COMO RECONOCER A UN VERDADERO
MINISTRO DE DIOS
por:
Dewayne Shappley H.
¿A
cuántos ministros de Cristo conoce usted? ¿Cuántos hay en el área donde reside?
¿En cuántos confía? ¿A cuál escucha y sigue, encomendando su alma a su cuidado?
Su alma que existirá eternamente.
Para
las decisiones tomadas referente a la fe que profesa, ¿siempre ha tomado en
cuenta la presencia en el mundo de "falsos apóstoles, obreros
fraudulentos", "ministros" de Satanás que "se disfrazan
como ministros de justicia" (2 Corintios 11:11-15)? Los hay. Siempre los
ha habido. ¿Distingue usted sabiamente entre ellos y los ministros verdaderos
de Cristo? ¿Ha sabido darle a los factores siguientes la importancia que
ameritan?
El
ministro aprobado por Cristo es humilde, rechazando títulos tales como
"Reverendo" y "Padre". "Pero vosotros no queréis que
os llamen Rabí. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra. No seáis
llamados maestros" (Mateo 23:1-12). El alma a salvar es la suya, los ojos
que leen son suyos y su mente entiende. Pues, no se turbe con argumentos
humanos hechos para justificar el uso de títulos religiosos. El ministro
verdadero de Cristo ni siquiera los presentaría.
El
siervo y sacerdote auténtico de Cristo es ministro competente "de un nuevo
pacto" (2 Corintios 3:4-18). Domina bien el contenido del Nuevo
Testamento, comprendiendo que tanto la ley (la antigua) como el sacerdocio
levítico Dios los ha cambiado (Hebreos 7:12). Por lo tanto, no ostenta
vestiduras clericales tales como sotanas sino que se viste con modestia de acuerdo
con las modas aceptables. Tampoco instruye conforme al Antiguo Testamento sino
conforme al Nuevo, pues es ministro del Nuevo, no del Antiguo. Por
consiguiente, uno de sus temas principales es: "A libertad fuisteis
llamados" (Gálatas 5:13). No ata a los creyentes la carga pesada sin valor
espiritual alguno, de sábados, carnes prohibidas, días de fiesta, diezmos,
incienso, etc. (Colosenses 2:14-16; 1 Timoteo 4:1-5). Proclama "un mejor
pacto, establecido sobre mejores promesas" (Hebreos 8:6-13).
El
sacerdote auténtico de Cristo es ministro competente del Nuevo Testamento, no
de costumbres y supersticiones religiosas. Predica la "sana doctrina"
(Tito 2:1), no invalidando los mandamientos de Dios por tradiciones (Mateo
15:1-9). Si la tradición, por antigua que se tenga, no concuerda con la biblia,
desecha la tradición, no la biblia. No se engaña a sí mismo ni engaña a otros
"por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los
hombres" (Colosenses 2:8). Su único credo infalible es el Nuevo Testamento
del cual Dios le ha hecho ministro. No cita como inspirados ni los escritos de
líderes religiosos de renombre ni los decretos de concilios. Su competencia en
el Nuevo Testamento y en toda materia relacionada a la salvación es Dios (2
Corintios 3:6) por medio del estudio asiduo, la meditación y la oración (1
Timoteo 4:13; Hechos 6:2-4).
El
sacerdote ejemplar de Cristo guarda celosamente su testimonio. Será
"ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor espíritu, fe y
pureza" (1 Timoteo 4:12). De no tener el don de contienda, se casará, como
se casarón Pedro (Mateo 8:14-17), "los otros apóstoles, y los hermanos del
Señor" (1 corintios 9:1-5). No es de los apóstatas quienes prohibirían
casarse (1 Timoteo 4:1-3). Sabe que los obispos deben ser casados y con hijos
creyentes (1 Timoteo 3:1-7). No avergonzará a Cristo y a la iglesia cayendo en
fornicaciones y adulterios.
El
ministro cualificado a quien ama el Señor se contenta con un sueldo adecuado,
teniendo derecho de recibir sostén (1 Corintios 9:1-16). No toma "la
piedad como fuente de ganancia" (1 Timoteo 6:3-5). No es sacerdote
levítico. No vive bajo el Antiguo Testamento. Por lo tanto, no reclama el
derecho a diezmos. Es del Nuevo Testamento. De las ofrendas voluntarias dadas
el primer día de cada semana (1 Corintios 16:1,2) recibe salario. No es
mercader de artefactos religiosos ni comercializa el evangelio con ventas de
aetículos "ungidos". Se cuida de no manipular sicológicamente a los
creyentes con miras a extraerles mucho dinero. Para él la iglesia no es una
"casa de mercado" (Juan 2:13-22), ni "por avaricia" hace
"mercadería" de los humildes "con palabras fingidas" (2
Pedro 2:1-3) -promesas de prosperidad, amenazas, supuestas revelaciones, etc. Es
honesto, honrado, desinteresado.
El
ministro "útil al Señor" (2 Timoteo 2:20-25), al predicar y enseñar
siempre trae "palabra bien comprensible" (1 Corintios 14:7-11). No
prorrumpe en lenguas extáticas las cuales no edifican pues no se entienden. En
todo momento ejerce el dominio propio, no dando lugar a un exceso de emociones
y gritería (2 Timoteo 1:7; Efesios 4:31) pues comprende que el poder de Dios
para salvación" es el evangelio (Romanos 1:16), no el emocionalismo o el
éxtasis religioso al cual fácilmente cae preso el oyente que quedara sugestionado
o hipnotizado.
El
fiel administrador de la multiforme gracia de Dios (1 Corintios 4:1-6) por
medio de quien puede obrar el Señor enseña la forma bíblica de adorar a Dios.
Evitando los dos extremos peligrosos del ritualismos frío y el desorden alborotoso,
asegura que todo se haga "decentemente y con orden" (1 Corintios
14:40). A los que se reúnen con él no los incita a manifestaciones emotivas
descontroladas, ni permite que hablen lenguas extáticas, o que oren muchos a la
vez en voz alta, pues su Dios "no es Dios de confusión sino de paz"
(1 Corintios 14:15-33).
Estas
verdades sobre las cualificaciones y el proceder del ministro aprobado de
Cristo son claros e irrefutables. Puede que otros ministros logren reunir a
muchos seguidores, construyan grandes e imponentes templos y lleven a cabo
obras muy abarcadoras. Pero, si "medran falsificando la palabra de
Dios" (2 Corintios 2:17) su éxito redundará en favor de la cuenta no de
Cristo sino de Satanás.
¿Sirve
usted a Dios de acuerdo con la enseñanza y el ejemplo de un ministro competente
del Nuevo Testamento? Si no, ¿por qué no procura conocer a uno, pidiéndole que
le bautice "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"
(Mateo 28:18-20) "para el perdón de pecados" (Hechos 2:38)? El lo
hará, y Cristo le añadirá a usted a la iglesia (Hechos 2:47) donde se predica y
se vive la doctrina más sana.
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