viernes, 13 de noviembre de 2015

¿CUÁL ES LA VERDADERA ADORACIÓN?



¿CUÁL ES LA VERDADERA ADORACIÓN?

“Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren.” Juan 4:24
 Juan 6:6-10, 13-24. El encuentro de Jesús con la mujer Samaritana.

INTRODUCCIÓN 
Debemos adorar a Dios en espíritu y verdad. ¿Por qué busca el Padre a quienes lo adoren de esa forma? En esta lección están las respuestas a dichas preguntas. Debido a nuestra débil naturaleza, a menudo es difícil darle a Dios la reverencia que merece. Dios se ha revelado al hombre como espíritu; por lo tanto, es importante comprender que Él desea que nosotros también lo adoremos en espíritu. 
El Padre busca a quienes lo adoren y tengan comunión con Él de una forma que no sea superficial ni fingida. Quiere que la alabanza de su pueblo sea espontánea y salga del corazón.  
En esta lección estudiaremos el encuentro de Jesús con la mujer junto al pozo. Veremos cómo Él la guió tiernamente a un nuevo nivel de fe y de verdad. Jesucristo desea para nosotros lo mismo que deseaba para esta mujer, que lleguemos a vencer los obstáculos en nuestra vida y que adoremos a Dios en espíritu y en verdad. 

RECONOZCA A JESUCRISTO Y ACEPTE EL DON DE DIOS (Juan 4:6-10). 
Jesús salió de Judea para volver a Galilea. En vez de tomar la ruta acostumbrada para la mayoría de los judíos, atravesando Decápolis, Jesús decidió ir por Samaria. Al entrar Jesús en Samaria, se detuvo en la ciudad de Sicar (Juan 4:1-5). 
Cansado y sediento debido al viaje, Jesús se sentó junto al pozo de Jacob para tomar un breve descanso. Cerca del mediodía, una mujer samaritana vino a sacar agua del pozo. Jesús entabló con ella una conversación que fue el primer paso para guiarla a la fe en Él y a la verdadera adoración a Dios.  La mujer se asombró de que Jesús, siendo judío, le hablara a ella, ya que era samaritana. Sabía cuánto despreciaban los judíos a los samaritanos y que evitaban cualquier contacto con ellos a toda costa. 

Cuando le pidió a la mujer que le diera un poco de agua, Jesús estaba preparando el escenario para hablarle del don de agua viva,  es decir, la vida eterna.  Jesús le dijo a la mujer que si ella supiera quién era el que le pedía de beber agua del pozo, ella le pediría a Él que le diera agua viva (vers. 10).  En la mentalidad judía, el agua viva eran aguas en movimiento o que fluían de un riachuelo o manantial. Jesús le ofreció vida que no estuviera estancada sino viva y en movimiento. Jesús sabía que la mujer samaritana estaba viva, pero que no estaba verdaderamente llevando la vida que Dios desea que las personas tengan. 

Hoy muchos se parecen a esta samaritana. Al igual que ella, existen pero no viven la vida abundante y eterna que Dios quiere que disfruten. Como veremos, fue sólo cuando esta mujer reconoció a Jesús como su Señor que su vida fue de veras transformada para bien. Debemos aceptar el maravilloso don de salvación de Jesucristo si queremos recibir el don de Dios del agua viva. 


JESUCRISTO COMO LA FUENTE DE AGUA VIVA (Juan 4:11-14).   
La mujer samaritana vio que Jesús no tenía con qué sacar el agua y le preguntó de dónde sacaría el agua (Juan 4:11). Al igual que muchos de nosotros hoy, esta mujer pensó que Jesús estaba hablando de agua física, cuando desde un principio estaba hablando del agua espiritual (vida eterna). Jesús se estaba refiriendo a acercarse a una fuente de agua mejor que la que Jacob les había proporcionado, la cual podría satisfacer a un nivel mucho más profundo. 
La mujer le preguntó a Jesús: “¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob?” En otras palabras, ella se preguntaba que había de especial o peculiar en Jesús que le permitía ofrecerle “agua viva”.

¿Qué características del agua viva que Jesús da la hacen deferente del agua común y corriente? 
A diferencia del agua natural  que procede de la tierra, el agua viva proviene sólo de Jesús. No sólo Él es el dador, sino que es también la fuente de la cual sale el agua (7:37). Una persona volverá a tener sed aun cuando tome agua natural. Recibir el agua viva satisface la sed del hombre perpetuamente. Un pozo natural debe cavarse en un suelo adecuado, pero la “fuente de agua viva’ que está brotando continuamente y salta para vida eterna la coloca Dios en el corazón de las personas (4:14). 
Cuando el agua viva salta en las personas, las lleva a nuevos valles de adoración. Dan la espalda a la adoración muerta y carente de vida, basada en tradiciones de los hombres y en esfuerzos por alcanzar su propia justicia. Sólo volviéndose a Jesucristo las personas pueden satisfacer totalmente el deseo de su corazón de adorar y recibir vida eterna. 

VENCER LOS OBSTÁCULOS; Enfréntese al pecado (Juan 4:15-18). 
Aunque la mujer samaritana no entendió plenamente todo lo que Jesús dijo, tuvo la sensación de que había algo diferente en este hombre. Le pidió esa agua que curaría su sed y facilitaría su labor (Juan 4:15). Sin embargo, Jesús fue directamente a la parte de su vida que le estaba manteniendo lejos de la vida eterna. 

¿Qué estaba tratando de lograr Jesús al pedirle a esta mujer que buscara a su marido? El hecho de que ella estaba viviendo con un hombre con quien no estaba casada, y se había divorciado de otros cinco hombres, indica una promiscua manera de vivir. Cuando Jesús la confrontó con la verdad de su vida privada, en realidad estaba ayudándola a enfrentar su pecado y abrir la puerta al arrepentimiento. Era importante que esta mujer reconociera su pecado para que pudiera participar del agua viva que Jesús le estaba ofreciendo. 
Jesús sabía que la mujer samaritana intentaría evadir su pecado (Ver. 17), así que le dijo la verdad acerca de su condición exacta (ver.18). De la misma manera que Jesús conocía el pecado de esta mujer, Él conoce nuestro pecado hoy. El pecado oculto o no confesado es siempre un obstáculo para recibir el perdón y otras bendiciones de Dios. El pecado también obstaculiza la verdadera adoración. Nos engañamos si creemos que podemos ofrecer verdadera adoración a Dios y al mismo tiempo vivir en desobediencia. Terminamos ofreciendo a Dios un amor fingido en nuestra adoración que nos guía a una bancarrota espiritual. Sólo cuando se quita el pecado no confesado es que comienza la verdadera adoración del Salvador.  

VENCER LOS OBSTÁCULOS; ENFRÉNTESE A LAS TRADICIONES (Juan 4:19-22). 
Con la revelación de su pecado, la mujer samaritana se dio cuenta de que había algo extraordinario en Jesús. Ella se dio cuenta de que este hombre era profeta (Juan 4:19). Había otra cosa que alejaba a esta mujer de la verdadera adoración. Era la tradición que estipulaba la mayoría de los aspectos de su adoración (ver.20). Dicha tradición le exigía que adorara a Dios en el lugar en el que habían adorado sus antepasados. El lugar de adoración se había vuelto más importante que la persona a quien adoraba. 
Ya sea que la tradición se fundamente en el lugar adecuado para adorar, o en una manera o estilo de adoración adecuado, las simples tradiciones siempre obstaculizarán la verdadera adoración. En su respuesta a la mujer, Jesús le dijo que la ubicación no era el elemento clave de la verdadera adoración (ver. 21-24). 

¿Qué quiso decir Jesús cuando afirmó que la hora venía cuando las personas no adorarían al Padre “ni en este monte ni en Jerusalén” (Juan 4:21)? Jesús se refería a una época  que cambiaría de modo radical la manera de adorar de las personas, haciendo referencia probablemente a su eminente muerte y resurrección, y a la venida del Espíritu Santo. El lugar donde los hombres adoraran tendría mucho menos importancia luego de la muerte de Jesús que la había tenido en otros tiempos. La presencia de Dios a partir de ese momento habitaría en el corazón de las personas en vez de una ubicación física, como una montaña o un templo. Las personas pueden adorarlo dondequiera que estén y en el momento que lo decidan. 
Jesús acusó a los samaritanos de no saber lo que adoraban (Ver. 22). Ellos tenían una forma de religión, pero estaba formado por rituales y ceremonias que se oponían a la relación personal que Dios deseaba. Jesús también le aseguró que deseaba la salvación de su pueblo, los judíos. Aunque los judíos sabían a quién adoraban, necesitaban el perdón de sus pecados tanto como los samaritanos y los demás gentiles. 

ADORE EN ESPÍRITU Y EN VERDAD (Juan 4:23) 
Después de tratar aquellos asuntos de la vida de la mujer samaritana que la alejaban de la verdadera adoración, Jesús le dijo lo que era la verdadera adoración. En Juan 4:23, Jesús completó la frase “la hora viene” añadiendo “y ahora es”. ¿Qué es significativo en cuanto a la afirmación de Jesús “y ahora Es”? A causa de Jesús, la adoración nunca sería igual. Ya uno tendría que acudir a un lugar específico ni participar en ritos especiales para adorar a Dios. Jesucristo hizo posible la entrada en la presencia de Dios en cualquier parte. Jesús quería que la mujer supiera que la verdadera adoración había tomado una nueva dimensión. Él convirtió el acto de adoración en una experiencia personal para ella. Esto era algo que ahora ella podría hacer por sí misma, sin necesidad de esperar que otra persona la guiara a la adoración. La adoración es una experiencia de “ahora”, cuando quiera y dondequiera que estemos. 

¿Qué significa adorar a Dios en espíritu?  Las personas fueron creadas como seres de carne y hueso con una naturaleza espiritual. La verdadera esencia de Dios es de un ser espiritual. Puede entenderse que adorar a Dios en espíritu significa adorarlo con el espíritu humano. Esta es la parte del ser humano que refleja con mayor exactitud la imagen de Dios. 
Es en este plano espiritual que Dios se comunica y tiene comunión con nosotros. Hay algunas ocasiones en que no podemos pronunciar las palabras apropiadas para expresar nuestros sentimientos y, mediante la adoración en el Espíritu, le damos a conocer nuestras necesidades a Dios (Romanos 8:26). Cuando adoramos a Dios en espíritu, se forma una unión siempre creciente  que nos lleva a momentos hermosos de comunión con Él. La importancia de adorar a Dios en espíritu es evidente “porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren” (Juan 4:23). 

¿Qué significa adorar a Dios en verdad? En su conversación  con la mujer junto al pozo, Jesús la guió progresivamente a que conociera que la verdadera adoración debía provenir de su espíritu. En Juan 4:24, Jesús indicó que la verdadera adoración no es sólo en espíritu sino también en verdad. 
La verdadera adoración siempre el centro del ministerio de Jesús. En su humanidad como hijo el siempre nos enseñó a adorar al Padre. Jesús combatió constantemente las falsas practicas de adoración que mostraban una comprensión  errónea de quién es Dios. 
Esta mujer samaritana es sólo un ejemplo de esto. Aunque se sabe muy poco de las creencias religiosas del pueblo samaritano, la mayoría de los relatos parecen indicar que tenían un sincretismo que combinaba elementos de la fe judía con las religiones paganas de los gentiles exiliados en Samaria por causa de los asirios (2 Reyes 17:27 -32). Los samaritanos adoraban a Dios, pero no como se revela en la verdad de su Palabra.
Cuando Jesús habló con la mujer junto al pozo, quiso despertar en ella el deseo de adorar al Dios verdadero tal y como Él se había revelado en su Palabra. Sin el verdadero conocimiento de Dios que resulta de su revelación de sí mismo en las Sagradas Escrituras, pudiéramos adorar falsos dioses. Jesús llevó a la mujer junto al pozo a tomar decisiones basadas en el conocimiento que Él le dio. Ella llegó a la conclusión de que Jesús era en realidad el Mesías que iba a venir (ver. 25). En esta ocasión fuera de lo común, Jesús confirmó la conclusión de ella y públicamente reconoció que era el Mesías (ver.26). 
Quienes reconocen a Jesucristo pueden entrar en la verdadera adoración, ya que sólo cuando hemos sido limpiados del pecado mediante la sangre de Jesucristo puede nuestro espíritu tener comunión con un Dios Santo. Y sólo cuando nos acercamos a Dios a través de el que es la Verdad –Jesucristo—podemos adorar en verdad. 

CONCLUSIÓN 
Cuando Jesús se encontró con la mujer junto al pozo, su propósito era hacer que comprendiera que la verdadera adoración a Dios sólo podía venir por medio del Mesías mismo. Jesús tocó aspectos de su vida que le obstaculizaban el camino hacia la verdadera adoración. Debemos preguntar: “¿Qué cosas en mi vida me impiden ofrecer la adoración verdadera? Podemos vencer esas cosas reconociendo primeramente que Jesucristo es nuestro Salvador. Luego, a medida que ponemos en práctica las verdades de la Palabra de Dios, Él nos mostrará cómo adorar en espíritu y en verdad. 
Algunas personas sólo acuden a Dios cuando necesitan que se les atienda en una situación especial. Sin embargo, Dios desea una adoración sincera basada en nuestro amor por Él y nuestro deseo de agradarle en todo lo que sea posible. Quizá necesitemos modificar nuestra forma de acercarnos para adorar a Dios e incluir más tiempo para meditar en Dios como nuestro Padre quien desea la comunión y cercanía de sus hijos. 
Ahora le pido en el nombre de Jesús que ore por aquellas personas que usted conoce que no tienen una relación personal con Dios. Sí usted se ha descuidado en su relación con Dios o  sí usted nunca se a convertido a Él ore ahora y hágalo para que Jesucristo pueda entrar a tu vida. Sólo Él puede perdonar tus pecados y darte paz. Es así como único podrás adorarle a Él en espíritu y en verdad. ¡Que Dios te bendiga!


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