EL DIOS DE TODA GRACIA
15 febrero 1995
1a. Pedro 5:
6-11
Para
principiar, diremos que como cristianos,
como hijos de Dios, nos encontramos en medio de un proceso de restauración de
nuestra vida. Esa restauración se inició
en el momento que reconocimos al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, o sea
que se hizo la luz como en Génesis, pero muchas cosas se encontraban
desordenadas. En medio de ese proceso,
la tribulación o sufrimiento juega un papel muy importante, ya que por medio de
eso obtenemos experiencias que nos van formando y preparando de una forma que
agrade a Dios. No es que la salvación o
la perfección se compren con el sufrimiento, pero éste último es
definitivamente importante.
En
Oseas 2:14, vemos que el Señor
llevará a su amada al desierto y allí le hablará al corazón. La verdad de Dios
es dada a nuestro corazón, en medio de la tribulación y de la angustia.
Todo
cristiano es probado por medio del fuego, con el propósito que todo lo que es
de Dios (oro, plata y piedras preciosas)
permanezca; lo que es ajeno a El (madera, heno y hojarasca) sea destruido, de
tal manera que el cristiano sea purificado.
En Ap. 2:10 dice que la tribulación será por "un poco de
tiempo". Dios sabe cual es el tiempo necesario para que se cumpla su propósito. A Abraham le fueron necesarios 25 años, a
Moisés 40 años, y de esa forma, cada uno tendrá lo conveniente.
En
este estudio, vemos que en los momentos de tribulación es el Dios de TODA
gracia quien actúa. En esos
momentos es cuando necesitamos a un Dios
de misericordia, de toda gracia (las "Gracias" de Dios son muchas),
El no es un Dios apaleador o con mano de hierro.
Tal
y como nos lo deja ver en la Palabra, ocurren cosas hermosas cuando se halla
gracia delante de Dios:
§ Se salva la
familia (Noé);
§ le dan el mejor
lugar (Ester);
§ participa de la
mesa del Señor (Ruth).
Debemos,
entonces, acercarnos al Dios de gracia, ya que El es quien restaura, afirma,
fortalece, y establece, pero todo ello lo hace a su tiempo. El Señor es el que tiene el poder de
presentarnos adecuadamente delante del Padre (Judas 24-25) pero nos prepara por
medio del sufrimiento. Para ser
presentados delante del Señor deben cumplirse los pasos siguientes:
RESTAURAR
Esto
es lo primero que El cumple en nuestra vida, a fin de presentarnos delante del
Padre. En Mat. 4:18-21, el Señor llamó a
su discipulado a dos grupos de personas, unos que echaban las redes y otros que
remendaban las redes. Esto es evangelismo y discipulado. La
palabra restaurar y remendar, son en griego el
mismo término katartizo= equipar
completamente y llegar a ser perfecto. Esto es lo que el Señor quiere hacer
con nosotros. Antes de comentar lo que va a ser restaurado, es fundamental que
hagamos algunas observaciones:
Para
ser restaurado, antes hay que reconocer que se necesita de la
restauración. Eso solo ocurre si nos
humillamos y reconocemos nuestra situación de ruina. Nadie puede ser restaurado si antes no es
destruido. El que ya ha pasado tribulación es el que tiene misericordia, como
Bernabé (hijo de la consolación), compartió esa consolación con Pablo, Juan
Marcos y seguramente con muchos otros.
Ahora
veamos, qué hay que restaurar? Que es lo
que el Señor quiere restaurar en nosotros?
1. LAS REDES: Mateo 4
El
Señor llamó a unos hombres que se encontraban restaurando las redes. Esto
representa que la restauración que Dios hará, es en evangelismo, pero no en el
Departamento de Evangelismo de las iglesias, sino en cada uno de los cristianos en su función
evangelística. Todos hemos sido llamados a predicar las buenas nuevas de
salvación y no necesariamente en una campaña, en un estadio o desde un púlpito,
sino con nuestra vida, con nuestro testimonio, con nuestro actuar diario.
Estando
restaurados, podemos restaurar y discipular a otros. Pero es triste reconocer que así como una red
rota deja salir a los peces, algunas veces actuamos de forma que aquellos que
han sido llamados por el Señor se alejan lastimados por nuestras actitudes y
forma de vivir. Debemos evaluar cómo
estamos viviendo y darnos cuenta si nuestra red está rota o no. De ser así estamos urgentemente necesitados
de esa restauración del Dios de toda gracia.
2. LA ALABANZA: Mateo 21:16
Esta
restauración es muy importante porque no solamente se refiere a la perfección
de la alabanza, sino también a los que alaban.
Según este verso, la restauración la efectúa el Señor por medio de los
niños y de los que maman. Esta es una
enseñanza maravillosa porque no se refiere a niños cronológicos, sino a la
condición del corazón. Es decir que el
Señor restaurará la alabanza en aquellos que tienen un corazón puro, sin
malicia, tierno, confiado. Un niño es
alguien que se deja conducir, y confía en su padre. De la misma forma Dios
quiere que nos dejemos guiar por su Espíritu Santo. Recordemos que la palabra que identifica al
Espíritu Santo es SHADAI, también
significa "el pecho que
amamanta" o sea que al decir que "de la boca de los que maman" se refiere a aquellos que están
en íntima relación con el SHADAI. Los
niños son los que se dejan guiar sin objetar, se dejan llevar por el Espíritu
sin pensar mucho en el "que dirán" o en el "como se verá".
Será
restaurada la alabanza y los alabadores que tengan inocencia y pureza en su
corazón, y no aquellos que son "cristianos profesionales". (Es muy diferente ser un profesional
cristiano).
La
leche espiritual, no adulterda, se refiere a la Palabra ungida, a la doctrina,
la cual se recibe sin recelo, sin analizarla humanamente, y se pone en
práctica.
3.
A LA ESTATURA DE CRISTO: Lucas 6:4O
El
Señor Jesucristo es nuestro Maestro. Al
ser restaurados por Dios, llegaremos a ser semejantes a El (Ef. 4:13) en la
totalidad de su enseñanza. En Fil.1:6 tenemos la promesa de Dios que nuestra
alma será restaurada y que seremos llevados a la perfección en la cual fuimos
creados. Sin embargo recordemos que el
Día del Señor puede ser, incluso, la gran tribulación.
Tenemos
dos opciones:
-permitir que se nos restaure
rindiéndo nuestra voluntad AHORA.
-ser restaurados como cumplimiento
extremo de la palabra de Dios (aún en la
gran tribulación)
Dios
nos ha dejado coberturas, ministros que nos dan a conocer su Palabra y de los
cuales debemos aprender. En cumplimiento de Heb. 13:7, acordémonos de ellos, consideremos
los frutos que el Señor les ha permitido dar, e imitemos la fe que ha
fructificado en ellos. Busquemos la
restauración.
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