Cabaña
Palabra utilizada para traducir el término hebreo,
cabaña o refugio temporario y rústico, de ramas entrelazadas (Neh. 8.14–17, °vrv2 “tabernáculos”). Este tipo de
estructura figuraba especialmente en la fiesta anual de los *tabernáculos (Lv.
23.34; Dt. 16.13, °vrv2
“tabernáculos”), pero lo usaban también los ejércitos cuando estaban en
campaña, y en la agricultura, como protección contra el sol (véase Job 27.18;
Jon. 4.5; °vrv2 “enramada” en
ambos casos); o también para el ganado (Gen. 33.17; Sucot).
TieNda
Estructura plegable de tela o pieles que se sostiene
con varas y se tensa frecuentemente con cuerdas que van de las varas a clavijas
o estacas que se hincan en la tierra alrededor de la misma. Compárese Is. 54.2,
que menciona cortinas, cuerdas, estacas, o clavijas para tiendas (pero no las
varas); la tela de las tiendas era de color oscuro frecuentemente (Cnt. 1.5).
Las tiendas figuran entre los elementos habitacionales más primitivos hechos
por el hombre mismo (Gn. 4.20; 9.21). Constituían la morada habitual tanto de
los pueblos nómadas como de los seminómadas.
Los patriarcas heb., vivían en tiendas (Gn. 18.1, 6,
9–10, etc.); y a veces las mujeres tenían sus propias tiendas (Sara, Gn. 24.67;
Jacob, Lea, las siervas, Raquel, Gn. 31.33), seguramente al lado de las de sus
esposos. En sus peregrinaciones entre Egipto y Canaán, Israel vivió en tiendas
(Ex. 16.16; 33.8, 10; Nm. 16.26; 19.14), adoptando moradas más permanentes
cuando ocuparon Canaán. En los días de Jeremías la secta recabita se aferró al
ideal nómade de habitar en tiendas y despreció el estilo de vida sedentario
(Jer. 35.7), aunque ni siquiera el ideal romántico de la vida nómade e
independiente que permitía el habitar en tiendas debía ocupar lugar superior a
la devoción a Dios (Sal. 84.10). La muerte se compara con la idea de plegar la
tienda en Job 4.21; cf 2 Co. 5.1.
Entre otros pueblos, la Escritura menciona las
tiendas de los madianitas (Jue. 6.5; 7.13), de Cedar (Cnt. 1.5), de Cusán (Hab.
3.7, también Madián), moradores todos en los bordes desérticos de la
Transjordania y el NO de Arabia. Las tiendas tenían usos específicos en las
naciones asentadas. Además del pastor que vivía en tiendas donde pastaba su
ganado (Cnt. 1.8; Is. 38.12), los reyes y sus ejércitos acampaban en tiendas en
el campo, cf. 1 S. 17.54 (David); 2 R. 7.7–8 (arameos). Finalmente, “tienda”
en el lenguaje común adquirió el significado de cualquier tipo de morada (no
sólo literalmente; cf. 1 R. 8.66; 2 R. 13.5, traducidas ambas “casas” en °vp), tal vez porque la tienda era usada
principalmente en el verano por muchos moradores de ciudades y aldeas. La
información externa a las Escrituras ilustra lo que dicen estas.
En el período patriarcal el egipcio Sinué tuvo en
Canaán una tienda y un campamento, y saqueaba los campamentos de su adversario
(ANET, pp. 20b, línea 145). En el período que siguió al éxodo de Israel
y comienzos del asentamiento en Canaán, Ramsés III (ca. 1192–1161 a.C.) dice
que “devastó a Seir (e. d. Edom) entre las tribus nómadas, y saqueó sus
tiendas, con su gente y sus bienes”. Cf. Madián, Cusán, o Cedar. Hay
ilustraciones de tiendas militares asirias (redondas, sostenidas con varas y
palos), en ANEP, fig(s). 170–171, 374 (tienda real guerrera). Para las
tiendas de la época patriarcal cf. D. J. Wiseman en G. A. Cuttle (eds.),
Biblical and Near Eastern Studies (ensayos en homenaje a W. S. LaSor),
1978.
Tabernáculo
1. El tabernáculo de la congregación o “tabernáculo
de reunión” (°vrv2; “Tabernáculo
del Testimonio”, °vrv1), más
correctamente “tienda” de reunión, como en °bj,
“Tienda del encuentro” como en °vp:
un pequeño lugar de reunión provisional para Dios y su pueblo, que se usó antes
de que se edificara el tabernáculo grande (Ex. 33.7–11). Esta tienda de reunión
se levantó fuera del campamento. Moisés entraba en ella y la nube, que señalaba
la divina Presencia, descendía y se ubicaba afuera, a la puerta. En esto la
función de la tienda se asemejaba a la hendidura de la peña en la que fue
puesto Moisés (Ex. 33.22–23), y a la de la cueva donde estuvo Elías (1 R.
19.9–18), para que Dios le hablara al paso de su gloria. El tabernáculo, por
contraste, se levantó en el centro del campamento, y la nube de gloria se
ubicaba adentro y no afuera, de modo que al principio Moisés tenía que quedar
afuera (Ex. 40.34–35).
2. Lo que comúnmente se llama el tabernáculo es el
santuario portátil en el que moraba Dios entre los israelitas en el desierto.
Después de entrar en Canaán, se lo ubicó sucesivamente en:
·
Silo (Jos. 18.1); (lugar de descanso, paz, abundancia);
por 300 años. (descanso, tranquilidad, paz). Palabra clave en la bendición profética de
Jacob para Judá (Gn 49.10). Su sentido no es claro. Se sugieren tres
interpretaciones: (1) que es un título mesiánico que debe traducirse "pacificador"
(Is 9.6); (2) que la palabra se refiere a la ciudad de este nombre y por lo
tanto la frase entera debe entenderse "hasta que Judá venga a Siloh"
o (3) que el vocablo es una contracción de dos palabras que quieren decir
"de quién es" y que la frase debe entenderse "hasta que venga
aquel a quien le pertenece [el cetro]". La tercera sugerencia exige una
pequeña enmienda del texto, pero parece apoyada por Ez 21.27.
o Nob (1 S.
21:1); (discurso, profecía), ciudad sacerdotal, (1Sam.22.19).
o Gabaón (1 Cr. 16.39), (colina, copa, cosa levantada), estuvo varios años
1Cr.14.16); la revelación divina respecto al reinado de Salomón (1R.3:5-15;
1Cr.16.39; 21.29)
o Finalmente Salomón lo trasladó al templo (1 R. 8.4).
o Se lo llama simplemente ‘morada’ (vss.
cast. “tabernáculo”), como en Ex. 25.9; “morada de Yahvéh” como en Lv.
17.4 (°vrv2 “tabernáculo”); “morada de los términos del *pacto”
o (°vrv2
“tabernáculo del testimonio”), porque alojaba las tablas del
pacto, como en Ex. 38.21; también. “tienda (°vrv2 “tabernáculo”) de
reunión”, e. d. el lugar señalado de encuentro entre Dios y su pueblo,
como en Ex. 28.43;
o “morada de la tienda de reunión”, como
en Ex. 39.32 (°vrv2 “tabernáculo
de reunión”);
o “santuario” como en Ex. 25.8;
o “lugar santo” (°vrv2 “santuario”), como en Ex. 38.24.
o También se le llama BET yhwh = “casa de Yahvéh”, como
en Ex. 34.26.
Los materiales que se usaron en la construcción se
enumeran en Ex.25.3–7. El metal traducido “bronce” en °vm era más probablemente cobre (así °vrv2). El color “azul” probablemente fuera un azul violáceo
y el color “púrpura” un púrpura rojizo. Es probable que el material traducido
“pieles de tejones” (°vrv2) fuese
el dugongo (“foca” o “delfín”, °vm
mg; “marsopa” °nbe).
I. Tabernáculo, tienda, coberturas y armazón
En su significado técnico más estricto el término
“tabernáculo” se refiere a un conjunto de cortinas de lino, que cuando se
colocaban alrededor de una estructura de bastidores de madera formaban la
morada de Dios. Las cortinas eran de lino con figuras de querubines
entretejidas en la tapicería de color azul violáceo, púrpura rojiza y
escarlata. Cada una medía 28 codos por 4, se las cosía entre sí en el sentido
de su largo en dos conjuntos de cinco, que cuando se armaban se mantenían en
posición mediante cincuenta corchetes que pasaban por lazadas en el borde cada
conjunto (Ex. 26.1–6). El tabernáculo se cubría con once cortinas de pelo de
cabra, llamadas en terminología estricta la tienda” (Ex. 26.7–15). Cada una
medía 30 codos por 4, unidas entre sí en dos conjuntos, uno de cinco, el otro
de seis, los que una vez armados se sostenían unidos, como el tabernáculo,
mediante lazadas y corchetes, sólo que estos corchetes eran de cobre.
Sobre la tienda iba una cubierta de pieles de
carneros curtidas (“teñidas de rojo” °vrv2),
sobre esta una cubierta (cf. °vm
“otra cubierta”; °vrv2 “encima”)
de piel de dugongo (Ex. 26.14).
Estas cortinas se extendían sobre la parte superior,
posterior y los dos lados de un armazón (Ex. 26.13–30) formado por 48 unidades,
cada una de ellas de 10 codos de altura y 1½ de ancho. La
interpretación más probable de estas es
la que ofrece A. R. S. Kennedy (HDB, 4, pp. 659–662); no eran tablas
sólidas (como °vrv2), ni tablones
(como °vm, °nbe), sino marcos abiertos, que estaban formados por dos
montantes verticales largos: no “espigas” como en °vrv2) unidos por travesaños en forma parecida a una
escalera. Estos marcos seguramente tendrían tres ventajas sobre los tablones
sólidos: serían mucho más ligeros, menos propensos a retorcerse, y en lugar de
ocultar las hermosas cortinas del tabernáculo permitirían que se las pudiera
ver desde adentro alrededor de las paredes. Los extremos inferiores de los dos
montantes en cada bastidor se alojaban en basas hechas de plata obtenida del
impuesto con motivo del censo (Ex. 30.11–16; 38.25–27). Veinte bastidores en
sus basas, ubicados uno al lado del otro, formaban los lados del tabernáculo;
seis formaban la parte posterior. En cada esquina al fondo había un bastidor
adicional. El objeto de estos bastidores adicionales, el de dar rigidez a toda
la estructura, está claro; pero los detalles de la especificación no lo están.
Tal vez la mejor explicación sea la que ofrece U.
Cassuto: cada bastidor esquinero estaba acoplado (no “separado” como rsv) en la base y en la parte superior
con el fin de formar un gemelo con el último bastidor lateral, y luego fijado a
su gemelo por medio de un anillo de metal (traduciendo el vv. 24 “con un gozne
[anillo]” (°vrv2 y °vm mg), y no “hasta la primera anilla”,
como °bj). Para mantener alineados
los bastidores cinco barras abarcaban todo el largo de los lados y la parte
posterior sostenidos por anillos de oro fijados en los travesaños de cada
bastidor. La barra central abarcaba todo el largo, las otras cuatro sólo parte
del largo. Los bastidores y barras eran de madera de acacia recubiertos con
oro.
Cuando los bastidores estaban armados la distancia
desde la parte superior de los mismos en el frente a la altura del techo y
hasta la parte inferior de los bastidores en la parte posterior era de 20 x 1½
+ 10 = 40 codos. Las cortinas del tabernáculo armado medían 28 codos por 10 x 4
= 40 codos. Se las extendía sobre los bastidores de modo que los 40 codos se
contaban desde la parte superior delantera de los bastidores hasta la parte
inferior posterior. Las cortinas de la tienda armadas medían 30 codos por 11 x
4 = 44 codos. Cuando se las extendía sobre las cortinas del tabernáculo, los
dos codos adicionales (30 en comparación con 28) permitían que volaran un codo
de cada lado (Ex. 26.13). Los 4 codos adicionales en el otro sentido (44 en
comparación con 40) se disponían de la siguiente manera: al fondo de la tienda
se extendía dos codos más allá de las cortinas del tabernáculo (v. 12), y en el
frente los otros dos codos se doblaban hacia atrás y, presumiblemente, se
ocultaban debajo de las cortinas del tabernáculo en la parte superior y los
lados, protegiendo así lo que de otro modo sería un borde expuesto de cortina
del tabernáculo (v. 9). La palabra usada para disponer las cortinas sobre los
bastidores no es la palabra normal para levantar una tienda, sino que significa
“extender” (se usa al hablar de cubrir los muebles con telas). El techo era
plano. Para impedir que las cortinas se combaran en el techo haciendo que los
bastidores cayeran hacia adentro, probablemente había (el texto no lo dice,
pero omite muchos detalles que habría que conocer para hacer el tabernáculo)
puntales de madera en la parte superior del armazón de lado a lado (véase, para
comparación, el pabellón portátil de Hetep-heres). J. Fergusson (Smith’s
Dictionary of the Bible, 3, pp. 1452–1454) y muchos otros han sostenido,
sin lograr convencer, que las cortinas tienen que haber sido extendidas sobre
una cumbrera. Algunos de sus argumentos presuponen que los lados y el fondo del
tabernáculo estaban formados por tablones sólidos; dado que estaban formados
por fragmentos abiertos y no por tablones, sus argumentos no tienen valor, y
llevarían a la conclusión imposible de que el lugar santo y el santísimo
estaban expuestos a la vista desde afuera. Otros argumentos se destruyen porque
no tuvieron en cuenta que el término “tabernáculo” en Ex. 26.1–13 no se refiere
al edificio en general sino a las diez cortinas de lino.
II. El interior
El interior de la morada estaba dividido en dos
compartimientos por un velo acoplado debajo (no “de” como rsv) de los corchetes
que unían las cortinas del tabernáculo (Ex. 26.31–34). Por ello sabemos que el
primer compartimiento tenía 20 codos de largo, el segundo 10. La altura de los
bastidores, 10 codos, nos da la segunda dimensión, y con toda probabilidad la
anchura de ambos compartimientos era de 10 codos también, porque mientras los
seis bastidores al fondo dan una anchura total de 9 codos, se debe tener en
cuenta el espesor de los bastidores laterales y los bastidores de los ángulos.
El primer compartimiento se denomina “lugar santo”, el segundo “lugar
santísimo”, e. d. el lugar más santo, o simplemente “lugar santo” (Lv. 16.2–3; °vrv2 “santuario”; He. 9.12; 10.19. El
“santuario” de °bj (pero véase la
nota marginal) en estos últimos versículos lleva a confusión, ya que lo que se
quiere expresar es la entrada al lugar santísimo). Además, el primer
compartimiento se denomina a veces “el primer tabernáculo” y el segundo “el
segundo tabernáculo]” (He. 9.6–7, °vm,
°nbe; rsv, °ba mg, la
tienda exterior” y “la segunda” respectivamente). El velo divisorio: término
que no se usa para ningún otro colgante), confeccionado del mismo material,
colores y diseño que las cortinas del tabernáculo, se colgaba mediante broches
de oro en cuatro columnas de madera de acacia cubiertos de oro e insertos en
basas de plata. Las columnas no tenían capiteles. En la puerta (= entrada)
había una cortina de lino de color azul violáceo, púrpura rojiza y escarlata
(pero sin querubines). Colgaba mediante broches de oro, de cinco columnas de
madera de acacia recubiertos de oro e insertos en basas de cobre. Estas
columnas sí tenían capiteles y estaban recubiertas de oro, como también sus
molduras (Ex. 26.36; 36.38). Para distinguir a la de esta cortina a veces se
denominaba al segundo velo.
III. El mobiliario
En el lugar santísimo estaba el *arca del pacto (Ex.
25.10–22). Encima había una plancha (°vrv2
“propiciatorio”) de oro puro con un querubín en cada extremo. El nombre de esta
plancha, no significa “tapa” sino justamente “propiciatorio”,
lugar donde se rociaba la sangre de la propiciación. Así es como lo entendió la
LXX, como también el NT (He. 9.5).
Las varas para llevar el arca pasaban por anillos fijados a los pies (no
“esquinas”, como en °vrv2) del
arca (Ex. 25.12, °vm). No debe
entenderse ninguna discrepancia entre Ex. 25.15 y Nm. 4.8. Este último
versículo indica que para facilitar la tarea de cubrir el arca para su
transporte las varas se retiraban temporalmente y se colocaban de nuevo
inmediatamente; el primer versículo ordena que en todo otro momento las varas
debían quedar en sus anillos, incluso cuando el arca no estaba siendo
transportada.
En el lugar santo frente al velo estaba el altar del
incienso (Ex. 30.1–10). Era de madera de acacia y estaba recubierto de oro
puro—de allí su otro nombre, “altar de oro”—y tenía un codo de cada lado y dos
codos de altura, con cuernos que se proyectaban en las cuatro esquinas y una
cornisa ornamental de oro alrededor de la parte superior. (Para un altar de
incienso pagano con cuernos), para su transporte, dos varas pasaban por anillos
de oro fijos inmediatamente por debajo de la cornisa. El altar se encontraba
directamente opuesto al arca (nótese el énfasis de 30.6), y por ello se
consideraba que “pertenecía” al lugar santísimo (cf. 1 R. 6.22 y He. 9.4, donde
“altar de oro para quemar el incienso” [vp
] y no “incensario” parece ser la traducción correcta). Con la posición del
altar compárese la posición de los dos altares de incienso en el templo en
Arad.
En el lado S (Ex. 26.35) estaba la mesa para el pan
de la proposición o de la presencia (Ex. 25.23–29). Una mesa semejante y un
candelero (véase inf.) del templo de Herodes están representados en el arco de
Tito en Roma. Se tienen ciertas dudas, empero, sobre la veracidad de estas
esculturas, ya que en la base del candelero aparecen diversas figuras no
judías. El detalle del vv. 25 es incierto. Algunos traductores ven una moldura
horizontal de 8 cm. de ancho, algunos un marco vertical de 8 cm. de alto, que
circunda la parte superior de la mesa, otros, de acuerdo con aparentes
vestigios en el arco de Tito, ven riostras de 8 cm. de anchura entre las patas
de la mesa.
Los recipientes relacionados con la mesa eran:
platos, presumiblemente para el pan; vasos: para el incienso, así °bj, °vrv2
“cucharas”, °nbe “bandejas”; en
Nm. 7.14 = “cuchara”) ; copas (vm)
y tazas (vm, °vrv2 “tazones”) para las libaciones.
En el lado S (Ex. 26.35) estaba el *candelero, (Ex.
25.31–40), en forma de árbol estilizado. En terminología técnica estricta la
base y la caña central forman el candelabro propiamente dicho; luego se indica
que los seis brazos “salen del candelero” (v. 33). En el v, 31 la traducción
literal en °vrv2, “sus copas, sus
manzanas, y sus flores”, e. d. tres elementos, se ha de preferir en lugar de
traducciones interpretativas tales como la de °bj,
“sus cálices—corolas y flores—formarán un cuerpo”, e. d. un elemento compuesto
de dos partes. Los capiteles eran protuberancias redondas de algún tipo, en los
brazos y la caña del candelabro (no, como podría sugerirlo el vocablo
“capitel”, en los extremos de los mismos). Es probable, pero no enteramente
seguro, que los seis brazos alcanzaban la misma altura que la caña central. Las
siete lámparas estaban colocadas, supuestamente, en la punta de cada uno de los
seis brazos y una en la caña central. Había, también, *despabiladeras y
*platillos.
IV. Atrio
El tabernáculo se encontraba en la mitad occidental
del atrio, de 100 x 50 codos, los lados largos orientados de N a S (Ex.
27.9–19). La puerta del tabernáculo miraba hacia el E.
El atrio estaba circundado por una cortina de lino
de 5 codos de altura sostenida por columnas. Había una abertura para una
puerta, de 20 codos de ancho, ubicada en el centro en el extremo oriental. La
cortina de la puerta era de lino, bordada de color azul violáceo, púrpura
rojiza y escarlata.
Aparentemente las columnas eran de madera de acacia
(no se mencionan en la lista de objetos de cobre, Ex. 38.29–31), y encajaban en
basas de cobre. Se mantenían en posición mediante cuerdas y estacas, y tenían
capiteles recubiertos de plata, y molduras de plata, alrededor de la parte
superior.
Se han propuesto tres métodos principales para el
espaciamiento de las columnas:
(1) Adoptando el supuesto básico de que había una
columna cada cinco codos de cortinas, y de que ninguna columna se contaba dos
veces, se colocan sesenta columnas en total para hacer veinte espacios a lo
largo de los dos lados largos y diez espacios a lo largo de los dos extremos.
La cortina de la puerta cuelga de cuatro columnas propias y una de las otras.
No está claro si esto satisface o no la indicación
para los veinte codos de cortina para la puerta: “… sus columnas cuatro…”
(2) La Baraitha sobre la erección
del tabernáculo, 5, supone que las columnas se encontraban en el medio de
cada uno de los espacios imaginarios de cinco codos y que no había columnas en
las esquinas. (Para una posible solución de las dificultades que esto crearía
en las esquinas y en la puerta.
(3) Ya que el texto en ninguna parte dice que las
columnas tenían una separación de cinco codos entre una y otra, tal vez en las
esquinas las dos columnas terminales estaban juntas. O tal vez las columnas de
las esquinas se contaban dos veces (el texto no indica explícitamente que el
total fuera sesenta). En ese caso la puerta podría estar más adentro (o más
afuera). Pero este sistema ofrece medidas muy difíciles de conciliar para los
espacios entre las columnas.
En la mitad oriental del atrio había un altar. Se
denominaba altar de cobre debido al material que lo recubría, y altar del holocausto
debido al tipo principal de *sacrificio que se ofrecía en él (Ex. 27.1–8). Era
un marco hueco de madera de acacia, de cinco codos de lado y tres de alto, con
cuernos que se proyectaban desde las esquinas superiores. Estaba todo
recubierto de cobre. A mitad de la altura total, en la parte externa, había un
reborde (nbe) horizontal (°vrv2 “rejilla”) en todo el contorno.
(Para un altar de piedra de dimensiones parecidas, con cuernos. Extendiéndose alrededor en sentido vertical
desde el suelo hasta el reborde (no “hasta la mitad del altar” como en °vrv2) había un enrejado de cobre, en
cuyas cuatro esquinas estaban los anillos para las varas para el transporte. El
enrejado no era un fogón, y el altar era hueco y no tenía tapa. Algunos suponen
que al ser usado se lo llenaba de tierra y piedras, otros que funcionaba como
incinerador, obteniéndose una corriente de aire por el enrejado. Sus
receptáculos para el servicio eran *calderos para las cenizas, *palas,
*tazones, *garfios y *braseros
Entre el altar y la puerta del tabernáculo estaba la
fuente (Ex. 30.17–21; 38.8; 40.29–32), que era un receptáculo de cobre colocado
sobre una base de cobre. No se dice nada acerca de su tamaño, forma y
ornamentación (ni de su forma de transporte, si bien la ausencia de este
detalle en el TM de Nm. 4 puede ser accidental: la LXX proporciona la información
esperada). Contenía el agua para las abluciones de los sacerdotes.
En el campamento el atrio del tabernáculo estaba
rodeado primero por las tiendas de los sacerdotes y levitas, y por fuera de
ellas por las de las doce tribus (Nm. 2; 3.1–30).
V. Problemas que surgen
La revisión de las teorías de la crítica de las
fuentes, particularmente de las que se relacionan con los llamados textos
sacerdotales (P), junto con descubrimientos arqueológicos, han modificado
considerablemente los primeros argumentos de la escuela liberal contra la
historicidad del tabernáculo. Véase p. ej. G.
Henton-Daviez, IDB, 3, pp. 503–506; Y. Aharoni, Orient and Occident eds.
H. A. Hoffner, Jr.), 1973, pp. 6; C. L. Meyers, IDBS , pp. 586. Los alegatos en el sentido de que las instrucciones
para la construcción del tabernáculo son impracticables en parte, y por
consiguiente obra de algún idealista, serían validos sólo si se espera que los
registros fuesen equivalentes a planos completamente detallados. No lo son,
desde luego; se trata simplemente de apuntes “para nuestra enseñanza”. Por ello
se omiten muchos detalles prácticos que no tienen valor estético, simbólico o
espiritual. Al mismo tiempo, se sabe que en Egipto existían los pabellones
portátiles, en los que se empleaban prácticamente las mismas técnicas
constructivas que en el tabernáculo, mucho antes de la época de Moisés; véase
K. A. Kitchen, THB 5–6, 1960, pp. 7–13. Del hecho de que las
instrucciones para la confección del altar del incienso se encuentran en Ex.
30, y no como se esperaría en Ex. 25, se solía argumentar que su descripción es
un agregado tardío a Éxodo y que el altar del incienso no se introdujo en el
culto de Israel hasta una fecha relativamente tardía. Pero como se han
descubierto altares de incienso en Arad y en diversos sitios cananeos que datan
del ss. X a.C., es sumamente improbable que Israel no haya contado con uno en
el período primitivo. De manera semejante, sobre la base de la amplia
diferencia entre la LXX y el TM
sobre Ex. 36–40, se solía argumentar que los últimos capítulos de Éxodo en
heb., no habían alcanzado todavía su forma definitiva cuando fue traducida la LXX, y que esta seguía en parte una
tradición heb., que no conocía ningún altar de incienso. Pero el argumento no
tiene valor: véase D. W. Gooding, The Account of the Tabernacle, 1959.
VI. Significación
Teológicamente el tabernáculo como morada de Dios en
la tierra tiene una importancia inmensa, por cuanto es el primero de una serie;
el tabernáculo, el templo, la encarnación, el cuerpo del creyente individual,
la iglesia. Se sigue del hecho de que el tabernáculo fue construido según el
diseño de Dios como “figura y sombra de las cosas celestiales” (He. 8.5) que
sus símbolos trasmitían significado espiritual a los israelitas de la época.
Con frecuencia se indica explícitamente ese significado, como con el arca y el
propiciatorio (Ex. 25.16, 22; Lv. 16.15–16), el velo y la estructura con dos
compartimientos (Lv. 16.2; He. 9.8), el altar del incienso (Sal. 141.2; cf. Lc.
1.10–13; Ap. 5.8; 8.3–4), la fuente (Ex. 30.20–21), el altar de cobre (Lv.
1.3–9; 17.11); y donde no se indica explícitamente, como con la mesa y el
candelabro, resulta evidente en razón de la función que se les asigna. Hasta
qué punto estos símbolos eran también tipos de realidades espirituales a ser
reveladas posteriormente a nosotros es una cuestión que todavía se discute. Se
comprende que las interpretaciones extravagantes que desde los primeros siglos
se han hecho en torno a este tema lo han desacreditado. Pero el NT declara que
la ley tenía “la sombra de los bienes venideros”, bienes que efectivamente se
hicieron presentes con Cristo (He. 10.1; 9.11). Así, se dice que Cristo
atravesó el velo (He. 6.19–20), y que fue puesto como propiciación (Ro. 3.25,
cf. en la LXX Ex. 25.17–22; Lv.
16.15–16. “Sacrificio expiatorio” en °vm
difícilmente sea correcto); mientras que el escritor de Hebreos indica que
podría haber explicado de esta forma todos los adminículos del tabernáculo y no
solamente el rasgo que resultaba pertinente para su argumentación inmediata
(He. 9.5).
Bibliografía. °EBDM, 1963, t(t). I; G. von Rad, Estudios
sobre el Antiguo Testamento, 1976, pp. 103–123; E. F. Blattner, El
tabernáculo, 1953; E. Payne, Tabernáculo del testimonio, 1925; R. de
Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985, pp. 518–528, 392ss.
A. H. Finn, JTS 16, 1915, pp. 449–482; A. R. S.
Kennedy, HDB, 4, pp. 653–668; M. Haran, HUCA 36, 1965, pp.
191–226; U. Cassuto, A Commentary on the Book of Exodus, 1967, pp.
319ss; R. K. Harrison, IOT, 1970, pp. 403–410; R. P. Gordon, A Bible
Commentary for Today, 1979, pp. 173ss.
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