LA CORRUPCIÓN DE RAQUEL
Mat
2:18
En Ecl.7:8 dice que es mejor ver cómo ha
de terminar un negocio y no tanto cómo inicia, por lo tanto nosotros debemos
considerar la vida de aquellos personajes que se mencionan en la Biblia e
imitadlos si han alcanzado algún éxito digno de imitar (Heb 13:7 RVA). Debemos imitar a David en la faceta de
"dulce cantor de Israel" pero no cometer el error con Betsabé;
deberíamos imitar a Salomón cuando le pide inteligencia al Señor pero no cuando
se desvía tras los dioses paganos; y así podemos ver muchos personajes más que
son dignos de imitar y otros que no lo son.
Raquel fue una mujer que desde niña
empezó a sentirse autosuficiente ya que según dice la Biblia, ella era muy
hermosa y bien parecida (Gén 29:17). De
tal manera que ella sabía que cualquier cosa que pidiera, a quien se la
pidiera, éste estaría dispuesto a complacerla (Comparar la actitud de Raquel en
Gén.29:9-10 con la de Rebeca en Gén.24:45-46).
Esta actitud presenta a una Raquel consentida, mimada, sobreprotegida,
que a pesar de ser bonita representa lo que dice Prov.11:22.
SUS PROBLEMAS
ENVIDIA:
Raquel estaba acostumbrada a ganar siempre, nunca le
enseñaron a aceptar la derrota, debido a que todos los halagos eran para ella,
siempre menospreció a su hermana Lea, y ahora que Lea empieza a fructificar se da
cuenta que ella no puede darle hijos a Jacob y empieza a llenar su corazón de
amargura y envidia hacia su hermana.
AUTOSUFICIENCIA:
Siempre había sentido menosprecio en su corazón
hacia su hermana -y posiblemente hacia las otras personas, y aquí es donde se
refleja ésto (Gén 30:1), pues en lugar de revisar su propio campamento en busca
de aquellas cosas malas que le estuvieran impidiendo el ser fructífera, trata
de echarle la culpa a su propio esposo de esta situación justificándose así
delante de los demás, a pesar de que estaba comprobado que la estéril era ella
y no Jacob, ya que este último había tenido hijos con Lea su hermana. No pudo humillarse al ver su esterilidad como
lo hubiera hecho Ana (1 Sam 1:15) sino que continuó en su condición de
autosuficiencia, orgullo y soberbia. (Prov.28:13).
CHANTAJE:
(Gén.30:1) Le dice Raquel a Jacob: Dame hijos o me
muero. Utilizando una treta que posiblemente con anterioridad le había
funcionado "el chantaje", tratando de utilizar una especie de
berrinche para lograr su propósito. Esta
es una actitud de gente inmadura, mentirosa y mañosa, que al ver que no
consigue por las buenas lo que quiere trata de engañar a otros tendiéndoles una
trampa.
ORGULLO:
Jacob (v.2) la reprende duramente diciéndole (en
otras palabras) que debería primeramente buscar a Dios y que Él se conmovería
de ella y le abriría su matríz para que diera fruto (Mat 6:33), a lo que Raquel
sólamente responde con autojustificación.
No acepta que es estéril sino que intenta por todos los medios posibles
tener hijos para competir con su hermana.
SU
OBSESIÓN: No esperó el tiempo de Dios para recibir
el fruto de su vientre, sino que entrega a su sierva Bilha para que ella la
sustituya, de lo cual nace Dan, quien representa aquella tribu que fue destituida
por Dios y ya no se menciona en Ap.7:5
LA
IDOLATRÍA: A pesar de ser tan bonita, de hermosa
figura, de buen parecer y atractiva, se dice en Gén.31:19 que se robó los
ídolos de su padre Labán, es decir que tenía en sus miembros una ley que no la
dejaba ser libre; tomó lo que no era suyo y luego mintió para ocultar su
falta. Sin embargo esto no se iba a
quedar así, ya que su mismo esposo Jacob envía una maldición (Gén.31:32) que se
cumpliría en Gén.35:19.
SU
CORRUPCIÓN: En Heb.9:14 la Biblia dice que la sangre
de Cristo es suficiente para salvarnos y en Heb.10:29 nos advierte acerca de
tener por inmunda esta sangre, es por eso que Raquel comete iniquidad al cubrir
su pecado con sangre inmunda (Gén.31:34,35).
CONCLUSIONES
Dejémonos rociar con la sangre de Cristo
para santificación (1P.1:2), sin ocultar nuestro pecado, ya que tarde o
temprano se ha de manifestar y va a ser para vergüenza nuestra si no lo
confesamos.
Es importante que analicemos el carácter
de este personaje para detectar en qué parte de nuestra alma tenemos orgullo,
soberbia, vanagloria, autosuficiencia o ya sea que alguna ley esté afectando
nuestros miembros.
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