LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS
"...Dejad a los niños, y
no les impidas que vengan a mí...
Al ver y escudriñar la
Palabra de Dios, nos encontramos con una serie de situaciones en las que, en
algún momento de nuestra vida; al llegar a tener el privilegio de parte de
Dios, de llegar a ser padres; vemos que hemos contraído una obligación para
alguien que ha salido de nuestros lomos; pero esa obligación no es, ni se debe
convertir en una carga para nuestras vidas, sino por el contrario, debemos
gozarnos de la obligación para con nuestros pequeños y recordar que escrito
esta: "Herencia de Jehová son los hijos". Ahora con el pasar del
tiempo, la humanidad ha tratado de implementar una serie de reglas para una
supuesta protección de la niñez y que esta, ya no continúe padeciendo de la
maldad de la humanidad. Sin embargo al dar un vistazo acerca de este panorama
que encierra grandes opiniones y criterios; nos damos cuenta que dentro de sus
reglas dictadas por la misma humanidad, existen algunas normas que quedan muy por
fuera de lo que la Palabra de Dios contempla. Pero sobre todo lo que la ley
pretende dar como protección a los niños; algo de lo más grave que se ha
desviado por completo, es el área espiritual, apoyando a la voluntad de niños a
que tomen el camino que ellos deseen sin que exista alguien de conciencia
madura que los pueda guiar por el buen camino que es Cristo.
"Porque el marido que no
es creyente es santificado por su mujer, y la mujer que no es creyente es
santificada por su marido creyente; de otra manera vuestros hijos serian
inmundos, más ahora son santos."
Algo que es una obligación
muy grande para los padres y que debe serlo por amor más que por deber, es el
hecho de ser espirituales en todo tiempo, sin importar las circunstancias que
estemos viviendo. Nuestro deber es caminar con nuestro cónyuge de la mano; sin
embargo en los hogares en los que por algún motivo se han constituido como
hogares mixtos, o sea donde solo uno de los dos, (Padre o Madre) es cristiano,
este debe caminar por el espíritu y tener su mirada puesta en Cristo para que
las tormentas que estén a su lado no hagan que se hunda en los problemas y como
consecuencia su caminar cambie espiritualmente hablando. El Apóstol Pablo nos
enseña que debemos mantener una postura de santificación para poder mantener a
nuestros hijos en el camino que es Cristo, y para que sean tenidos dentro de
una mejor expectativa que Dios contempla para nuestros hijos.
Como consecuencia de sostener
un nivel de espiritualidad como la que Dios nos demanda; sin llegar a ser
religiosos, sino llegando a tener una íntima comunión con nuestro Señor, El nos
va a llenar de su Santo Espíritu, de su poder, para tener autoridad y orar por
nuestros hijos, sabiendo que el Espíritu Santo que mora en nosotros es poderoso
y que podemos ser vasos de barro en las manos de nuestros Dios y que
encontraremos misericordia cuando nos enfrentemos a enfermedades que si ponemos
fe en Dios y que orándole a Él, obrara de forma maravillosa, encontrando la
sanidad que buscamos para nuestros hijos. Como el padre del muchacho
endemoniado que hizo cuanto pudo para sanar a su hijo y algunas veces quizás
hizo cosas que no debía; pero que en realidad lo que él buscaba era la sanidad
para su muchacho; hasta que escucho hablar de Cristo; entonces toma a su hijo y
lo lleva delante de Él y el muchacho es sanado. Hoy nuestro Señor Jesucristo
nos ha dado autoridad para echar fuera todo espíritu de las tinieblas que este
turbando la vida de nuestros hijos y no solo de nuestros hijos, sino de toda
nuestra familia, y que cuando se nos anuncie la llegada de una enfermedad a los
nuestros, la rechacemos en el nombre que es sobre todo nombre; EN EL NOMBRE DE
JESÚS.
No obstante que Dios nos
enseña a orar y que nos ha dado de su poder y autoridad para reprender todo
espíritu de las tinieblas; debemos mantener un equilibrio que Dios nos enseña
también a guardar. Por ejemplo si nuestros hijos están enfermos y acudimos al médico,
y luego sabemos de la medicina que sanara de su enfermedad corporal; en el
nombre de Jesús, debemos ministrarle de la medicina que el medico dictó a que
se le ministrara; porque debemos recordar que Dios actúa en infinidad de formas
y que cada vez que actúa en nuestras vidas nos enseña algo nuevo; y muchas
veces su enseñanza es que seamos humildes de corazón y no arrogantes.
"Enseña al niño el
camino en que debe andar, y aun cuando fuera viejo no se apartara de el."
La instrucción que
ministremos a nuestros hijos, apoyándonos en la Palabra de Dios; el día de
mañana traerá su fruto positivo porque escrito esta. Los niños tienen derecho a
ser instruidos para que puedan desenvolverse de una forma adecuada cuando fuera
oportuno. Debemos enseñarles de acuerdo a su edad, la diferencia entre el bien
y el mal para que puedan ver las consecuencias de la desobediencia pero sin infundirle
temor, sino ante todo; temor a Jehová. Este último punto viene a ser bastante
delicado, puesto que si en determinado momento, la instrucción que recibe un
niño, es al momento en que comete un error, y su actuar se convierte en motivo
de burla; este niño puede recibir un trauma que puede tener serias
complicaciones en su madurez.
"El niño de pecho jugará..."
Otro de los derechos de los
niños es el poder desarrollar sus sentidos que muchas veces lo hacen jugando y
al hacerlo no debemos impedírselos. Debemos pedir sabiduría a Dios si aún no la
tenemos porque eso también es de Dios; escrito esta que si alguien es falto de
sabiduría que la pida a Dios. Debemos tenerla para saber cómo conducirnos y
participar con nuestros hijos y no impedirles que se desarrollen en medio de un
juego, y que sea supervisado por nosotros como padres.
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