lunes, 7 de diciembre de 2020

ARREPENTIMIENTO

 

ARREPENTIMIENTO

 

Mateo 3:8

 Haced pues frutos dignos de arrepentimiento,

Mateo 3:11

Yo á la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que viene tras mí, más poderoso es que yo; los zapatos del cual yo no soy digno de llevar; él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego

Mateo 9:13

Andad pues, y aprended qué cosa es: Misericordia quiero, y no sacrificio: porque no he venido á llamar justos, sino pecadores á arrepentimiento.

Lucas 24:47

Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando de Jerusalem.

Hechos 11:18

Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron á Dios, diciendo: De manera que también á los Gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida.

Romanos 2-:4

¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, y  longanimidad ignorando que su benignidad te guía á arrepentimiento?

2Co.7:10

Porque el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento saludable, de que no hay que arrepentirse; mas el dolor del siglo obra muerte.

2Tim.2:25

Que con mansedumbre corrija á los que se oponen: si quizá Dios les dé que se arrepientan para conocer la verdad,

Hebreos 6:1

POR tanto, dejando la palabra del comienzo en la doctrina de Cristo, vamos adelante á la perfección; no echando otra vez el fundamento; no arrepentimiento de obras muertas, y de la fe en Dios,

Hebreos 6:6

Y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios, y exponiéndole á vituperio.

Hebreos 12:17

Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue reprobado (que no halló lugar de arrepentimiento), aunque la procuró con lágrimas.

 

 

 

 

 

  

 

DOCTRINAS BASICAS DE CRISTO

Hebreos 6:1-2

FUNDAMENTO

Ÿ ARREPENTIMIENTO

Ÿ OBRAS MUERTAS

Ÿ LA FE EN DIOS

Ÿ DOCTRINA DE BAUTISMOS

Ÿ IMPOSICION DE MANOS

Ÿ RESURRECCION DE LOS MUERTOS

Ÿ JUICIO ETERNO

 

ARMAS DEL CRISTIANO

 

ARMAS DEL CRISTIANO

2 Corintios 10:4:  porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.

2 Corintios 6:7:  en palabra de verdad, en poder de Dios, por medio de armas de justicia a derecha y a izquierda;

Romanos 13:12:  La noche está muy avanzada, y el día está cerca. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz.

Lucas 11:22:  Pero si viene uno más fuerte que Él y le vence, le toma todas sus armas en que confiaba y reparte sus despojos.

2 Crónicas 23:7:  Entonces los levitas formarán un círculo alrededor del rey, cada uno con sus armas en su mano. Cualquiera que entre en el templo morirá. Estaréis con el rey cuando entre y cuando salga.

La armadura de Dios

10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.

·          12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino

·          contra principados,

·          contra potestades,

·          contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,

·          contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes,

 

·          ceñidos vuestros lomos con la verdad,

·          y vestidos con la coraza de justicia, 15 

·          y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16 

·          Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 

·          Y tomad el yelmo de la salvación,

·          y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18 

·          orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu,

·          y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; 19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20 por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.

Alianzas Prohibidas

 

Alianzas Prohibidas

Apóstol German Ponce

Introducción

Isaías 30:1 ¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; ¡para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado! 30:2 Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto.  30:3 Pero la fuerza de Faraón se os cambiará en vergüenza, y el amparo en la sombra de Egipto en confusión."

Este pasaje habla de hijos rebeldes que están ejecutando planes que no son del Señor, la versión del Oso dice buscan cobertura, hacen alianzas, pero no según mi espíritu. Hacían alianza para protegerse, una unción de ellos porque creían que el Señor ya no los protegía. Note la responsabilidad de hacer alianzas con los demás. - Alianza es quedar amarrados.

El término alianza hace referencia a un pacto que se establecía entre dos o más partes. En el Antiguo Testamento hacía referencia, por tanto, al pacto que se establecía entre Dios y su pueblo o bien entre Dios y algún personaje concreto (Noé, Abraham...). Sin embargo, cuando hablamos de la Alianza, nos referimos al acontecimiento configurador "el pueblo israelita".

En el Antiguo Testamento también podemos señalar otra serie de alianzas, aunque de menor relevancia. En primer lugar, destaca la que estableció Jehová con Noé tras el diluvio. Ésta viene reflejada en

Génesis 9:12 "Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que hago entre yo y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por todas las generaciones:

9:13 pongo mi arco en las nubes y será por señal del pacto entre yo y la tierra,"

Aquí nos habla que el signo de la alianza, que aparece por iniciativa de Dios, será el arco iris (al referirse según el texto bíblico a «mi arco en las nubes»). También podemos encontrar, con más relieve aún, en Génesis 17, donde se muestra el pacto de Jehová con el patriarca Abraham, al cual le prometió una descendencia igual de grande que las estrellas del cielo y las arenas de los mares.

Génesis 17:2 "Y yo estableceré mi pacto contigo, y te multiplicaré en gran manera. 17:3 Entonces Abram se postró sobre su rostro y Dios habló con él, diciendo: 17:4 En cuanto a mí, he aquí, mi pacto es contigo, y serás padre de multitud de naciones. 17:5 Y no serás llamado más Abram; sino que tu nombre será Abraham; porque yo te haré padre de multitud de naciones. 17:6 Te haré fecundo en gran manera, y de ti haré naciones, y de ti saldrán reyes. 17:7 Y estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia después de ti, por todas sus generaciones, por pacto eterno, de ser Dios tuyo y de toda tu descendencia después de ti. 17:8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán como posesión perpetua; y yo seré su Dios."

Este pacto será el que implique el cambio de nombre; es decir, de su primitivo nombre Abran a Abraham (Génesis 17, 5). Asimismo, el gesto por el que se transmitirá este pacto será mediante la circuncisión (Génesis 17, 10). Y también, en la historia bíblica, se señala la alianza davídica que se establece por medio de Joadá, que era el jefe del sacerdocio de Jerusalén. Como indica el pasaje 2 Reyes 11,17, se celebró una alianza entre tres partes que incluían a Jehová, al rey (David) y al pueblo, por el cual el pueblo pasaba a ser pueblo de Dios.

Note que hay alianzas de parte de Dios para con sus siervos y su pueblo, pero debemos tener mucho cuidado porque se pueden realizar alianzas que nos pueden causar graves daños, como los son LAS ALIANZAS PROHIBIDAS las cuales pueden hacerse:

1. EL REY NAHAS: por miedo

2. SANSON: sentimentales, en yugo desigual

3. REY JOZAFAT Y OCOZIAS: por negocios y poder

DESARROLLO

1. REY NAHAS: alianza por miedo

1 Samuel 11:1 "Después subió Nahas amonita, y acampó contra Jabes de Galaad. Y todos los de Jabes dijeron a Nahas: Haz alianza con nosotros, y te serviremos. 11:2 Y Nahas amonita les respondió: Con esta condición haré alianza con vosotros, que a cada uno de todos vosotros saque el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel."

Nahas, Rey de los amonitas que sitió Jabes de Galaad, su nombre significa serpiente, él como condición de su entrega exigió que cada hombre de la ciudad perdiera su ojo derecho. Los habitantes de la desgraciada ciudad solicitaron una semana para ver si podían encontrar ayuda antes de satisfacer las demandas. Saúl, que recientemente había sido hecho rey, vino en su ayuda y derrotó a los amonitas (1Samuel 11:1-11).

Nahas era un tremendo rey y se ve orillado a hacer una alianza por miedo, note que este tipo de alianzas no se deben realizar, mucho cuidado con hacer alianzas que no son del espíritu. Note que este hombre lo que quería era quitarles el ojo derecho, al hacer esto los inactivaba para pelear.

Que terrible consecuencia les iba a traer esta alianza, Nahas los quería inhabilitar para que no se le sublevaran, cuidado con hacer alianzas con personas que te quieren quitar la visión de tu familia. No hagas alianza con agentes eternos que te quieren quitar la visión de la familia, si realizas este tipo de alianzas tendrás visión únicamente para el trabajo, pero como no tienen el ojo derecho, no tienen visión para la familia, necesitamos los dos ojos, para lo secular y familiar.

Los Nahas destruyen la familia, los planes familiares. Mucho cuidado con ellos.

2. SANSON: alianza sentimental en yugo desigual

Jueces 14:20 "Y la mujer de Sansón fue dada a su compañero, al cual él había tratado como su amigo."

Sansón, un ungido, realiza una alianza prohibidas con una mujer filistea, a él le estaba prohibido unirse a las filisteas, para él esto era un yugo desigual, se une a Dalila.  Sansón, llevó a cabo hazañas impresionantes las que revelan que poseía una fortaleza sobrehumana- durante la opresión filistea sobre Judá y Dan, poco antes de que Saúl llegara a ser rey de Israel. Aunque se le da el título de "juez", es tan diferente en carácter y actividades de los otros jueces que difícilmente se lo pueda comparar con los líderes mayores (Otoniel, Aod, Barac, Gedeón, Jefté) o con los menores (Tola, Jair, lbzán, Elón, Abdón). Poseía una fortaleza singular, mediante la cual llevaba a cabo hechos heroicos de extraordinario valor. Si su carácter moral hubiera estado a la altura de su fortaleza física, Dios lo habría usado poderosamente para librar a su pueblo.

Como consecuencia de su debilidad moral, fracasó y no cumplió plenamente la obra que Dios le había encomendado, y finalmente murió en cautiverio y sumido en la ignominia. Un ángel le anunció el nacimiento de Sansón a su madre, que era estéril, y al mismo tiempo le dio instrucciones con respecto a cómo debía criarlo y cuál sería la tarea que llevaría a cabo su hijo. Tenía que ser nazareo, y por eso se debía someter a ciertas restricciones (Jueces 13).

La familia de Sansón pertenecía a la tribu de Dan y vivía en Zora, en la región del valle, no lejos de donde moraban los filisteos. De allí que probablemente haya experimentado la dureza del opresor dominio de estos. Los hechos de Sansón que aparecen registrados se pueden dividir en 5 episodios, pero es necesario recordar que no toda su vida ni todos sus actos de heroísmo aparecen en la Biblia:

1. Después que Sansón, bajo la influencia del Espíritu de Dios, hubo llevado a cabo definidos actos de heroísmo (Jueces 13:25), se enamoró de una joven filistea de Timnat y se casó con ella. En la fiesta de bodas les presentó a sus huéspedes filisteos un acertijo que se basaba en la experiencia tenida con un león, al que había dado muerte. La incapacidad de estos para resolver el acertijo produjo una cantidad de complicaciones que desembocaron en su total enemistad con ellos. Más tarde entregaron a su esposa a otro hombre y él se vengó incendiando algunos campos y olivares enemigos. Cuando tomaron represalias quemando a su esposa y al padre de ella, Sansón dio muerte a muchos filisteos.

2. Luego Sansón encontró refugio en la "peña de Etam". Mientras se encontraba allí los filisteos invadieron Judá para vengarse de él. Temerosos de ellos, 3.000 habitantes de Judá fueron a buscar a Sansón para entregarlo a sus enemigos, y él convino con ellos para que lo ataran con ese fin. Pero cuando lo llevaron ante los filisteos, el Espíritu del Señor descendió sobre él y, después de romper las cuerdas con que lo habían atado, dio muerte a 1.000 de ellos y los demás huyeron. Cuando terminó la matanza estaba tan sedienta que tuvo miedo de morir, pero Dios respondió su oración y milagrosamente le proporcionó agua. Luego de este incidente su pueblo lo nombró juez (Jueces 15:9-20).

3. El siguiente acontecimiento que se registra lo presenta de nuevo como esclavo de sus inclinaciones carnales. Se fue a la fortaleza filistea de Gaza a visitar a una prostituta, poniéndose de este modo en manos de sus enemigos, quienes decidieron vengarse de él. Pero Sansón se fue de la casa de la mujer a medianoche, y cuando se encontró con la puerta cerrada de la ciudad, la arrancó de sus goznes y la llevó a la cima de la colina que se hallaba en dirección de Hebrón (Jueces 16:1-3).

4. Una vez más sus pasiones se adueñaron de él. Se enamoró de Dalila, una mujer del valle de Sorec. Al enterarse de esto, los filisteos le ofrecieron a ella una gran suma de dinero si averiguaba cuál era el secreto de su fuerza. Fallaron en 3 intentos para apoderarse de él, porque Sansón le dio a la mujer explicaciones engañosas acerca de su fortaleza sobrenatural y de cómo se lo podría debilitar. Pero finalmente cedió, y le reveló que su largo cabello, símbolo de su fuerza, nunca había sido cortado. Mientras dormía, Dalila se lo cortó y su fortaleza lo abandonó. Los filisteos lo capturaron, le sacaron los ojos y lo encerraron en la cárcel de Gaza (Jueces 16:4-21), donde lo pusieron a moler granos en un molino, para que así llevara a cabo la humillante tarea de un esclavo.

5. En ocasión de una gran fiesta filistea que se celebró en Gaza para ofrecer sacrificios al dios Dagón, trajeron a Sansón para exhibirlo en público en el templo. Este se encontraba lleno de gente y unos 3.000 más estaban en la terraza. Aparentemente Sansón conocía el edificio, porque había estado en Gaza antes. Aferrándose de las 2 columnas centrales que sostenían el techo, oró a Dios y pidió que le diera la fuerza necesaria para vengarse de la humillación sufrida a manos de los filisteos. Recurriendo a toda su fuerza, sacó las columnas de sus fundamentos, con el resultado de que el techo, sobrecargado, se derrumbó, dando muerte a una gran cantidad de los que estaban en la terraza, y sepultando a Sansón y a la mayor parte de los que se encontraban reunidos en el templo (Jueces 6:22-30).

Sansón realizó alianzas prohibidas cuando se unió a mujeres en yugo desigual, finalmente se une a Dalila quien lo hace perder la consagración y termina sin ojo (sin visión) sin fuerzas y como esclavo de los filisteos. Hay alianzas que no son del espíritu, (no os unáis en yugo desigual, 2 Corintios 2:14)

3. REY JOZAFAT Y OCOZIAS: alianza comercial por poder

2 Crónicas 20:35 "Pasadas estas cosas, Josafat rey de Judá trabó amistad con Ocozias rey de Israel, el cual era dado a la impiedad: 20:36 e hizo con él compañía para construir naves que fuesen a Tarsis; y construyeron las naves en Ezión-geber. 20:37 Entonces Eliezer hijo de Dodava, de Maresa, profetizó contra Josafat, diciendo: Por cuanto has hecho compañía con Ocozias, Jehová destruirá tus obras. Y las naves se rompieron, y no pudieron ir a Tarsis."

Josafat y Ocozias se unen, es decir el rey de Judá y el rey de Israel, los dos creían en el mismo Dios, solo que estaban divididos desde la época de Salomón, los dos creían en el mismo Dios pero había una característica diferente en uno de ellos, en Ocozias, y era la impiedad, era hijo de Acab y Jezabel, era un hijo dado a la impiedad y por eso Dios se enojó, él era un impío (alguien que conoció de Dios pero se apartó).-

Note que no podemos hacer alianzas de este tipo, pueden darse alianzas prohibidas en medio del pueblo de Dios, note que no debemos hacer negocios con todos los hermanos, Ocozias era elegido, era rey, pero no tenia piedad y por eso Jehová le destruiría sus obras y no pudieron ir a Tarsis a traer oro.

JOSAFAT, su nombre significa: «Jehová ha juzgado».

Era Rey de Judá. Fue un rey piadoso, adorando a Jehová, no buscando los baales, aunque el pueblo seguía sacrificando en los lugares altos (1 Reyes 22:44). Por ello, Dios otorgó una gran prosperidad al rey. Josafat tomó medidas para instruir al pueblo en la Ley de Jehová por las ciudades de Judá. El terror del Señor cayó sobre los reinos vecinos, y los árabes y filisteos se hicieron tributarios de Josafat. Puso guarniciones en las ciudades fuertes de su reino, e hizo la paz entre Israel y Judá.- Hizo finalmente desaparecer de Judá los lugares altos, y centralizó la adoración de Dios en Jerusalén, conforme a la Ley, destruyendo también a los sodomitas.

Después, mostrando su propensión a la alianza con la casa de Israel, emprendió una empresa comercial junto con Ocozías. Ocozías, significa «Jehová ha sostenido». Fue rey de Israel, sustituyó en el trono a su padre Acab.- Su reinado no duró más que dos años. Se unió a Josafat para equipar los navíos de Tarsis, con el fin de ir a buscar oro a Ofir. Sin embargo, no pudieron emprender la travesía, al naufragar en Ezión-geber. Ocozias propuso una segunda tentativa. Josafat, advertido por un profeta, no aceptó la propuesta. Después de la muerte de Acab, Moab se rebeló, pero Ocozias no hizo nada para volverlo a someter.

Note los desastres que nos pueden causas los Ocozias si hacemos alianza con ellos, Josafat hizo alianza comercial con él y fue un tremendo desastre.- Asóciese con Ocozias y se le va a caer su negocio.

TENGA MUCHO CUIDADO DE HACER ALIANZAS COMERCIALES CON LOS OCOZIAS, porque destruyen los negocios.

1 Corintios 5:10 "no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo."

Note lo que dice el apóstol Pablo de los Ocozias, son estirpe de:

·         inmoral

·         avaro

·         idolatra

·         difamador

·         borracho

·         estafador

 

Estos son los Ocozias, con ellos no se deben hacer alianzas. Note que no se puede hacer alianza con ellos, Josafat era un rey de Dios, prospero, bendecido y en orden, pero realizó alianza con un rey que carecía de piedad.

CONCLUSIONES:

Dios te va a bendecir, ten mucho cuidado con las alianzas que realices.  Cuando hagas una alianza permítele al Señor que la apruebe EL. Dice la palabra que cuando estén todos asociados (Salmo 133:1) allí enviara el Señor su bendición.  Tenemos que revisar nuestros planes porque hay planes que no son de Dios, deténgase a revisar las alianzas que usted ha realizado, porque algunas no son del espíritu.

LAS ALIANZAS PROHIBIDAS pueden hacerse por:

1. EL REY NAHAS: por miedo

1Samuel 11:1 "Después subió Nahas amonita, y acampó contra Jabes de Galaad. Y todos los de Jabes dijeron a Nahas: Haz alianza con nosotros, y te serviremos. 11:2 Y Nahas amonita les respondió: Con esta condición haré alianza con vosotros, que a cada uno de todos vosotros saque el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel."

2. SANSON: sentimentales, en yugo desigual

Jueces 14:20 "Y la mujer de Sansón fue dada a su compañero, al cual él había tratado como su amigo."

3. REY JOZAFAT Y OCOZIAS: comerciales por poder

2 Crónicas 20:35 "Pasadas estas cosas, Josafat rey de Judá trabó amistad con Ocozias rey de Israel, el cual era dado a la impiedad: 20:36 e hizo con él compañía para construir naves que fuesen a Tarsis; y construyeron las naves en Ezión-geber.  20:37 Entonces Eliezer hijo de Dodava, de Maresa, profetizó contra Josafat, diciendo: Por cuanto has hecho compañía con Ocozias, Jehová destruirá tus obras. Y las naves se rompieron, y no pudieron ir a Tarsis"

Ministerios Ebenezer Honduras

 


martes, 17 de noviembre de 2020

SALVACIÓN (heb. yeµsûa>, gr. soµteµria)

 

Salvación (heb. yeµsûa>, gr. soµteµria)

I. En el Antiguo Testamento

El principal término heb. traducido “salvación” es yeµsûa> y los derivados correspondientes. Su significado básico es “introducir en un ambiente espacioso” (cf. Sal. 18.36; 66.12), pero tiene desde el comienzo el sentido metafórico de “liberación de toda limitación” y los medios para llegar a ella; e. d. liberación de los factores que constriñen y limitan. Puede referirse a liberación de una enfermedad (Is. 38.20; cf. vv. 9), de los problemas (Jer. 30.7), o de los enemigos (2 S. 3.18; Sal. 44.7). En la gran mayoría de las referencias Dios es el autor de la salvación. Así, Dios salva a su rebaño (Ez. 34.22); rescata a su pueblo (Os. 1.7) y sólo el puede salvarlos (Os. 13.10–14); no hay otro salvador aparte de él (Is. 43.11). Salvó a los padres de Egipto (Sal. 106.7–10), y a sus hijos de Babilonia (Jer. 30.10). Él es el refugio y el salvador de su pueblo (2 S. 22.3). Salva al pobre y al necesitado cuando no tienen otro que los ayude (Sal. 34.6; Job 5.15). En las palabras de Moisés, “estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy” (Ex. 14.13), tenemos la esencia misma del concepto veterotestamentario de la salvación. Así, conocer a Dios en alguna medida es conocerlo como Dios salvador (Os. 13.4), de modo que las palabras “Dios” y “Salvador” son virtualmente idénticas en el AT. El gran ejemplo normativo de la liberación salvífica divina es el éxodo (Ex. 12.40–14.31). La redención de la esclavitud egp. mediante la intervención de Dios en el mar Rojo fue determinante de toda la subsiguiente reflexión de Israel acerca de la naturaleza y la actividad de Dios. El éxodo fue el molde al cual se incorporó toda la subsiguiente interpretación del drama de la historia de Israel. Se lo expresaba con el canto en el culto (Sal. 66.1–7), se lo relataba (Dt. 6.20–24), se lo representaba en el ritual (Ex. 13.3–16). De manera que la noción de la salvación surgió del éxodo, estampada indeleblemente con la dimensión de los poderosos actos de liberación divina en la historia.

Este elemento profundamente significativo sirvió de base, a su vez, para una contribución veterotestamentaria aun mayor a la idea de la salvación cual es la escatología. La experiencia que tuvo Israel en cuanto a Dios como salvador en el pasado le permitió proyectar su fe hacia adelante, hacia la expectativa de su salvación plena y definitiva en el futuro. Precisamente porque Yahvéh se ha hecho conocer como Señor de todos, creador y sustentador de toda la tierra, y porque es un Dios justo y fiel, un día hará efectiva su total victoria sobre sus enemigos y salvará a su pueblo de todos sus males (Is. 43.11–21; Dt. 9.4–6; Ez. 36.22–23). En el período primitivo esta esperanza de salvación se centra más en la intervención histórica inmediata para la reivindicación de Israel (cf. Gn. 49; Dt. 33; Nm. 23s). En el período profético encuentra expresión en función de un “día de Yahvéh” en el cual el juicio habrá de combinarse con la liberación (Is. 24.19s; 25.6–8; Jl. 2.1s, 28–32; Am. 5.18s; 9.11s). La experiencia del exilio proporcionó tanto una imagen concreta como un marco concreto para la expresión de esta esperanza como un nuevo éxodo (Is. 43.14–16; 48.20s; 51.9s; cf. Jer. 31.31–34; Ez. 37.21–28; Zac. 8.7–13); pero los desalentadores y limitados resultados de la restauración proyectaron la esperanza hacia adelante nuevamente, y la transmutaron en lo que se ha denominado la escatológica-trascendental (Is. 64.1s; 65.17s; 66.22), la esperanza del >olaµm habba<, el nuevo mundo al final de la era presente, en el que el gobierno soberano y el carácter justo de Dios se manifestarán en todas las naciones.

Correspondería hacer referencia también a otros términos relacionados que la LXX vierte como soµteµria; en particular la raíz g<l, ‘redimir’, recuperar propiedad que ha ido a parar a manos ajenas, “volver a adquirir”, a menudo mediante compra. La persona que efectuaba dicha redención, o salvación, es el goµ<eµl, el ‘pariente-redentor’ (cf. Lv. 25.26, 32; Rt. 4.4, 6). Dios es el gran goµ<eµl de Israel (Ex. 6.6; Sal. 77.14s). Este uso es sinónimo de yeµsûa> en la última parte de Isaías (Is. 41.14; 44.6; 47.4). Aparecen como términos paralelos en Is. 43.1–2; 60.16; 63.9 (cf. TDNT 7, pp. 977–978).

Finalmente notamos que la actividad salvífica de Dios en el AT se amplía y se profundiza en función de un instrumento particular de esa salvación, el Mesías-Siervo. La salvación envuelve un agente, o salvador, aunque no necesariamente distinto de Yahvéh mismo. En general, aunque Yahvéh puede emplear agentes humanos particulares, o salvadores, en momentos históricos determinados (Gn. 45.7; Jue. 3.9, 15; 2 R. 13.5; Neh. 9.27), sólo él es el salvador de su pueblo (Is. 43.11; 45.21; Os. 13.4). Esta afirmación general, empero, requiere aclaración en el contexto del desarrollo de la esperanza de la salvación en el AT, donde en los cánticos del Siervo encontramos una encarnación personal de la salvación moral de Yahvéh, aun cuando nunca se hace referencia al Siervo como salvador en forma directa. La configuración corporativa está claramente presente aquí, pero la personificación del ministerio del Siervo está clara en el texto, y a la luz del cumplimiento neotestamentario no requiere defensas adicionales. En el cántico, Is. 49.1–6, aparece como instrumento de la salvación universal preparada por Dios (v. 6; cf. tamb. vv. 8). El cántico final, 52.13–53.12, no contiene el término, pero el concepto de la salvación está presente en todas partes en función de una liberación del pecado y sus consecuencias. Así, el AT nos ayuda a comprender, finalmente, que Dios salva a su pueblo mediante su Mesías-Salvador.

II. En el Nuevo Testamento

En el NT comenzamos con la observación general de que, en buena medida, el uso “religioso” de una liberación moral/espiritual se vuelve totalmente dominante en lo que respecta al concepto de la salvación. En el uso no religioso se limita virtualmente a salvar ante graves peligros de muerte (Hch. 27.20, 31; Mr. 15.30; He. 5.7).

a. Los evangelios sinópticos

Jesús menciona la palabra salvación una sola vez (Lc. 19.9), donde puede referirse ya sea a sí mismo como personificación de la salvación, impartiendo perdón a Zaqueo, o a aquello que se evidencia por la conducta transformada del publicano. Nuestro Señor, empero, usó la palabra “salvar” y otras afines para indicar primero lo que vino a hacer (por inferencia, Mr. 3.4; y por afirmación directa, Lc. 4.18; Mt. 18.11; Lc. 9.56; Mt. 20.28), y segundo, lo que se le exige al hombre (Mr. 8.35; Lc. 7.50; 8.12; 13.24; Mt. 10.22). Lc. 18.26, y el contexto, muestra que la salvación exige un corazón contrito, impotencia como del niño, dispuesta a recibir, y la renuncia a todas las cosas por amor a Cristo, condiciones todas que el hombre no puede cumplir por sí solo.

El testimonio de otros acerca de la actividad salvífica de nuestro Señor es tanto indirecta (Mr. 15.31) como directa (Mt. 8.17). Está también el testimonio de su propio nombre (Mt. 1.21, 23). Estos variados usos sugieren en conjunto que la salvación estaba presente en la persona y el ministerio de Cristo, y especialmente en su muerte.

b. El cuarto evangelio

Esta doble verdad la subraya el cuarto evangelio, en el que cada capítulo sugiere diferentes aspectos de la salvación. Así, en 1.12s los hombres se convierten en hijos de Dios al confiar en Cristo; en 2.5 la situación se soluciona al hacer “todo lo que os dijere”; en 3.5 el nuevo nacimiento por el Espíritu es esencial para entrar en el reino, pero 3.14, 17 deja en claro que esa nueva vida no es posible aparte de la fe en la muerte de Cristo, sin la cual los hombres ya están sujetos a condenación (3.17); en 4.22 la salvación es de los judíos—por revelación históricamente canalizada por medio del pueblo de Dios—y es un regalo que interiormente transforma y capacita a los hombres para la adoración.

En 5.14 el que ha sido sanado no debe volver a pecar, no sea que le ocurra algo peor; en 5.39 las Escrituras dan testimonio de que hay vida (= salvación) en el Hijo, a quien le han sido encomendados la vida y el juicio; en 5.24 los creyentes ya han pasado de muerte a vida; en 6.35 Jesús declara que él es el pan de vida, a quien únicamente deben acudir los hombres (6.68) en busca de las vivificantes palabras de vida eterna; en 7.39 el agua es símbolo de la vida salvífica del Espíritu que había de venir después que Jesús fuese glorificado.

En 8.12 el evangelista indica la seguridad que ofrece la guía de la luz y en los vv. 32, 36 la libertad que se adquiere por medio de la verdad que reside en el Hijo; en 9.25, 37, 39 la salvación es visión espiritual; en 10.10 el ingreso en el disfrute de la seguridad y la vida abundante del redil y del Padre es por medio de Cristo; en 11.25s la vida de resurrección pertenece al creyente; en 11.50 (cf. 18.14) el propósito salvador de su muerte se describe inconscientemente; en 12.32 Cristo, levantado en su muerte, atrae a los hombres hacia sí; en 13.10 el lavado inicial del Señor significa salvación (“está todo limpio”); en 14.6 Cristo es el camino vivo y verdadero a las moradas del Padre; en 15.5 el permanecer en él, la Vid, es el secreto de los recursos vitales; en 16.7–15 por amor a Cristo el Espíritu se hará cargo de los obstáculos a la salvación y hará los preparativos para su realización; en 17.2–3, 12 el Señor guarda y cuida a los que tienen conocimiento del Dios verdadero y de su Hijo; en 19.30 se lleva a cabo la salvación; en 20.21–23 las palabras de paz y perdón acompañan la entrega del don del Espíritu; en 21.15–18 su amor reconciliador vuelve a inyectar amor en su seguidor y lo rehabilita para el servicio.

c. Los Hechos

Hechos traza la proclamación (cf. 16.17) de la salvación en el impacto que produce, primero en las multitudes que escuchan la exhortación a que sean “salvos de esta perversa generación” (2.40) mediante el arrepentimiento (que es también don de Dios y parte constitutiva de la salvación, 11.18), la remisión de pecados, y la recepción del Espíritu Santo; luego en un individuo enfermo, ignorante de su verdadera necesidad, que es sanado por el nombre de Jesús, el único nombre en el que podemos ser salvos; y tercero, en la familia de aquel que preguntó “¿qué debo hacer para ser salvo?” (16.30ss).

d. Las epístolas paulinas

Pablo sostiene que las Escrituras “pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Ti. 3.15ss) y que proporcionan los ingredientes esenciales para el disfrute de una salvación plena. Ampliando y aplicando el concepto veterotestamentario de la justicia divina, que ya anticipaba la justicia salvífica del NT, Pablo demuestra que no hay salvación alguna por medio de la ley, ya que ella sólo podía indicar la presencia, y suscitar la actividad reaccionaria, del pecado y cerrarle la boca a los hombres dada su culpabilidad ante Dios (Ro. 3.19; Gá. 2.16). La salvación se proporciona como libre don del justo Dios obrando en gracia para con el indigno pecador que, por el don de la fe, confía en la justicia de Cristo, que lo ha redimido por medio de su muerte y lo ha justificado con su resurrección. Dios, por amor a Cristo, justifica al pecador (e. d. le acredita la perfecta justicia de Cristo y lo acepta como si no hubiese pecado), perdona su pecado, lo reconcilia consigo mismo en y mediante Cristo, “haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (2 Co. 5.18; Ro. 5.11; Col. 1.20), lo adopta como miembro de su familia (Gá. 4.5s; Ef. 1.13; 2 Co. 1.22), poniendo el sello, las arras, las primicias de su Espíritu en su corazón, y de este modo haciendo de él una nueva creación. Por el mismo Espíritu los subsiguientes recursos de la salvación lo capacitan para andar en novedad de vida, mortificando crecientemente los hechos de la carne (Ro. 8.13), hasta que en última instancia es conformado a Cristo (Ro. 8.29) y su salvación es consumada en la gloria (Fil. 3.21).

e. La Epístola a los Hebreos

La “gran” salvación de la Epístola a los Hebreos trasciende los anuncios veterotestamentarios sobre la salvación. En el NT la salvación se describe con el lenguaje de los sacrificios; las tantas veces repetidas ofrendas del ritual veterotestamentario que se ocupaban principalmente de los pecados no premeditados y sólo proporcionaban una salvación superficial son remplazadas por el sacrificio único de Cristo, siendo él mismo tanto el Sacerdote de nuestra salvación como la ofrenda salvífica (He. 9.26; 10.12). El derramamiento de su sangre vital en la muerte efectúa la expiación, de modo que en lo sucesivo el hombre, con la conciencia purificada, puede entrar en la presencia de Dios en las condiciones del nuevo pacto, ratificado por Dios mediante su Mediador (He. 9.15; 12.24). Hebreos, que tanto recalca la forma en que Cristo encara la cuestión del pecado mediante su sufrimiento y su muerte a fin de proporcionar la salvación eterna, anticipa su segunda venida, no ya para ocuparse del pecado, sino para consumar la salvación de su pueblo y, presumiblemente, la gloria consiguiente que les corresponde (9.28).

f. La Epístola de Santiago

Santiago enseña que la salvación no es por “fe” solamente sino también por “obras” (2.24). Su intención es desilusionar a todo el que se apoya para su salvación en el mero reconocimiento intelectual de la existencia de Dios, sin un cambio de corazón que de por resultado obras de justicia. No descuenta la verdadera fe, sino que pide que su presencia la evidencie una conducta que a su vez ponga de manifiesto las energías salvíficas de la verdadera religión obrando por medio de la Palabra de Dios implantada en la persona. Le preocupa tanto como el que más el hacer volver al pecador del error de su camino y salvar su alma de la muerte (5.20).

g. 1 y 2 Pedro

1 Pedro destaca, en forma semejante a Hebreos, lo costoso de la salvación (1.19), que fue buscada y predicha por los profetas pero es ahora realidad presente para los que, como ovejas extraviadas, han vuelto al Pastor de sus almas (2.24s). Su aspecto futuro es conocido por los que “sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada” (1 P. 1.5).

En 2 Pedro la salvación comprende el escapar de la corrupción que existe en el mundo por la lascivia haciéndonos partícipes de la naturaleza divina (1.4). En el contexto del pecado el creyente ansía los nuevos cielos y la nueva tierra en los que mora la justicia, pero reconoce que la postergación de la parusía se debe a la paciencia de su Señor, paciencia que forma parte, ella misma, de la salvación (3.13, 15).

h. 1, 2 y 3 Juan

Para 1 Juan el lenguaje de los sacrificios en Hebreos es adecuado. Cristo es nuestra salvación al ser él la propiciación por nuestros pecados, como exteriorización del amor de Dios. Es Dios en su amor, manifestado en la sangre derramada de Cristo, el que cubre nuestros pecados y nos purifica. Como en el cuarto evangelio, la salvación se concibe en función del hecho de nacer de Dios, de conocer a Dios, de poseer vida eterna en Cristo, de vivir en la luz y la verdad de Dios, de morar en Dios y saber que él mora en nosotros mediante el amor por su Espíritu (3.9; 4.6, 13; 5.11). 3 Juan tiene una significativa oración en la que pide prosperidad y salud corporal (bienestar natural) generales para acompañar la prosperidad del alma (v. 2).

i. La Epístola de Judas

Judas 3, al referirse a la “común salvación”, está pensando en algo semejante a la “común fe” de Tit. 1.4, y la vincula con la “fe” (cf. Ef. 4.5) por la que tienen que contender los creyentes. Esta salvación comprende los privilegios, verdades, demandas y experiencias salvíficos comunes a sus muy diversos lectores. En los vv. 22s insta a hacer conocer urgentemente esta salvación a diversos grupos de personas que tienen dudas, que se encuentran en grave peligro, y que están sumergidas en la degradación.

j. El Apocalipsis

Apocalipsis reitera el tema (de 1 Jn.) de la salvación como liberación o limpieza del pecado en virtud de la sangre de Cristo, y la constitución de los creyentes en sacerdoctes reales (1.5s). De un modo que recuerda al Salmista, el vidente, en actitud de adoración, atribuye la salvación en toda su amplitud a Dios (7.10). Los últimos capítulos del libro pintan la salvación en función de las hojas del árbol de la vida que son para la sanidad de las naciones, árbol al cual, como en el caso de la ciudad de la salvación, se concede admisión únicamente a aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

 

III. Relación con otras perspectivas de la salvación

a. Los esenios

Considerable atención se le ha prestado a partir del descubrimiento de los rollos del mar Muerto (1947 en adelante) a este movimiento monástico dentro del judaísmo (* Mar Muerto, Rollos del), y se han hecho diversos intentos de evaluar su contribución a los orígenes neotestamentarios. Por lo que hace a la doctrina de la salvación los esenios de Qumrán compartían el sentido bíblico de la pecaminosidad intrínseca del hombre aparte de Dios, y un notable pasaje (1QS 11.9s; cf. tamb. el Himno de acción de gracias) se aproxima mucho a la doctrina neotestamentaria de la salvación en el sentido de absolución por la acción de la justicia de Dios, de la salvación mediante la confianza total en la gracia y misericordia de Dios. Sin embargo, esto no debe resultar enteramente sorprendente, teniendo en cuenta la deuda de los integrantes de Qumrán para con el salterio y los grandes profetas veterotestamentarios. Sería un error destacar excesivamente los puntos de correspondencia; en otros puntos el paralelo con la enseñanza neotestamentaria es mucho más tenue. El universalismo del evangelio cristiano falta totalmente; la salvación no es por cierto para la masa común de los pecadores. Lo que entendía Qumrán en cuanto al Siervo sufriente de Is. 53 es tema de discusión, pero parecería que la profecía se consideraba cumplida en el consejo interno (soÆd_) de la comunidad. Tampoco se puede eludir enteramente el simple hecho de que no hay una sola referencia clara a los esenios en todo el NT.

b. El gnosticismo

No hay acuerdo sobre la fecha precisa de la enseñanza gnóstica, y el intento de demostrar la dependencia cristiana con respecto a las ideas gnósticas constituye hoy una empresa claramente dudosa. No obstante, hay indicaciones en el NT (cf. 1 y 2 Co.; Col.; 1 y 2 Ti.; Tit.; 1 Jn.; Ap.) de que la iglesia primitiva tuvo que distinguir su doctrina de la salvación de las nociones que aparecían incorporadas en doctrinas gnósticas posteriores. En esencia el gnóstico proclamaba la salvación por un conocimiento inmediato de Dios. Este conocimiento era intelectual, por oposición al conocimiento moral, y esotérico en cuanto estaba limitado al círculo elitista de los iniciados. El gnosticismo también enseñaba un dualismo de alma y cuerpo, en el que sólo lo primero resultaba significativo para la salvación; y una jerarquía de intermediarios espirituales y angélicos entre Dios y el hombre. La salvación era la vía de escape del predominio de fuerzas astrológicas y pasiones humanas extrañas mediante el “conocimiento”, en respuesta a un “llamado” del mundo divino expresado en el titulado “mito gnóstico-redentor”, la leyenda del hombre de los cielos que bajó del mundo de la luz celestial para “salvar” a los hombres “caídos” impartiéndoles este conocimiento secreto.

Como ya se ha sugerido, el intento de ubicar una perspectiva de esta naturaleza en el período precristiano y en consecuencia considerar que ella subyace a las nociones salvíficas del NT está lejos de poder demostrarse. Las evidencias son mucho más compatibles con el punto de vista de que, en la atmósfera religiosa sincretista de la época, ciertas tendencias gnósticas latentes fueron unidas en los ss. II y III a los motivos salvíficos cristianos para producir las doctrinas de las sectas gnósticas que hemos bosquejado arriba, y acerca de las cuales nos enteramos por escritores tales como Ireneo en el período posterior al neotestamentario. Por oposición a formas incipientes de tales nociones sobre la salvación los escritores bíblicos recalcan el alcance universal de la oferta de salvación que hace Dios, su carácter esencialmente moral, la verdadera humanidad y deidad del Mediador, y la centralización de la salvación en los actos históricos de Dios en torno al nacimiento, la vida, la muerte, y la resurrección de Jesucristo (cf. las secciones del NT citadas arriba).

c. Las religiones de misterio

Otro punto en el que los escritores neotestamentarios tuvieron que distinguir su doctrina de la salvación de las ideas corrientes es en relación con los cultos de misterio. Este fenómeno del ss. I era una combinación de elementos helenísticos y orientales que tuvieron su origen en antiguos ritos de fertilidad. Pretendían ofrecer “salvación” del destino o la suerte, y una vida más allá de la tumba libre de las condiciones insatisfactorias y opresivas del presente. La salvación se lograba mediante la meticulosa realización de ciertos rituales cúlticos. En algunos puntos aparece un lenguaje similar al del NT. A los iniciados se les podía llamar “nacidos de nuevo para la vida eterna”. Algunas deidades cúlticas tales como Dionisos adquirieron el título de “Señor y Salvador”. Se han alegado vínculos con la teología cristiana, particularmente en el nivel sacramental, por cuanto se conocían las ilustraciones sagradas, o ceremonias de purificación, y la idea de la unión con los dioses en una comida solemne. No obstante, incluso con un examen superficial las diferencias con el mensaje cristiano y la vida de las comunidades cristianas primitivas son claras y obvias. En las religiones de misterio la salvación era esencialmente no moral. Del fiel “salvo” no se esperaba que fuese mejor que su vecino pagano, y tampoco lo era en la mayoría de los casos. El elemento racional ocupaba un lugar mínimo; no había grandes actos salvíficos, y por consiguiente tampoco grandes afirmaciones teológicas sostenidas en común.

Los pretendidos paralelos con la enseñanza bautismal y eucarística cristianas (paulinas) tampoco tienen fundamento, como se ha demostrado con bastante claridad; las evidencias indican más bien la deuda del apóstol para con la historia bíblica de la salvación centrada en el portentoso acto redentor de Dios en Jesucristo.

d. El culto imperial

El antiquísimo espejismo de la salvación por medio del poder y la organización políticos se reflejaba en el ss. I en el culto imperial. El mito de un Rey-Dios que fuera salvador y benefactor de su pueblo aparece muy difundido en diversas formas en el mundo antiguo, particularmente en Oriente. En Roma el ímpetu dado a los cultos oficiales surgió de la carrera de Augusto, quien después de Accio en el 31 a.C. estableció la Pax Romana, una edad de oro de paz tras décadas de matanzas sangrientas. Comúnmente se lo nombraba como soµteµr, ‘Salvador del mundo’, y por su vínculo con Julio César, “Hijo de Dios”. Aun en el caso de Augusto, sin embargo, se impone cierto grado de precaución, por cuanto está demostrado que el título soµteµr de ningún modo estaba limitado al emperador, y tampoco estuvo siempre investido de plenas inferencias orientales. Los sucesivos emperadores del ss. I evidenciaron variados grados de entusiasmo por lo que se afirmaba con respecto a ellos en el culto oficial. Calígula, Nerón, y Domiciano por cierto que tomaban en serio su statu divino, y este hecho puede hasta cierto punto explicar algunas instancias en que se usa el título en relación con Jesucristo y el Padre en el NT (cf. 1 Ti. 1.1; 4.10; Tit. 1.3; 3.4; 1 Jn. 4.14; Jud. 25; Ap. 7.10; 12.10; 19.1).

e. Síntesis

En general, aun cuando hay paralelos claros en lo que hace a lenguaje, la dependencia de la doctrina de la salvación cristiana con respecto a estos movimientos contemporáneos no ha sido demostrada de ninguna manera. Por cierto que al intentar comunicar el evangelio a sus contemporáneos los predicadores y escritores neotestamentarios no tenían reparos en traducir el mensaje, incluido el lenguaje de la salvación, a los patrones conceptuales del ss. I, pero el verdadero origen y justificativo de su lenguaje salvífico se encuentra fuera de dicho mundo, en la tradición de la historia salvífica del AT, centrada y cumplida en la persona y la misión de Jesucristo.

IV. La salvación bíblica: síntesis

1. La salvación es un hecho histórico. La perspectiva veterotestamentaria de la salvación como producto de la intervención divina en la historia recibe pleno apoyo en el NT. A diferencia del gnosticismo, el hombre no se salva mediante la sabiduría; a diferencia del judaísmo, el hombre no se salva haciendo mérito en lo moral y lo religioso; a diferencia de los cultos helenísticos de misterio, el hombre no se salva mediante la adquisición de técnicas para la realización de prácticas religiosas; a diferencia de Roma, la salvación no ha de ser equiparada con el orden político o la libertad política. El hombre se salva mediante la acción de Dios en la historia en la persona de Jesucristo (Ro. 4.25; 5.10; 2 Co. 4.10s; Fil. 2.6s; 1 Ti. 1.15; 1 Jn. 4.9–10, 14). Si bien el nacimiento, la vida, y el ministerio de Jesús no dejan de tener su importancia, lo que se destaca es su muerte y resurrección (1 Co. 15.5s); somos salvos por la sangre de su cruz (Hch. 20.28; Ro. 3.25; 5.9; Ef. 1.7; Col. 1.20; He. 9.12; 12.24; 13.12; 1 Jn. 1.7; Ap. 1.5; 5.9). En la medida en que se proclama dicho mensaje y los hombres lo oyen y responden con fe, la salvación de Dios les es anunciada (Ro. 10.8, 14s; 1 Co. 1.18–25; 15.11; 1 Ts. 1.4s).

2. La salvación tiene carácter moral y espiritual. La salvación tiene relación con la liberación del pecado y sus consecuencias y, por consiguiente, de la conciencia de culpa (Ro. 5.1; He. 10.22), de la ley y su maldición (Gá. 3.13; Col. 2.14), de la muerte (1 P. 1.3–5; 1 Co. 15.51–56), del juicio (Ro. 5.9; He. 9.28); también del temor (He. 2.15; 2 Ti. 1.7, 9s), y la esclavitud (Tit. 2.11–3.6; Gá. 5.1s). Es importante indicar las consecuencias negativas de esto, e. d. lo que la salvación cristiana no incluye. La salvación no incluye necesariamente la prosperidad material ni el éxito mundano (Hch. 3.6; 2 Co. 6.10), como tampoco promete salud física ni bienestar. Es preciso tener cuidado de no exagerar justamente este aspecto negativo, ya que ha habido y hay actualmente curaciones realmente notables, y la capacidad para realizar curaciones es un don que el Espíritu ha dado a la Iglesia (Hch. 3.9; 9.34; 20.9s; 1 Co. 12.28). Pero no en todos los casos se producen las curaciones, y por lo tanto no constituye en ningún sentido un “derecho” de la persona que es salva (1 Ti. 5.23; 2 Ti. 4.20; Fil. 2.25s; 2 Co. 12.7–9). Más aun, la salvación no inmuniza contra penurias y peligros físicos (1 Co. 4.9–13; 2 Co. 11.23–28), ni tampoco, quizá, contra hechos aparentemente trágicos (Mt. 5.45 [?]). No significa que el creyente se verá libre de injusticias sociales y malos tratos (1 Co. 7.20–24; 1 P. 2.18–25).

3. La salvación es escatológica. Existe el peligro de definir el sentido de la salvación en forma demasiado negativa. Aquí recordamos la admisión hecha más arriba en cuanto a la escasez de referencias a la salvación en labios de Jesús. La categoría central de Jesús era el reino de Dios, la manifestación del gobierno soberano de Dios. En Ap. 12.10, sin embargo, la salvación y el reino virtualmente se equiparan. Para el autor de Apocalipsis, como también para Jesús, la salvación es equivalente a la vida sujeta al reinado de Dios, o, como aparece en el testimonio del cuarto evangelio, la vida eterna. Por lo tanto, la salvación reúne en sí todo el contenido del evangelio. Ella incluye la liberación del pecado y todas sus consecuencias y, en lo positivo, el otorgamiento de toda bendición espiritual en Cristo (Ef. 1.3), el don del Espíritu Santo, y la vida de bendición en la era futura. Esta perspectiva futura es crucial (Ro. 8.24; 13.11; 1 Co. 3.5; Fil. 3.20; He. 1.14; 9.28; 1 P. 1.5, 9). Todo lo que se sabe acerca de la salvación ahora no es más que preliminar, anticipo de la plenitud de la salvación que está a la espera de la plenitud del reino en el momento de la parusía del Señor.

(* Expiación; * Eleccíon; * Perdón; * Justificacíon; * Santificación; * Pecado; * Gracia; * Reconciliación.)

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REDENCIÓN, REDENTOR J.I.P.

 

Redención, Redentor J.I.P.

Redención significa liberación de algún mal mediante el pago de un precio. Es algo más que simple liberación. Los prisioneros de guerra pueden ser liberados mediante el pago de un precio que se llama “rescate” (gr. lytron). El grupo de palabras basado en lytron se formó específicamente para trasmitir esta idea de liberación mediante el pago de rescate. En este círculo de ideas, podemos considerar que la muerte de Cristo fue “un rescate por muchos” (Mr. 10.45).

También podían ser liberados los esclavos mediante un mecanismo de rescate. En la compra ficticia por un dios, el esclavo podía pagar el precio de su libertad al tesoro del templo, y entonces debía pasar por la solemne formalidad de ser vendido al dios “para libertad”. Técnicamente, seguía siendo esclavo del dios, y en consecuencia podía asignársele alguna obligación piadosa. Pero en lo que se refería a los hombres, quedaba libre a partir de ese momento. Alternativamente, el esclavo podía simplemente pagar el precio a su amo. Lo característico de ambas formas de liberación es el pago del precio del rescate (lytron). “Redención” es el nombre que se da a este procedimiento.

Entre los hebreos podemos ver una situación diferente, bien ilustrada en Ex. 21.28–30. Si un hombre poseía un buey peligroso, debía tenerlo guardado. Si se escapaba y corneaba a alguien, de modo que le producía la muerte, la ley era clara: “el buey será apedreado, y también morirá su dueño”. Pero aquí no se trata de un homicidio voluntario o alevosamente premeditado. Por ello está estipulado que puede pagarse un rescate (heb. koµfer). Podía pagar una suma de dinero, y de ese modo redimir su vida prendada.

Otros usos del rescate en la antigüedad se refieren a la redención de la propiedad, etc., pero los tres que hemos detallado son los más importantes. Los tres tienen en común la idea de una libertad asegurada mediante el pago de un precio. Fuera de la Biblia no varía prácticamente el uso. Vemos unos pocos pasajes metafóricos, pero estos sirven para aclarar el significado básico del término. El pago de un precio para obtener la libertad es lo fundamental y característico.

Esto es lo que hace tan útil el concepto para los cristianos primitivos. Jesús les había dicho que “todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Jn. 8.34). Consecuentemente, Pablo se considera “carnal, vendida al pecado” (Ro. 7.14), vendido como bajo un cruel amo de esclavos. A los romanos les recuerda que en épocas pasadas ellos también habían sido “esclavos del pecado” (Ro. 6.17). Desde un punto de vista diferente, los hombres fueron condenados a muerte por su pecado, “porque la paga del pecado es la muerte” (Ro. 6.23). Los pecadores son esclavos. Están condenados a morir. Cualquiera sea el concepto que adoptemos, el mundo antiguo habría considerado que la situación era tal que se hacía necesaria la redención. De no ser así, la esclavitud continuaría y tendría que llevarse a cabo la sentencia de muerte. Contra Pelag ese trasfondo aparece la cruz de Cristo. La cruz es el precio pagado para liberar a los esclavos y poner en libertad al condenado.

Lo que da fuerza a la metáfora es la constante presencia de la idea del pago de un precio. Pero es precisamente esto lo que disputan algunos, que consideran que redención es simplemente otra manera de decir “liberación”. La razón principal por la que así piensan es la existencia de algunos pasajes veterotestamentarios en los que se dice que Yahvéh ha redimido a su pueblo (Ex. 6.6; Sal. 77.14s, etc.), y que sería ridículo pensar que él tenga que pagarle algo a alguien. Pero deducen demasiado. La metáfora no ha perdido su significado (cf. el dicho “vendió cara su vida”). A veces el AT muestra a Yahvéh con tanto poder que toda la potencia de las naciones resulta insignificante en comparación. Pero en esos pasajes no entra el concepto de la redención. Cuando aparece la redención gira en torno a la idea de esfuerzo. Yahvéh redime “con brazo extendido”, hace conocer su fuerza. Dado que ama a su pueblo o redime, pagando él mismo el precio correspondiente. Su esfuerzo se entiende como el “precio” que se paga. Esta es la razón por la cual se emplea terminología redentora.

La voz característica neotestamentaria referida a la redención es apolytroµsis, palabra poco usada en otras partes, comparativamente. La encontramos diez veces en el NT, pero aparentemente sólo ocho veces aparece en el resto de la literatura griega. Es posible que esto indique la convicción de los cristianos primitivos de que la redención lograda por Cristo fue única. No significa, como algunos han querido verlo, que entendían que la redención no era más que “liberación”. Para esto último empleaban términos como rhyomai, ‘rescate’. apolytroµsis significa liberación mediante el pago de un precio, que en este caso fue la muerte expiatoria del Salvador. Cuando leemos acerca de “redención por su sangre” (Ef. 1.7), evidentemente se entiende que la sangre de Cristo es el precio de la redención. Lo mismo ocurre con Ro. 3.24s, “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre”. Aquí Pablo se vale de tres metáforas, la del tribunal de justicia, la de los sacrificios, y la de la manumisión. A nosotros nos interesa la última. Pablo ve un mecanismo de liberación, pero mediante el pago de un precio, la sangre de Cristo. También en He. 9.15 la redención está relacionada con la muerte de Cristo. Además, a veces aparece la mención de precio, pero no de redención, como en las referencias al haber sido “comprados por precio” (1 Co. 6.19s; 7.22s). La idea básica es la misma. Cristo compró a los hombres mediante el precio de su sangre. En Gá. 3.13 el precio de la redención se expresa con las palabras “hecho por nosotros maldición”. Cristo nos redimió al tomar nuestro lugar, al cargar con nuestra maldición. Esto nos hace ver claramente la idea de la sustitución en la redención, idea que a veces se destaca, como ocurre en Mr. 10.45 (“en rescate por muchos”).

La redención no sólo vuelve la mirada al Calvario, sino también hacia la libertad de que gozan los redimidos. “Habéis sido comprados por precio”, dice Pablo, “glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu” (1 Co. 6.20). Precisamente, porque han sido redimidos a ese costo los creyentes deben ser hombres de Dios. Deben mostrar en su manera de vivir que ya no están sujetos al cautiverio del que han sido liberados, y se los exhorta a mantenerse, por lo tanto, “firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres” (Gá. 5.1).

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L.M.

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