del velo (v.
Lev_4:6) y aplicarse a los cuernos del altar (v. Lev_4:7), lo cual muestra la
seriedad del pecado. En los versículos Lev_4:3-12 tenemos las instrucciones en
cuanto a los pecados del sacerdote; en los versículos Lev_4:13-21 aparecen las
instrucciones por los pecados de toda la congregación; ¡nótese que se exigía
por ambos el mismo sacrificio! ¡Los pecados de un sacerdote (siendo el ungido
de Dios) eran iguales a los de la nación entera! En los versículos Lev_4:22-26
tenemos las regulaciones para los gobernantes y en los versículos Lev_4:27-35
las regulaciones por el pueblo común. La ofrenda, entonces, dependía del status
y responsabilidad de quien quebrantaba la ley de Dios.
Nótese que el sacrificio no se
quemaba en el altar de bronce; se llevaba fuera del campamento y quemaba en un lugar
limpio. Esto nos recuerda Heb_13:11-13 y del hecho de que Cristo fue
crucificado «fuera del campamento», rechazado por la nación que vino a salvar.
El paralelo del NT con la ofrenda por el pecado está en 2Co_5:21, donde se nos
dice que Cristo fue hecho pecado por nosotros; véase también 1Pe_2:24.
Es maravilloso ver que incluso el
ofrendante más pobre podía ofrendar por el pecado, porque en Lev_5:7 se nos
dice que Dios aceptaba tórtolas o palominos. Este fue el humilde sacrificio que
trajeron José y María (Luc_2:24) mostrando la pobreza de la familia de nuestro
Señor.
V. La ofrenda
por transgresión: Cristo paga la deuda del pecado (Lev_5:1 -
Lev_6:7)
La ofrenda por el pecado y la
ofrenda por transgresión están muy relacionadas. Es más, son cuadros de dos
aspectos de la muerte de Cristo por los pecadores perdidos. La ofrenda por el
pecado se refiere al pecado como parte de la naturaleza humana, el hecho de que
todos son pecadores, mientras que la ofrenda por transgresión enfatiza los
actos individuales de pecado. Usted notará en las ofrendas por transgresión que
los ofensores tenían que hacer restitución por lo cometido (Lev.5:16; Lev.6:4-5).
Esta ofrenda, entonces, nos recuerda que el pecado es costoso y que donde hay
verdadero arrepentimiento habrá restitución y pago. En Lev_5:14-19 tenemos el
énfasis en las transgresiones contra Dios, mientras que en Lev_6:1-7 es a las
transgresiones contra otros. En ambos casos se miraba el pecado como una deuda
que pagar; y, por supuesto, al final Cristo consumó y pagó la deuda.
Es interesante notar el orden de
estos sacrificios según aparecen en la Biblia. Dios empieza con el holocausto,
la completa consagración de su Hijo a la obra de la redención, porque es aquí
donde empieza el plan de la salvación en la eternidad del pasado. Pero desde el
punto de vista humano, el orden es inverso. Primero nos vemos como habiendo
cometido pecados de varias clases y nos damos cuenta de que estamos en deuda
con Dios y con el hombre. Esta es la ofrenda por las transgresiones. Pero conforme
continúa la obra de convicción, nos damos cuenta de que somos pecadores:
¡nuestra misma naturaleza es pecadora! Esta es la ofrenda por el pecado.
Entonces el Espíritu nos revela a Cristo, el único que hizo la paz mediante la
sangre en la cruz y descubrimos la ofrenda de paz. Al crecer en la gracia,
llegamos a comprender las perfecciones de nuestro Señor y que somos «aceptos en
el Amado»; esta es la ofrenda vegetal. El resultado de todo esto debe ser
nuestra completa consagración al Señor: el holocausto.
Hoy no necesitamos sacrificios.
«Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados»
(Heb_10:14). ¡Aleluya, qué Salvador!
OFRENDA:
1.
Don
que se ofrece a Dios o a los santos.
2.
Lo
que ofrecen los fieles a la Iglesia por sufragio a los difuntos.
3.
Lo
que se ofrece para una obra de caridad.
4.
Dádiva
o servicio en muestra de gratitud o amor.
LA MEJOR
OFRENDA
Un judío pobre una vez fue al
templo sin cordero, ni palomas, ni harina para sacrificar. Se quedó afuera avergonzado, y oyó cantar
esta parte del Salmo 51: “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú,
oh Dios…” Esto es lo que tenía ese judío, y entró. “Bendito seas”, dijo el venerable rabí,” son
pocos los que vienen con tal ofrenda”.
Mar
7:11
pero vosotros decís: “Si un hombre dice al padre o a la madre: ‘Cualquier cosa
mía con que pudieras beneficiarte es corbán (es decir, ofrenda1 a Dios)’ ”;
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