jueves, 25 de agosto de 2016

DANIEL CAPITULO 2

DANIEL CAPITULO 2

2:1-49 En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño
2 Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey
3 Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño
4 Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación...

Este capítulo, el primer capítulo profético del libro de Daniel, habla acerca de la interpretación de uno de los sueños de uno de los reyes más famosos de la historia: Nabucodonosor II de Babilonia. En él se hace el primer bosquejo acerca de la historia del mundo de este libro, el cual se seguirá repitiendo como nos iremos dando cuenta a medida que sigamos este estudio. A grandes rasgos el sueño habla de lo siguiente: una estatua gigantesca, cuya cabeza estaba hecha de oro, su pecho y sus brazos de plata, su vientre y muslos de bronce, sus piernas de hierro y sus pies de hierro y barro cocido. Todas estas distintas partes de la estatua son símbolos de imperios que dominarían el mundo a través de la historia. Pero antes que nada expliquemos algunas cosas que pueden resultar extrañas. ¿Por qué se le revelan estas cosas a Nabucodonosor, siendo que él era un rey pagano? La respuesta es muy simple. Dios siempre quiso de alguna manera especial a Nabucodonosor. Por ejemplo si leemos en Jeremías 25:9 tenemos como Dios habla de Nabucodonosor como su siervo. Él siempre tuvo un papel preponderante en la historia del mundo y Dios se lo quería hacer saber.

Pero su intención final no era lograr el engrandecimiento de Nabucodonosor. Al contrario, él deseaba que se diera cuenta que todo lo que él tenía en este mundo no iba a durar por siempre y que su destino era igual al de todos los humanos. Todos los grandes reinos humanos iban en algún momento a desaparecer, dejando en su lugar el reino perpetuo de Dios. Para lograr hacer entender esto a Nabucodonosor, Dios usó un excelente instrumento: un sueño. En esa época los sueños eran muy importantes, ya que se creían medios por los cuales los dioses se comunicaban con los hombres. Éste sueño conmovió a Nabucodonosor de tal manera que le quitó la paz mental. Él sabía que ese sueño era algo muy importante y necesitaba urgentemente que alguien se lo explicara.

Para esto, hizo llamar a los más grandes magos y astrólogos del reino, pero estos nunca pudieron saber acerca del sueño. Dios no le iba a revelar a Nabucodonosor un asunto de tal magnitud mediante astrólogos paganos. Esto en un principio molestó mucho a Nabucodonosor. En el imperio Babilónico los astrólogos eran eminencias, todo el mundo los respetaba de una manera especial porque mediante sus estudios lograban encauzar de algún modo los actos del imperio. Si leemos Daniel 1 nos daremos cuenta de ese trato especial que reciben los sabios en el reino. Además veremos que no eran hombres que un día podían llegar y predecir algo, sino que debían estudiar arduamente durante tres años para lograr conocer la sabiduría del reino y tener autoridad sobre sus palabras. Todas estas cosas fueron las que llevaron la ira a Nabucodonosor. No lograba entender cómo unos hombres tan preparados y respetados no podían cumplir bien su trabajo. Esto llevó a Nabucodonosor a cometer una locura: ordenar que se matasen a todos los sabios del reino.

Pero, ¿era esto realmente una locura? Para nosotros sí, pero recordemos que esto pasó en otra época, con distintos puntos de vista y distinta forma de actuar. Nabucodonosor vio la inutilidad de sus sabios. Su trabajo era el de interpretar todas las cosas que los hombres normales no podían. En este caso no lo hicieron y más encima cometieron un grave error en su respuesta. Dijeron que los únicos que podían responder acerca del asunto eran los dioses. ¿Acaso ellos no debían tener comunicación con esos dioses?

Todas estas cosas abrieron los ojos del rey acerca del engaño al que su pueblo estaba sumido. Sus supuestos sabios y astrólogos no eran mediadores entre los dioses y los hombres, sino que eran sólo unos farsantes. ¿No podría eso ser causa de una persecución en una época con valores distintos a los nuestros? ¿No se haría algo así en nuestros tiempos? Tal vez sí. Pero esa persecución tuvo un gran fin. Daniel, quien era uno de los sabios, al saber que se los iba a matar pidió que se le dejara ver el caso del rey. Pidió a Dios que le ayudara y le revelara el sueño de Nabucodonosor.

Ése era el plan de Dios. Uno de sus siervos más queridos, Daniel (Ezequiel 14:19-20), era el que debía responder a este problema. Daniel fue donde el rey y le reveló el sueño, no sin antes dar todo el mérito a la acción de Dios. Entonces, le relata el sueño. El rey había visto una imagen gigantesca y de terrible aspecto. Su cabeza era de oro fino, su pecho y sus brazos de plata, su vientre y muslos de bronce, sus piernas de hierro y sus pies de hierro y barro cocido. Pero, ¿qué simbolizaba esta estatua? Algo que al rey le preocupaba mucho: los reinos que dominarían el mundo. Él siempre había deseado saber quién seguiría después de él. Si su reino sería perpetuo o si acabaría prontamente. Dios se lo hizo saber. La cabeza de oro era su símbolo.

El símbolo de uno de los imperios más grandes de la historia mundial, el cual abarcaba casi todo el mundo conocido entonces. Un reino cuya grandeza nunca ha sido igualada. Poseedora de grandes obras arquitectónicas, como su ciudad capital. Un cuadrado perfecto, según se dice, de 96 kilómetros de perímetro, rodeado de una muralla de 60 a 90 metros de altura y de 25 de ancho y dueña de los famosos jardines colgantes, una de las siete maravillas del mundo, mandados a construir por el mismísimo Nabucodonosor. El oro era una excelente forma de mostrar este reino. Pero el oro no podía seguir por siempre. Luego vendría otro reino, el imperio medo-persa, simbolizado por la plata. Este imperio fue menos esplendoroso que el anterior, de ahí la comparación plata-oro.

Este reino fue más abarcador que el babilonio, pero tuvo menos riquezas. Luego vino el bronce, representante del imperio griego de Alejandro Magno. Como se dice, este imperio dominó gran parte de Europa y Asia, "todo el mundo" conocido. Luego, el hierro. Una excelente forma de representar al imperio romano. Un imperio fuerte, que arrasaba con todo a su paso y dominó el mundo con mano dura. Pero el reino iba a ser dividido. El barro que está con el hierro demuestra como nunca se ha podido crear un imperio así después del romano.

Como la profecía dice, han intentado muchas formas de unir reinos como las guerras y alianzas, pero aún en nuestros días, donde la globalización avanza a pasos agigantados, aún países europeos siguen dividiéndose como la U.R.S.S., Yugoslavia y Checoslovaquia. Nunca Europa volverá a unirse bajo un solo rey, hasta que el Dios del cielo levante su propio reino perpetuo, el cual abarcará todo el mundo y el universo. Ese día está cerca, así que estemos preparados.

Nabucodonosor quedó impresionado. Tanto fue su asombro que nombró a Daniel gobernador de Babilonia y jefe de los sabios. Pero pese a todo engrandeció al Dios de Daniel, "el Dios de dioses". Esta profecía es la base de todas las siguientes del libro de Daniel. He ahí su gran importancia y ojalá actuemos como Nabucodonosor y demos el justo reconocimiento a Dios que nos revela todas estas cosas. 

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